Escena:
La
familia se encuentra de visita en casa de unos amigos. La pareja amiga se
enternece con los niños. Acercándose a ellos, les preguntan uno a uno. ¿Has
pensado lo que vas a ser cuando seas mayor? ¿Qué te gustaría ser cuando seas
mayor?
Reflexionemos sobre el tema:
En el seno familiar. En
actividades donde las familias participan. En la Iglesia. Conocidos y
desconocidos. Familiares y amistades… todos hacen la misma pregunta. Y es que desde
décadas siempre se suele hacer la misma pregunta a los niños pequeños y a veces
hasta a los jóvenes… ¿Qué vas a ser cuando
seas mayor? Y los niños comienzan
a decir o simplemente se sonríe y dicen que todavía no saben. Y están aquellos
que quieren ser muchas cosas, bombero, policía, doctor…
Pero nadie se ha puesto
a pensar que la pregunta es incorrecta. No es ¿qué tu quieres ser de mayor? La
pregunta correcta para todo cristiano es. ¿Qué quiere Dios que tú seas cuando
seas mayor? ¿Qué planes hermosos tiene
Dios para ti cuando seas mayor?
Dios tiene sus planes.
Dios le ha regalado a cada hijo unos talentos, habilidades e inteligencia, unos
carismas, unos dones para desarrollar en una vocación digna que será ese
trabajo que se ejerce cuando se llega a la adultez.
El niño, el joven, se
debe preguntar ¿si Dios le ha pensado para ser medico? ¿O maestra? ¿Abogado? ¿Mecánico,
quizás? ¿Político o empresario? ¿Sacerdote,
quizás?
Los padres, la familia
debe pensar que Dios tiene un propósito de vida para ese niño, para esa niña. Le
ha enriquecido con las cualidades, habilidades, carismas, dones, inteligencia para
ejercer dignamente esa vocación a la que ha sido llamada. Y todo por el bien de
sus semejantes. Por ejemplo, si Dios quiere que seas medico, primeramente es
para que te santifiques en esa profesión. Segundo, es para ser instrumento de
Dios en beneficio del prójimo.
Convertido en uno de los mejores médicos, siempre dispuesto en ayudar a
los pobres, a los más necesitados, a todos.
Es un error que
cometemos con facilidad. Pensamos que nosotros escogemos la carrera a estudiar
o el trabajo técnico o vocacional. No, no es así… Dios nos ha creado, nos ha
pensado en una vocación… debemos descubrirla.
Los padres de familia deberían
preguntarse… ¿Qué quiere Dios que sea mi hijo? ¿Cuál es el llamado de Dios para
mi hija, mi hijo a estudiar, a trabajar?
Cuando descubrimos
donde nos quiere Dios, descubrimos con entusiasmo nuestra felicidad en esta
tierra. Desempeñarnos en la carrera profesional o en el trabajo técnico o
vocacional al cual hemos sido llamados por Dios, es iniciarse a vivir con pasión,
con entusiasmo, con derroche de caridad, aceptando y buscando siempre la
voluntad divina. Es una vida vivida a plenitud.
Pero cuando escogemos
nosotros por motivos de gusto, económicos, distanciándonos de los planes
divinos para con nosotros, iniciamos un camino difícil de caminar. Nos hemos
alejado de la voluntad divina, del regalo de la vocación que hemos sido
llamados a vivir. La vida no va a ser fácil… no vamos a sentir esa felicidad
que llena el alma, ese gozo y satisfacción de saber que no hemos errado, que
estamos en nuestro lugar, el lugar que Dios quiere para cada uno de sus hijos.
Orar… orar…orar… es esa
conversación amena con Dios que los padres deben despertar en sus hijos. Deben de
guiarles a ese encuentro personal, intimo y sabroso con Dios… y ahí en esa
deliciosa amistad, va el niño, el joven descubriendo la voluntad divina… Para
que Dios le quiere cuando sea mayor.
Descubriendo los hermosos planes de Dios para con él, con ella. Este
conocimiento da seguridad en esos pasos que va dando el niño en su preparación para
cuando sea mayor… Alcanzando la santidad personal, convirtiéndose en
instrumento de Dios, en beneficio del prójimo… ¿Habrá mayor riqueza que esta? ¿Habrá mayor satisfacción
para unos padres que esto?
Meditemos en la
voluntad divina para con nuestros hijos…
Mater, amada, enséñanos
a buscar siempre la voluntad de Dios.
Desde la Soledad del
Sagrario
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