Contaba una joven señora,
con asombro y a la vez que un gesto de suma gratitud. Decía la joven, que siendo estudiante de universidad,
había en su círculo de amistades toda variedad de personas. Amigas y amigos que
le proponían con mucha presión, que iniciara el camino de la drogas o de la promiscuidad.
Ella contaba que sentía en su interior un
rechazo que desembocaban en un NO, tan fuerte y serio que terminaban dejándola sola.
Decía con tristeza que muchas de sus amigas de escuela superior, toda una vida
escolar, desde kínder hasta cuarto año, unidas participando de tantas
experiencias, habían terminado por el camino de las drogas, del alcohol, de la
promiscuidad. Niñas bellas, de buena familia, que envejecieron de la noche a la
mañana, perdiendo estudios y una vida que le sonreía en promesas de un mañana distinto.
Ellas habían sucumbido y caído por el camino de la esclavitud y de la desdicha.
¿Por qué yo no? ¿Qué me había guardado de caer? Mirándonos
nos decía… la oración de mi madre…. Ella oraba día y noche por mi… Ella evito
que cayera… Ella se encargó de guardarme con su santo rosario… Ella confió en
que la Madre del Cielo me guardaría bajo su manto defendiéndome de toda tentación.
Termine mis estudios con notas excelentes, me gradué. Todo debido a mi madre
que procuro lo mejor para mi… protegerme con la oración.
Y esta joven tenía toda
la razón…
La oración de una madre decidida a defender a sus hijos desde la
distancia, es recompensada. Ella uso el flagelo del Santo Rosario para tener a
raya los enemigos del alma que movían sus fichas para robarle la pureza, la fe
y la vida a su hija. Fue una madre confiada. Fue una madre prudente. Fue una
madre decidida que lucho en el frente de batalla por el alma, el cuerpo y el
porvenir de su hija… sabía que la victoria era un hecho. Confió y logro que su oración
y confianza se vieran colmada de bendiciones… Su hija salió vencedora en el
campo de batalla de la universidad, donde tantos jóvenes pierden todo, valores,
moral, sanas costumbres, virtudes y un porvenir sano como ciudadanos de
provecho para la sociedad y para la Iglesia.
Madres, padres, tomad
el santo rosario… defended a vuestros hijos de las trampas, astucia y locuras
de esta sociedad cambiante que quiere destruir a vuestros hijos con costumbres
mal sanas, equivocadas, con valores que destruyen, con la ausencia de Dios en
el alma… En sus manos está la salvación de sus hijos…
La pequeña de Dios
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