OBSEQUIO DE ACI PRENSA... GRACIAS ACI PRENSA... HERMOSA LABOR REALIZADA...
Lunes 15 de febrero de 2016
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Queridos hermanos y hermanas
Doy gracias por estar en esta tierra chiapaneca. Qué bueno estar en este suelo, es bueno
estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a
hogar. Le doy gracias por sus rostros, por su presencia, le doy gracias a Dios por palpitar de
su presencia en la familia de ustedes. Y también gracias también a ustedes, familias y
amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas,
las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que
los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas.
El pan de las alegrías, de la
esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas.
Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, antes de darte gracias por tu testimonio quiero dar gracias a tus padres, los dos, de
rodillas, delante tuyo teniéndote el papel. Vieron qué imagen es esa? Los padres de rodillas
ante el hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí de vez en cuando
ellos se pelean por algo. Qué marido y qué mujer no se pelean y más cuando se mete la
suegra, que importa, pero se aman y nos han demostrado que se aman y son capaces por el
amor que se tienen de ponerse de rodillas delante de su hijo enfermo. Gracias amigos por
ese testimonio que han dado y sigan adelante.
Y a vos Manuel gracias por tu testimonio y
especialmente gracias por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «Echarle ganas»,
como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas
a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a
nosotros aquí reunidos. Gracias. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer
en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia,
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soñando, construyendo, una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿Le echamos ganas?
Así me gusta, gracias.
Y es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que desde los tiempos lejanos el
Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, el
Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido.
Y cuando
el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, el Padre Dios le
echó ganas con el maná. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó
ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su Hijo.
De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en
muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida.
Podemos preguntarnos: ¿Por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos
y de echarnos ganas y echarnos adelante. No sabe hacer otra cosa, porque su nombre es
amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo
ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su
Hijo, que se la jugó hasta el extremo
para volver a hacer posible el Reino de Dios. Un Reino que nos invita a participar de esa
nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de
abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos
horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida.
En Jesús y con Jesús ese reino es posible. Él es capaz de transformar nuestras miradas,
nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta
superficial. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta
veces siete, a volver a empezar. Él es capaz de hacer siempre todas las cosas nuevas.
Manuel, vos me pediste, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y
andan por malos pasos. ¿Lo sabemos no? Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin
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ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos,
porque no tienen con quién hablar. Piénselo padres, piensen las madres, hablen con sus
hijos y sus hijas o están siempre ocupados o apurados. Juegan con sus hijos y sus hijas? Y
eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre
ha sido difícil por la precariedad y la soledad».
Cuántas veces te sentiste señalada, juzgada, esa.
Pensemos en toda la gente, todas las
mujeres, que pasan por lo que pasó Beatriz. La precariedad, la escasez, el no tener muchas
veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no
sabemos cómo hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La
precariedad no sólo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho eh), sino que puede
amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas
de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente Beatriz,
gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando
sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el
aislamiento siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran cómo
muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de
«echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos corroyendo el alma, nos va
secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas
aparentes soluciones, como las que Beatriz mencionaba, se tiene que dar a diversos niveles.
Una, es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para
que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un
trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia
cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían
experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son
un buen binomio para romper la espiral de la precariedad.
El Papa Francisco en México
Ustedes se animaron, ustedes rezan, y ustedes van con Jesús, y ustedes están integrados en
la vida de la Iglesia. Usaron una linda expresión: comulgamos con el hermano débil, el
enfermo, el necesitado, el preso. Gracias, gracias. Hoy en día vemos y vivimos por distintos
frentes cómo la familia está siendo debilitada, cómo está siendo cuestionada. Cómo se cree
que es un modelo que ya pasó y que ya no tiene espacio en nuestra sociedad y que bajo la
pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento.
Y se van inoculando en nuestras sociedades, se dicen sociedades libres, democráticas,
soberanas, se van inoculando colonizaciones ideológicas que las destruyen y terminamos
siendo colonias de ideologías destructoras de la familia, del núcleo de la familia que es la
base de toda sana sociedad. Es cierto, vivir en familia no es siempre es fácil, muchas veces
es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he
referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el
amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o la comodidad del miedo a amar.
Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar, a una familia y sociedad
narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. ¿Cuántos chicos tenés? No no tenemos
porque claro nos gusta salir de vacaciones, ir al turismo, quiero comprarme una quinta, el
lujo y el confort y los hijos quedan y cuando quisiste tener uno ya se te pasó la hora. ¡Qué
daño que hace eso! Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a familia con
rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión.
Prefiero un hombre y una mujer don Aniceto y señora con el rostro arrugado por las luchas
de todos los días que después de más de 50 años se siguen queriendo y ahí los tenemos y el
hijo aprendió la lección, ya lleva 25 de casado. Esas son las familias, Cuando le pregunté
recién a Don Aniceto y señora quién tuvo más paciencia en estos más de 50 años, los dos
padre. Porque en la familia para llegar a lo que ellos llegaron hay que tener paciencia,
amor, hay que saber perdonarse padre una familia perfecta nunca discute. Mentira, es
conveniente que de vez en cuando discutan y que vuele algún plato, está bien.
No le tengan miedo. El único consejo es que no terminen el día sin hacer las paces porque si terminan el
día en guerra van a amanecer ya en guerra fría y la guerra fría es muy peligrosa en la
familia porque va socavando desde abajo. Las arrugas de la fidelidad conyugal. Gracias por
el testimonio de quererse por más de 50 años, muchas gracias. Y hablando de arrugas para
cambiar un poco el tema, recuerdo el testimonio de una gran actriz, actriz de cine,
latinoamericana. Cuando ya casi sesentona comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara y
le aconsejaron un arreglito para poder seguir trabajando bien. Su respuesta fue muy clara:
estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, muchos dolores y una vida
plena. Ni soñando las quiero tocar, son las huellas de mi historia y siguió siendo una gran
actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida matrimonial tiene que renovarse todos los
días. Como dije antes prefiero familias arrugadas con heridas, con cicatrices pero que
siguen andando, porque esas heridas. Esas cicatrices, esas arrugas son fruto de la fidelidad,
de un amor que no siempre fue fácil. El amor no es fácil, no, pero es lo más lindo que un
hombre y una mujer se pueden dar entre sí, el verdadero amor, para toda la vida. Me han
pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo, con ustedes.
Ustedes queridos mexicanos tienen un plus, corren con ventaja.
Tienen a la Madre: la
Guadalupana quiso visitar estas tierras y esto nos da la certeza de tener su intercesión para
que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es Madre y
está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre
dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su Hijo. Por eso, los invito como están, sin
moverse mucho a tomarse de las manos y decir junto a Ella: Dios te salve María…Y no nos
olvidemos de San José, calladito, trabajador pero siempre al frente, siempre cuidando la
familia. Gracias. Que Dios los bendiga y recen por mí.
Y ahora los quiero invitar en este marco de fiesta familiar, a que los matrimonios aquí
presentes en silencio renueven sus promesas matrimoniales y los que están de novios pidan
la gracia de una familia fiel y llena de amor. En silencio, renovar sus promesas
matrimoniales y los que están de novios pedir la gracia de una familia fiel y llena de amor
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