Nuestros niños necesitan experimentar una cercanía real y
verdadera con Dios. Necesitan motivación para vivir una íntima relación de
amistad con Dios. Si ellos descubren y contemplan, que papa y mama viven en
amistad sabrosa con Dios, van a desear y procurar vivir también como amigos de
Dios. Los niños son esponjas, aprenden lo que ven, lo que escuchan, lo que
sienten en sus padres.
La mejor herencia no es el estudio, ni las riquezas y
propiedades que se les dejen a nuestros niños. La mejor herencia, que podemos
procurarles, es aprender a vivir con Dios como amigos. Si logramos esto, hemos
logrado salvar a nuestros hijos. Hemos logrado llevarles a vivir el cielo ya en
la tierra. Hemos logrado colocar la herramienta espiritual más valiosa que
existe: Dios, en sus manos, en su corazón.
Un niño o niña que se goce en vivir en amistad con Dios,
es un niño de corazón puro, de corazón humilde, de valores y de una moral
intachable. ¿Por qué? Porque a los amigos se les ama. A los amigos no se les
quiere herir. A los amigos se les busca todo el tiempo. A los amigos se les
goza con su compañía. A los amigos se les confía los secretos y detalles del corazón
y de la vida cotidiana. A los amigos se les escucha, haciéndoles caso en sus
consejos tan acertados. A los amigos se les busca agradar siempre. Una buena
amistad es un tesoro incalculable que no se tiene muy a menudo. Y Dios es ese amigo entrañable, bondadoso,
agradable, rico, poderoso y que nos ama como nadie.
Nadie como Dios de amigo. Por eso, es tan importante
llevar a nuestros niños a descubrir, buscar y vivir una verdadera amistad con
Dios. En estos terribles tiempos donde se quiere sacar a Dios de en medio de la
sociedad y del hogar, necesitamos con premura motivar y llevar a nuestros niños a vivir intensamente y con derroche de entusiasmo la amistad con Dios. Padres,
madres escuchadme… toman tiempo para ser ese motivador entre Dios y vuestros
hijos… en el mañana verán los hermosos frutos de este hermosa semilla sembrada
con amor, dedicación, constancia y entusiasmo…
La amistad con Dios, por quien se vive, es una amistad
que nos abre las puertas de la eternidad… es vivir el cielo ya en la tierra…
Mater, ayúdanos a llevar a nuestros niños a convertirse
en amigos de Dios y a Dios en su amigo…
Desde la Soledad del Sagrario
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