En el ayer, las familias católicas enseñaban a sus hijos a rezar por el
Papa de turno. Les enseñaban a amar, respetar y velar por el bienestar del
Santo Padre desde la oración, la fidelidad y el amor.
La familia estaba al tanto de todos los pormenores de las actividades y
vida del Santo Padre. Hacían unidos pequeños sacrificios que ofrecían por el
Santo Padre. Los padres llevaban una pequeña agenda de actividades donde el
objetivo principal era acompañar al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia.
Labor encomiable de las familias del ayer…
No podía faltar la foto del Papa, esta era colocada en un lugar muy
especial en el hogar. Se hablaba del Papa como si fuera miembro cercano de la
familia, como si se le tratara a menudo. Los niños crecían en esa cercanía con
el Papa que cultivaban sus padres en sus corazones, conciencia y en sus vidas.
El Papa se volvía amigo entrañable y padre amoroso de todos.
La alegría de ver al Santo Padre era contagiosa en los pequeños. Aquellas
familias que lograban viajar a Roma y verle, aunque fuese salir por la ventana
de sus aposentos, era para todos sus miembros, un gozo inmenso. Las familias
que vivían cerca acostumbraban a llevar a sus pequeños a ver al Santo
Padre. Y aquellas familias que recibían al
Santo Padre en uno de sus viajes al país, hacia lo indecible, por llegar lo más
cerca posible del Papa. Preparaban toda una agenda de pequeñas actividades en preparación
al viaje del Santo Padre, fuera a sus países o a otros. El objetivo era ayudar espiritualmente al
Papa en su encomiable misión apostólica.
Ese amor, esa forma de llevar a los pequeños a ver al Santo Padre como uno
de los nuestros, con amor y aportando con la oración y las pequeñas mortificaciones
diarias por el bienestar del Santo Padre es hoy en día necesario. Necesitamos
volver a estas pequeñas costumbres o tradición de las familias católicas del
ayer.
La consigna del ayer era: “Todos con el Papa”… las criticas, malos
entendidos, propaganda de infieles que vomitaban odio eran motivo de oración por
la familia… había que conquistar pequeños triunfos para el Santo Papa… con
entusiasmo, entereza y fidelidad se lanzaban a la conquista.
Los días conmemorativos que celebraba el Santo Padre era fiesta para la
Iglesia Doméstica. Se celebraba en
grande en la intimidad del hogar… desde ricos manjares, sencillos pero confeccionados con amor, hasta juegos y sana diversión para los pequeños que celebraban en unión
a los padres. La alegría del Santo Padre era la alegría de la Iglesia Domestica…
la pena y dolor del Santo Padre, era el dolor y la pena de la Iglesia Doméstica…
Las familias católicas eran cercanas al corazón del Santo Padre…porque había conciencia
de Iglesia…
Hay que enseñarles a nuestros pequeños quien es el Papa, qué hace, y qué
valor tiene su trabajo o apostolado o misión en nuestra Iglesia. Hay que
devolverle al Santo Padre su lugar en el corazón de la Iglesia Doméstica…Esto
es labor de los padres, abuelos, tíos de la familia…Todos unidos pueden hacer
del hogar católico una heroica y brillante Iglesia Doméstica, donde la fe, la
caridad, y la esperanza iluminan la vida, el corazón de los miembros…
La Iglesia del futuro depende de la Iglesia Doméstica… de ese amor entrañable
por la Madre Iglesia, por el Vicario de Cristo, por el respeto, el amor, la
obediencia, la fidelidad y la observancia de sus amonestaciones y consejos que
deben aceptar, acoger y vivir con entusiasmo todos los miembros de nuestras
familias católicas.
Qué diferencia serán los nuevos miembros del Cuerpo Místico que crecen al amparo
y al amor del Santo Padre en el seno de los hogares católicos.
Familias católicas el bienestar de sus hijos esta en vuestras manos… encender
la Iglesia Domestica a todo vapor…
La pequeña de Dios
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