FAMILIAS NUMEROSA
Nihil Obstat P. Ignacio
Reinares Vicario Provincial del Perú Agustino
Recoleto
Imprimatur Mons. José Carmelo Martínez Obispo de Cajamarca
(Perú)
ÁNGEL PEÑA O.A.R LIMA - PERÚ 2009
ÍNDICE
GENERAL
INTRODUCCIÓN ¿Superpoblación? Abiertos a la
Vida Los hijos Enseñanza de los Papas Ventajas de las familias
numerosas La madre. Familias de fe. Madres Heroínas La Eucaristía,
fuerza de la vida Testimonios. a) Cesáreas. b) Partos múltiples. c) Hijos
adoptivos. d) Embarazos con problemas. e) Esterilizaciones. Los ancianos
en familia. Reflexiones. Oración de un padre de
familia
CONCLUSIÓN BIBLIOGRAFÍA INTRODUCCION
En la
actualidad se está difundiendo una mentalidad, según la cual, el tener muchos
hijos sería una gran irresponsabilidad. El mundo, dicen, está superpoblado y no
hay alimento para todos. Y para que se pueda disfrutar de un relativo bienestar
y no haya niños que se mueran de hambre, ven necesario imponer una planificación
familiar a nivel mundial. Pero ¿realmente el mundo está superpoblado? ¿Se pueden
solucionar los problemas matando niños por el aborto o con métodos
anticonceptivos?
Trataremos de responder a algunas de estas preguntas y
nos daremos cuenta de que los países ricos, que son los que imponen políticas de
control de natalidad a los países pobres a cambio de ayuda económica, son los
primeros que están pagando sus propias ideas equivocadas; pues estos países
ricos de Estados Unidos y Europa se están despoblando y, si no fuera por los
inmigrantes, se empobrecerían y se irían muriendo poco a poco, dado que la tasa
de natalidad no cubre la de la mortalidad.
Por eso, el tener familias
numerosas en una perspectiva de fe, valorando a cada hijo como un ser humano y
recibiéndolo como un regalo de Dios, es una bendición para todos. No hablamos
aquí de las familias numerosas, donde los hijos son producto de la pura
biología, no son queridos como tales y no son vistos como un regalo, sino como
un problema, y después quizás los abandonan o los hacen sufrir por la
irresponsabilidad de sus padres. Hablamos aquí, especialmente, de esas familias
que, por amor a Dios y a sus hijos, son capaces de arriesgarlo todo, incluso la
vida; y que reciben a cada hijo con una alegría desbordante como venido de Dios
y con mucho amor. En estos casos, vale la pena tener muchos hijos, pues son una
bendición para la familia, para el propio país y para el mundo
entero.
¿SUPERPOBLACION?
El clérigo anglicano Thomas
Malthus dio a conocer en 1798 una teoría sociológica revolucionaria. En su
Ensayo sobre el principio de la población sostiene que el crecimiento natural de
la población está destinado a ser siempre mayor que el de los suministros
económicos. Con esto daba a entender que la humanidad corría el riesgo de crecer
cada vez más en número y tener menos alimentos cada día, con lo que habría
muchas muertes por hambre en el mundo. Para solucionar este problema, debería
haber un control de la población para evitar que los pobres se pudieran
reproducir tanto, pues los veía como una amenaza a la supervivencia de los
demás, como si fueran personas de segunda categoría.
Charles Darwin en su
libro El origen de las especies aplicó la teoría de Malthus y habló de la
selección natural como una manera de supervivencia de las razas “superiores”,
creando así una mentalidad racista que, después, los nazis la aplicarían con
todas sus horribles consecuencias. Malthus y Darwin no valoraban la vida humana
en sí, pues consideraban a los enfermos mentales, a los discapacitados, a los
enfermos y a los pobres, como personas sin derechos o de poco valor. Ellos
proponían ya la esterilización como una posibilidad, incluso obligatoria,
promoviendo así la eutanasia, el aborto y los métodos anticonceptivos como
medios de control de la población.
Francis Galton (1822-1910), primo de
Darwin, hizo suyas las teorías de la selección natural de Darwin y sacó las
conclusiones, diciendo que la selección natural era muy lenta para mejorar la
raza humana y que debía aplicarse la selección artificial de seres humanos. Es
considerado como el fundador de la eugenesia, como si solamente los seres
humanos fuertes y de razas superiores tuvieran derecho a vivir.
En un
ensayo de 1873 para el Frazer´s Magazine, titulado Mejora hereditaria, concibe
el establecimiento de un banco de datos que pudiera permitir determinar quiénes
son los individuos más notables desde el punto de vista de la herencia. Según
él, después de un par de generaciones de selección artificial, el número de
familias de sangre verdaderamente fuerte se levantaría, para convertirse en una
potencia. A medida que se multiplicasen las personas de buena sangre, los menos
dotados comenzarían a decaer en cualquier caso en que entrasen en competencia
con los de buena raza, exactamente de la misma manera que las razas inferiores
siempre desaparecen ante las superiores. Los inferiores serían tratados con
total amabilidad siempre que se ajustasen a su forzoso celibato; sin embargo, si
en el futuro empezasen a procrear, tales personas serían consideradas enemigas
del Estado y renunciarían así a cualquier pretensión de trato amable
.
Galton puso los cimientos del florecimiento de las prácticas
eugenésicas tan difundidas en el siglo XX, desde la esterilización en masa,
hasta los intentos de exterminación racial de Hitler, pasando por los tan
difundidos métodos de control de natalidad, incluido el aborto. Por toda Europa
y Estados Unidos se fundaron gran número de sociedades eugenésicas. El mismo
Galton fundó el Laboratorio Francis Galton para el estudio de la eugenesia y
financió la cátedra Galton de eugenesia en la universidad de Londres.
Al
final de su vida, Galton sostenía que la eugenesia era más amable y, a la vez,
más efectiva que la selección natural. La selección natural se apoya en la
producción excesiva y en la destrucción en masa, así escribía en sus Memories of
my life (Recuerdos de mi vida), que es su autobiografía. La eugenesia se ocupa
de no traer al mundo más individuos que los que pueden ser adecuadamente
atendidos y sólo aquellos con la mejor sangre .
En su libro “Hereditary
genius” afirma: Llegará un tiempo futuro en que la población de la tierra se
mantenga en unos números adecuados y esté conformada por las razas adecuadas, de
la misma manera que las ovejas se crían en una pradera bien ordenada o las
plantas en un invernadero; mientras tanto, hagamos lo que podamos para propiciar
la multiplicación de las razas más dotadas de modo que surja una civilización
ilustrada y generosa, y no se obstaculice, partiendo de un instinto erróneo de
ayudar a los débiles, la llegada de individuos fuertes y sanos.
La
última obra de Galton fue una rocambolesca novela eugenésica, titulada
Kantsaywhere, donde hablaba de los métodos a seguir desde los rigurosos exámenes
para determinar la adecuación eugenésica y otorgar certificados eugenésicos
hasta los campos de trabajo para incapaces, el estatus secu¬ndario de algunos a
efectos de apareamiento y el castigo para los que no se sometiesen a las normas.
Para él, sólo las razas superiores podían tener familias numerosas. Los de razas
inferiores o individuos minusválidos o enfermos debían ser
esterilizados.
Sus ideas tomaron forma en Estados Unidos que aprobó leyes
de esterilización forzada en muchos Estados, comenzando con el de Indiana en
1907. La ley de inmigración de 1924 estableció unas cuotas que buscaban evitar
la inmigración de indeseables raciales. En 1927 la Corte Suprema se pronunció
por ocho votos contra uno a favor de la constitucionalidad de la esterilización
eugenésica. Es más, en Estados Unidos vieron la luz las concepciones eugenésicas
de Margaret Sanger, dirigidas a la eliminación de los incapaces a través del
control de natalidad, concepciones de las que surgiría la International Planned
Parenthood Federation (Federación internacional de paternidad planificada),
fundada por la misma Sanger.
La IPPF, que es una de las organizaciones
mundiales más acérrimas defensoras del aborto y de la anticoncepción a gran
escala, considera el crecimiento de los países pobres como una amenaza a la
seguridad de los países ricos. Por eso, Estados Unidos y los países ricos
promueven el control de natalidad a toda costa en países pobres, condicionando
los préstamos y la ayuda económica a la implementación de políticas de control
demográfico, que incluyen el aborto, los anticonceptivos y las esterilizaciones
masivas (vasectomía y ligadura de trompas).
Según el filósofo español
Julián Marías, todos los que hablan de la posible superpoblación del planeta e
incentivan las esterilizaciones y toda clase de anticonceptivos en masa, reducen
lo humano a la zoología. Ven a la mujer embarazada como un hembra irresponsable
y una auténtica amenaza al ecosistema de la tierra, que no tiene ningún derecho
a decidir sobre el número de hijos que quiera tener. De ahí que, en casos
extremos, como en China, el gobierno impone la política de un solo hijo por
familia.
Se habla mucho de la bomba P (bomba de población). Se dice que
si no existe control de natalidad, no tardará en explotar y destruirá la
humanidad. Ven a la Tierra como una barca que transporta actualmente más de
6.500 millones de pasajeros y está a punto de hundirse. Las lanchas salvavidas
sólo pueden socorrer a un tercio o a un cuarto de los pasajeros. Por tanto,
creen que es necesario cortar despiadadamente las manos a los que quieran subir
a las lanchas, pues de otro modo morirán todos. Los ricos son los que están en
las lanchas y los pobres quieren subir a ellas. A los pobres se los ve como
enemigos, como inferiores y como perdedores en la lucha de la vida, y hay que
destruirlos para que no pongan en riesgo la seguridad de los demás.
Se
dice también que los pobres son los causantes de la degradación del medio
ambiente con la deforestación, el derroche de recursos, el calentamiento
terrestre y el deterioro de la capa de ozono. Para Malthus y sus seguidores,
ayudar a los pobres significaría infringir la moral natural. Hay que
eliminarlos, ya que el número excesivo de hombres es la causa principal del
malestar de la humanidad. Y, por eso, se impone con urgencia un control de
natalidad a todo trance para detener el avance demográfico de los
pobres.
Sin embargo, estas ideas con las cuales tratan de justificar las
esterilizaciones, anticonceptivos y el aborto a gran escala, no están
confirmadas por ninguna conclusión científica. No está demostrado que exista una
correlación entre desarrollo y población. Hay países pobres poco poblados, como
Benin, y países ricos poco poblados como Australia. Hay países ricos muy
poblados (Holanda y Japón) y países pobres muy poblados como Bangladesh. Y hay
países vecinos con las mismas características, que tienen desarrollos
diferentes, como Honduras y Costa rica.
Por otra parte, las teorías de
Malthus sobre la escasez de alimentos han sido rebatidas. Y, como dijo el
agrónomo Borlaug, premio Nóbel de la paz de 1970, las carestías actuales se
deben especialmente a la incapacidad, a la corrupción y a la maldad o injusticia
de los hombres.
Por eso, podemos preguntarnos: ¿Está realmente amenazada
la seguridad de los países ricos por efecto de los muchos hijos de los países
pobres? ¿El mundo está superpoblado? En un documento del Consejo Pontificio para
la familia del 27 de febrero de 1998 se dice:
Desde hace demasiado
tiempo, la mayoría de los estudios sobre la población difunden una versión
global y errónea según la cual el mundo sería prisionero de un crecimiento
demográfico galopante, que llevaría a una explosión demográfica. Nos alegra
constatar que, incluso en ciertos organismos de la ONU, se comienza a reconocer
la verdad de los datos demográficos. En efecto, al cabo de más de treinta años,
las conferencias patrocinadas por la ONU han tenido por efecto manifestar las
inquietudes infundadas sobre las cuestiones demográficas...
Las políticas
desastrosas de control de natalidad, llevadas a cabo por muchos gobiernos, están
en total contradicción con la evolución demográfica real tal como lo muestran
las estadísticas y se deduce del análisis de los datos. Desde hace treinta años
la tasa de crecimiento de la población mundial no deja de disminuir a un ritmo
regular y significativo. Ahora, después de haber registrado una disminución
impresionante de su fecundidad, 51 países del mundo (entre 185) ya no logran
reemplazar a sus generaciones. Precisemos que estos 51 países representan el 44%
de la población del planeta. Dicho de otro modo, el índice sintético de
fecundidad de esos países, es decir, el número de niños por mujer, es inferior,
a 2.1. Es sabido que a esta altura se sitúa el nivel mínimo indispensable para
la renovación de las generaciones en los países que cuentan con las mejores
condiciones sanitarias.
Esta situación es igual en casi todos los
continentes. Así tienen una fecundidad inferior al umbral del reemplazo en
América: Estados Unidos, Canadá, Cuba y la mayoría de las islas caribeñas. En
Asia, Georgia, Tailandia, China, Japón y Corea del Sur. En Oceanía, Australia. Y
casi la totalidad de los 40 países de Europa. En este último continente, la
gravedad de los efectos del envejecimiento lleva ahora a la despoblación con un
número de muertes superior al de los nacimientos. Este saldo negativo ya es un
hecho en trece países como Estonia, Letonia, Alemania, Bielorrusia, Bulgaria,
Hungría, Rusia, España e Italia.
La perspectiva que se perfila es el
aumento del número de países que tienen una fecundidad inferior al reemplazo de
las generaciones. De igual modo, está comprobado que va a aumentar el número de
países en los que la mortalidad es superior a la natalidad. El asunto es que
estas realidades, que son desde hace mucho tiempo conocidas por los demógrafos,
es casi desconocida por los medios de comunicación social, por la opinión
pública y por quienes tienen el poder de tomar decisiones. Han sido
prácticamente silenciadas en las conferencias internacionales, como pudo
constatarse por ejemplo con ocasión de la Conferencia de El Cairo en 1994, en la
de Pekín en 1995 etc.
¿Cuales son las causas de esta disminución grave
de la población mundial? Algunas son fácilmente identificables. La nupcialidad
ha disminuido mucho. Las personas se casan menos que antes. La edad media de la
maternidad ha aumentado claramente y sigue aumentando. Las leyes del trabajo no
facilitan el deseo de las mujeres de conciliar armoniosamente la vida familiar y
la actividad profesional. Se nota la ausencia de una verdadera política
familiar, especialmente en los países más fuertemente afectados por el
decrecimiento demográfico. Por otra parte, en la mayoría de países hay políticas
de limitación voluntaria de los nacimientos. Hay difusión de las técnicas
químicas de anticonceptivos y, frecuentemente, la legalización del aborto... A
esto se ha sumado la esterilización de masas. Es preciso recordar las campañas
masivas de esterilización masculina y femenina realizadas en la India en 1954 y
1976 con todos los escándalos que se produjeron. En Brasil, entre las mujeres
que han utilizado algún método de control de natalidad, alrededor del 40% han
sido esterilizadas... En el Perú (en el gobierno de Fujimori) hubo más de cien
mil esterilizaciones, realizadas en malas condiciones higiénicas y que, en
algunas casos, llevó a la muerte a algunas esterilizadas.
Las
consecuencias de la disminución de hijos son muy preocupantes. La proporción de
jóvenes en las poblaciones disminuye fuertemente. Esto produce una inversión de
la pirámide de las edades, con una escasa población de adultos jóvenes, que
deben asegurar la producción del país y sostener el peso muerto de una amplia
población de personas ancianas inactivas, que requieren cada vez más cuidados y
material médico... No se debería olvidar tampoco el influjo de una población
anciana en el sistema educativo. En efecto, para afrontar el peso de las
personas ancianas, es grande la tentación de recortar los presupuestos dedicados
normalmente a la formación de las nuevas generaciones. Esta debilitación del
sistema educativo encierra a su vez un peligro notable: la pérdida de la memoria
colectiva. La transmisión de las conquistas culturales, científicas, técnicas,
artísticas, morales y religiosas queda hipotecada gravemente. Notemos también
que, contrariamente a lo que se divulga, incluso el desempleo se agrava a causa
del decrecimiento demográfico. Por otra parte, el aumento de la edad media de la
población influye lógicamente en el perfil psicológico de esa población:
carácter sombrío, falta de dinamismo intelectual, económico, científico y
social, y falta de creatividad, que parecen afectar a ciertas naciones
"viejas".
Al mismo tiempo, aumenta la proporción de las personas ancianas
que están directamente a cargo de la sociedad, mientras que la base productiva
de dicha sociedad, fuente de ingresos para las finanzas públicas, se reduce.
Entonces, para garantizar el funcionamiento de los sistemas de seguridad social
es grande la tentación de recurrir a la eutanasia. Es conocido que ya se
practica en varios países de Europa...
Por todo esto, es urgente que la
opinión pública, y quienes tienen el poder de tomar decisiones, estén
perfectamente informados. Es igualmente urgente rechazar los datos falsos
aducidos frecuentemente en las presentaciones que ocultan sofismas puramente
ideológicos, por no hablar de estadísticas falsificadas. En el campo de la
demografía, como en los diferentes campos del saber, los hechos son evidentes y
la verdad no puede ocultarse indefinidamente. Alegra constatar que esta verdad
se manifiesta cada vez con mayor claridad, puesto que las Naciones Unidas no han
dudado en reunir a un grupo de expertos para interrogarse sobre la fecundidad
inferior al nivel de reemplazo (below replacement fertility). Nada impide
superar las inexactitudes y mentiras que, muy a menudo, se aducen con el fin de
justificar programas, políticas y otras cosas totalmente incompatibles con el
respeto a los derechos fundamentales del hombre.
En resumidas cuentas,
¿está el mundo superpoblado? ¿Hay demasiada gente en el mundo? ¿Es necesario,
como dicen, un urgente control de natalidad para detener el fin del mundo? O,
por el contrario, ¿se necesita tener más hijos para que las naciones más ricas
puedan sobrevivir como tales? Las naciones viejas de Europa y Estados Unidos se
están muriendo a pedazos y, si no fuera por la sangre joven de los inmigrantes,
se empobrecerían en poco tiempo. Por todo ello, podemos decir que las políticas
antinatalistas, a la vez que son inhumanas, pues matan a millones de seres
humanos por el aborto etc., van destruyendo sus propios pueblos por la
despoblación progresiva y el empobrecimiento. Todo lo cual nos indica que estas
políticas antinatalistas no son progresistas y modernas, sino todo lo contrario:
retrógradas y anticuadas.
Becker, un judío, responsable de la prestigiosa
Escuela de Economía de Chicago, premio Nóbel de Economía en 1992, afirma que
para el desarrollo de un país es imprescindible el apoyo a la familia. Afirma
que el 80% de la riqueza de un país desarrollado lo constituye el factor humano,
mientras que las riquezas naturales representan apenas el 20%. Y es en la
familia donde se forja el capital humano, en cuyo proceso juega un papel
decisivo la madre. La contribución de las madres representa, al menos, el 30%
del producto bruto interno de un país. Por eso, el Estado debe favorecer la
estabilidad de las familias.
Chaunu, el conocido autor francés, dice en
su libro “Memoria de la eternidad”: Jamás hemos tenido tanta necesidad de niños,
porque nosotros estamos transformando Europa y América en un gigantesco asilo de
ancianos, donde ha sido desterrada la sonrisa de los niños . Se ha desarrollado
un odio al niño, que ha motivado la reivindicación de matarlo en el útero, es
decir, en el corazón mismo de la vida, en el comienzo absoluto de la infancia .
Una sociedad sin niños es la figura profética del infierno .
Por eso,
Steve Mosher, experto en demografía y presidente del Population Research
Institute (Instituto de investigación sobre la población) publicó un artículo,
donde daba algunas razones a los cristianos para pensar seriamente en la
posibilidad de tener más hijos que el promedio.
1.- Tener otro hijo
permite ser colaboradores de Dios en la gran obra de la formación de un nuevo
ser humano, con un alma inmortal. 2.- Un nuevo hijo, cuando nace es una
alegría para toda la familia. 3.- Tener otro hijo da un hermano a los otros
hijos para que todos aprendan a compartir. La unión de los hermanos es para toda
la vida y cada hijo es un regalo para todos y un enriquecimiento de la
familia. 4.- Un hijo más puede traer consuelo y ayuda a los padres en su
vejez y puede darles nietos, que les darán mucha alegría en su
ancianidad. 5.- Tener un hijo es darle a él la oportunidad de ser feliz
eternamente en el cielo. 6.- Tener un hijo es colaborar en el desarrollo del
propio país.
ABIERTOS A LA VIDA
Muchas parejas de esposos,
siguiendo la mentalidad materialista y hedonista reinante en el mundo, procuran
tener uno, o máximo dos hijos. Para ellos lo único importante es disfrutar de la
vida y gozar de todas las comodidades y placeres posibles. Por esto, planifican
el tener sus hijos como si se tratara de comprar un coche o una casa. Se pesan
los pros y los contras, como si estuvieran rellenando la hoja de un balance de
empresa. Si el balance es positivo, es el momento de tener el hijo; si no, debe
esperar.
Por otra parte, sólo quieren tener hijos sanos. De ahí que sea
tan frecuente hacerse la prueba del líquido amniótico para ver si va a nacer
sano; en caso contrario, de acuerdo con los médicos, se lo aborta con total
tranquilidad como si se tratara de un montón de carne y no de un ser humano. Y
en el caso de que, en contra de lo previsto, naciera enfermo, muchas parejas lo
dejan morir de hambre o simplemente le dan el biberón con un barbitúrico
(veronal) en dosis mortales o le inyectan potasio o le retiran la sonda
nasogástrica. Y, en el mejor de los casos, los abandonan o los entregan a una
institución estatal o privada, que cuide de estos niños enfermos.
Un
caso famoso ocurrió en Italia. Una mujer recurrió al aborto terapéutico,
aprobado por la ley, para abortar a su hijo de 22 semanas, después que los
médicos le diagnosticaron una malformación inexistente. Esto ocurrió en
Florencia, en el hospital Careggi, el año 2007. El niño nació totalmente sano y
murió a las pocas horas. Pero ¿cuántos niños habrán muerto así por errados
diagnósticos? Conozco varios casos en los que los médicos les decían a sus
madres que debían abortar, porque el niño nacería enfermo y, después de aceptar
con fe la voluntad de Dios, resultó que nacieron totalmente sanos. Los médicos
pueden equivocarse, pero también Dios puede hacer milagros, cuando se lo pedimos
con fe.
Los hijos no son un estorbo y, mucho menos, un castigo de Dios,
aunque estén enfermos. Siempre son un regalo de Dios. Por eso el Papa Juan Pablo
II decía:
La Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y
enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo
y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está a favor de la vida. Por
esto, la Iglesia condena como ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia
todas aquellas actividades de los gobiernos y otras autoridades públicas, que
tratan de limitar de cualquier modo la libertad de los esposos en la decisión
sobre los hijos. Por consiguiente, hay que condenar totalmente y rechazar con
energía cualquier violencia ejercida por tales autoridades a favor del
anticoncepcionismo e, incluso, de la esterilización y del aborto procurado. Al
mismo tiempo, hay que rechazar como gravemente injusto el hecho de que en las
relaciones internacionales la ayuda económica, concedida para la promoción de
los pueblos, esté condicionada a programas de anticoncepcionismo, esterilización
y aborto procurado .
Los medios de comunicación son con frecuencia
cómplices de esta conjura contra la vida, creando en la opinión pública una
cultura que presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el
aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de libertad,
mientras muestran como enemigas de la libertad y del progreso las posiciones
incondicionales a favor de la vida .
El mismo Juan Pablo II les decía a
los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Denver (Colorado), el 15 de
agosto de 1993: Defended la vida. Cristo os necesita a vosotros para iluminar el
mundo y mostrarle el sendero de la vida. Poned vuestra inteligencia, vuestros
talentos, vuestro entusiasmo, vuestra compasión y vuestra fortaleza al servicio
de la vida. No tengáis miedo... La vida es más poderosa que las fuerzas de la
muerte, la verdad es más poderosa que las tinieblas, el amor es más poderoso que
la muerte. ¡Ay de vosotros, si no lográis defender la vida! La Iglesia necesita
de vosotros para hacer que el Evangelio de la vida penetre en el entramado de la
sociedad.
LOS HIJOS
En la actualidad hay familias que no
quieren tener hijos, o al menos no más de uno, y tienen varias mascotas a
quienes tratan como a hijos. Y cuantos menos hijos, más mascotas hay en la
sociedad. En los países civilizados se ofrecen toda clase de servicios para
mascotas: calzado para la lluvia, impermeables, baños especiales, restaurantes,
cementerios... Ya existen sicólogos para combatir el stress de los animalitos,
institutos para adelgazarlos y amas para que no se queden solos… Ahora muchas
familias deben de programarlo todo de acuerdo a las necesidades de sus mascotas.
¿Por qué? Porque son un sustituto de los hijos que no se quieren
tener.
Cuando hay divorcios, con frecuencia es más fácil ponerse de
acuerdo sobre la tenencia de los hijos que sobre las mascotas. Por supuesto que
hay que tratar bien a los animales, que nos ayudan y nos acompañan, pero no hay
que llegar a extremos lamentables. Todo tiene su justo límite. No se puede
llegar a casos como el de la millonaria americana Leona Helmsley, que fallecida
a los 87 años, transformó a su perrita Trouble en una de las principales
beneficiarias de su testamento. Trouble heredó doce millones de dólares con
derecho, al morir, de ser enterrada en el mausoleo de la familia. No obstante,
la señora Helmsley desheredó a dos de sus cuatro nietos.
Por eso,
recordemos lo que dijo Jesús: No hay que echar las perlas a los cerdos (Mt 7,5),
ni el pan de los hijos a los perros (Mc 7, 27).
Los hijos son un regalo
y una bendición de Dios. Los esposos deben estar abiertos a la vida y decidir en
conciencia y con generosidad cuántos hijos deben tener de acuerdo a sus
posibilidades. Pero, cuando hay fe y confianza en Dios, cuántas bendiciones
reciben los padres que son capaces de afrontar situaciones difíciles, como
veremos mas adelante, por amor a sus hijos y por querer tener una familia
numerosa para gloria de Dios.
Los hijos siempre son un regalo de Dios,
una bendición de Dios. No hay ningún versículo en la Biblia que diga lo
contrario. Cada hijo es un nuevo regalo y hay que recibirlo con amor. Nos dice
nuestro Padre Dios:
- La herencia que da el Señor son los hijos; su
salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la
juventud. Dichoso el que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado, cuando
litigue con su adversario en la plaza (Sal 126, 3-5). - Tus hijos son como
renuevos de olivo alrededor de tu mesa: ésta es la bendición del hombre que teme
al Señor. Que el Señor te bendiga... y veas a los hijos de tus hijos (Sal 127,
3-4). - El Señor, a la estéril, le da un puesto en la casa, como madre feliz
de hijos (Sal 112, 9). - La corona del anciano son sus hijos y sus nietos;
los hijos son la honra de sus padres (Prov 17, 6).
Por tanto, una familia
numerosa no sólo es una bendición para todos los familiares, sino también una
bendición para la nación, para la Iglesia y para el mundo entero.
ENSEÑANZA DE LOS PAPAS
Decía el Papa Pío XII: Padres e
hijos de familias numerosas, sigan dando testimonio sereno y firme de su
confianza en la divina providencia y estén seguros que Él no dejará de
recompensaros con el testimonio de su auxilio diario y, cuando sea necesario,
con aquellos auxilios extraordinarios que muchos de vosotros ya han sido
afortunados en experimentar.
Las familias numerosas son los frutos más
espléndidos del jardín de la Iglesia; la felicidad florece en ellas y la
santidad madura en suelo favorable. Dios quiso que cada grupo familiar, aún el
más pequeño, fuera un oasis de paz espiritual. Pero hay una tremenda diferencia:
donde el número de hijos no es más que uno, la intimidad serena, que da valor a
la vida, tiene un toque de melancolía y de palidez; no dura tanto, puede ser más
incierta y, con frecuencia, está nublada por temores secretos y
remordimientos...
En las familias numerosas, las pesadas labores, los
sacrificios y la renuncia a las diversiones costosas, son recompensadas, incluso
aquí abajo, con el inagotable tesoro del afecto y las tiernas esperanzas que
residen en sus corazones.
Las esperanzas pronto se vuelven realidad,
cuando la hija mayor comienza a ayudar a su madre en el cuidado del bebé y
cuando el mayor de los hijos llega a casa con rostro sonriente y con el primer
salario, que se ha ganado por sí mismo. Aquel día, será particularmente feliz
para los padres, pues hará desaparecer el fantasma de una futura miseria y se
sentirán recompensados por sus sacrificios.
Por otra parte, con justa
razón se ha señalado también que las familias numerosas han estado al frente
como cuna de santos. Podríamos citar, entre otras, a la familia de San Luis, rey
de Francia, compuesta de diez hijos; la de santa Catalina de Siena, que
descendía de una familia de veinticinco; San Roberto Belarmino de una familia de
doce y San Pío X de una familia de diez .
El Papa Juan Pablo II, en el
Encuentro mundial de las familias, celebrado en Roma el año 2000, dijo: Los
hijos son la primavera de la familia y de la sociedad: ¿Qué significa está
metáfora escogida para el jubileo? Ella nos lleva a ese horizonte de vida,
colores, luz y canto propio de la estación primaveral. Los niños saben todo eso
de forma natural. Ellos son la esperanza que sigue floreciendo, proyecto que
siempre vuelve a ponerse en marcha, futuro que se abre sin pausa. Representan la
floración del amor conyugal que en ellos se reencuentra y consolida. Al ver la
luz, traen un mensaje de vida.
A vosotras madres, os dirijo un angustiado
llamamiento: ¡sed siempre fuentes de vida, jamas de muerte! ¡No temáis a la
vida! ¡Proclamad el valor de la familia y de la vida! Sin estos valores, no
habrá porvenir digno del hombre .
Queridas Familias:
¡No
tengáis miedo a los riesgos! ¡La fuerza divina es mucho más potente que vuestras
dificultades! Inmensamente más grande que el poder del mal es la eficacia del
sacramento de la reconciliación... Incomparablemente más grande es, sobre todo,
la fuerza de la Eucaristía. La Eucaristía es un sacramento verdaderamente
admirable. En él se ha quedado Cristo mismo como alimento y bebida, como fuente
de poder salvífico para nosotros. Nos lo ha dejado para que tuviéramos vida y
vida en abundancia (Jn 10, 10)... ¿No instituyó Jesús la Eucaristía en un
contexto familiar durante la Última Cena? Cuando os encontráis para comer y
estáis unidos entre vosotros, Cristo está cerca. Y todavía más, Él es el
Emmanuel, el Dios con nosotros, cuando os acercáis a la mesa eucarística... La
fuerza educativa de la Eucaristía se ha consolidado a través de las generaciones
y de los siglos... Jesús, el buen pastor, nos repite: No tengáis miedo. Yo estoy
con vosotros. Estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo
.
VENTAJAS DE LAS FAMILIAS NUMEROSAS
El médico americano
Huntington estudió a 1700 personas graduadas en la universidad de Yale entre los
años 1922 y 1926. Y encontró que, en su vida adulta, el éxito profesional
predominaba en los de familias numerosas. Con ello demostró la falsedad del
prejuicio según el cual los hijos de familias reducidas triunfan más que los de
familias numerosas. La verdad es exactamente lo contrario.
De sobra se
conocen los defectos y los sufrimientos de los hijos únicos, alimentados con
excesiva precaución y demasiados cuidados, que son más egocéntricos y menos
luchadores, por lo general, que los de familias numerosas, que saben compartir
mejor y han sido educados generalmente en el esfuerzo y el sacrificio, valores
fundamentales para triunfar en la vida.
Lockermann estudió los
antepasados de 200 hombres célebres, encontrando que sólo 8 de ellos eran hijos
únicos; en cambio, 42 provenían de familias que tenían de 2 a 4 hijos y 150 de
familias con más de 5 hijos. La lista de hombres y mujeres célebres, hijos de
familias numerosas, demuestra que las condiciones de vida de estas familias
constituyen un ambiente más propicio para los talentos excepcionales. Todos los
autores están de acuerdo en señalar que el hogar desempeña un papel
importantísimo en la formación del niño. Y, desde el punto de vista familiar, la
familia numerosa es una familia, generalmente, más sana, donde se valora más el
amor y la unión familiar, el trabajo y el esfuerzo colectivo para salir adelante
.
Veamos algunos hombres famosos:
- Benjamin Franklin
(inventor), último de 10 hermanos. - San Juan Bautista de la Salle (fundador
de los Lasallistas), mayor de 10. - San Marcelino Champagnat (fundador de los
maristas), el noveno de 10 hermanos. - Mel Gibson (director de la película La
Pasión), el sexto de 11 hermanos. - San Pío X (Papa), segundo de 10
hermanos. - Santa Catalina de Siena, la número 22. - San Bernardo, el
último de nueve. - San Ricardo Pampuri, el penúltimo de 11. - El beato Faa
di Bruno el último de 12. - Gabriel García Márquez (premio Nobel de
literatura), mayor de 12 hermanos. - Jean Baptiste Lamarck (científico),
décimo de 10 hermanos. - Santa Edith Stein (filósofa), última de 11
hermanos. - Santa Teresita del niño Jesús, última de 9 hermanos. - Santa
Teresa de Jesús tuvo 11 hermanos. - San Ignacio de Loyola (fundador de los
jesuitas), último de 13 hermanos. - Francisco Robles Ortega (arzobispo de
Monterrey), tercero de 16 hermanos. - Beato Juan XXIII (Papa), tercero de 13
hermanos. - Eduardo Pironio, (cardenal), el último de 22 hermanos. -
Nicolás López Rodríguez (cardenal), el décimo de 16 hermanos.
San
Josemaría de Escrivá de Balaguer en sus Conversaciones decía: Bendigo a los
padres que, recibiendo con alegría la misión que Dios les encomienda, tienen
muchos hijos. Invito a los matrimonios a no cegar las fuentes de la vida, a
tener sentido sobrenatural y valentía para llevar adelante una familia numerosa,
si Dios se la manda.... Son criminales, anticristianas e infrahumanas las
teorías que hacen de la limitación de los nacimientos un ideal o un deber
universal o simplemente general. Sería adulterar y pervertir la doctrina
cristiana querer apoyarse en un pretendido espíritu postconciliar para ir contra
la familia numerosa. El concilio Vaticano II ha proclamado que son dignos de
mención los cónyuges que, de común acuerdo, aceptan con magnanimidad una prole
numerosa para educarla dignamente (Gaudium et Spes 50)... Los ataques a las
familias numerosas provienen de la falta de fe. Son producto de un ambiente
social incapaz de comprender la generosidad y que pretenden encubrir el egoísmo
y ciertas prácticas inconfesables con motivos aparentemente altruistas.
Y
en estas familias numerosas, cuando hay fe, surgen en abundancia las vocaciones.
Porque la familia, decía el Papa Juan Pablo II, es el primer seminario y el
vivero natural de las vocaciones. En las familias, que viven su fe católica, se
valora y se agradece la vocación religiosa o sacerdotal de sus hijos. Porque un
hijo sacerdote o una hija religiosa es una bendición de Dios para toda la
familia.
LA MADRE
Las madres son, de modo especial,
colaboradoras de Dios en la gran obra de la formación de un ser humano. Por eso,
decía el cardenal Joseph Mindszenty: La persona más importante de la tierra es
una madre. No puede reclamar el honor de haber construido una catedral. No lo
necesita. Ha construido algo más impresionante que una catedral: un hogar para
un alma inmortal, la pequeña perfección del cuerpo del bebé... Los ángeles no
han sido bendecidos con esa gracia. No pueden participar en el milagro creador
de Dios de conducir nuevos santos al cielo. Sólo una madre humana puede hacerlo.
Las madres están más cerca de Dios creador que ninguna otra criatura. Dios se
alía con las madres para realizar este acto de creación... ¿Qué hay en este
mundo más glorioso que una madre? .
Ser madre es comprometerse de por
vida con el hijo que recibe de Dios. No importa, si es enfermo o si se enferma
en el transcurso del tiempo. Una madre es madre para toda la vida y llena con su
ternura y su alegría la vida de su esposo y de sus hijos, sobre todo, si es una
madre cristiana, que tiene un profundo sentido de fe y confianza en
Dios.
La Biblia la elogia, diciendo:
Ella vale mucho más que las
perlas. En ella confía el corazón de su marido y no tiene nunca falta de nada.
Le da siempre gusto, nunca disgustos, todo el tiempo de su vida... Todavía de
noche se levanta y prepara a su familia la comida. Tiende su mano al pobre. Se
reviste de fortaleza y gracia y sonríe al porvenir. La sabiduría abre su boca y
en su lengua está la ley de la bondad. Vigila a toda su familia y no come su pan
de balde. Se alzan sus hijos y la aclaman bienaventurada y su marido la ensalza
(Prov 31).
El Papa Pío XII decía de ella: Es el sol de la familia con su
generosidad y abnegación, con su constante prontitud, con su delicadeza
vigilante y previsora. Ella difunde en torno a sí luz y calor: y, si suele
decirse de un matrimonio que es feliz, cuando cada uno de los cónyuges, al
contraerlo, se consagra a hacer feliz al otro, ese noble sentimiento e intención
es, sin embargo, virtud principal de la mujer. A ella le nace ese sentimiento
con las palpitaciones de madre y con la madurez del corazón. Madurez que, si
recibe amarguras, no quiere dar sino alegrías; si recibe humillaciones, no
quiere devolver sino dignidad y respeto.
La madre es el sol de la familia
con la claridad de su mirada y con el fuego de su palabra. Mirada y palabra que
arrastran al hombre a la alegría del bien y de la convivencia familiar, después
de una larga jornada de continuo y fatigoso trabajo en la oficina o en las
exigentes actividades del comercio o en el campo o en la industria. Ella es el
sol de la familia con su ingenua naturalidad, con su digna sencillez y con su
majestad cristiana y honesta... ¡Oh, si supieseis cuán profundos sentimientos de
amor y de gratitud suscita en el corazón del padre de familia y de los hijos,
semejante imagen de esposa y de madre! .
Las madres son el capitán del
barco de la casa, la luz que ilumina el hogar. Deben aprender a tener paciencia,
sentido del humor, mucha alegría y sonreír siempre. Con su ejemplo, deben
enseñar a sus hijos que las personas son más importantes que las cosas. De modo
que las cosas materiales nunca tengan preferencia sobre las personas. No
importa, si los niños ensucian o dejan los juguetes en cualquier parte, lo
importante es que jueguen y sean felices; aunque después haya que enseñarles a
recoger las cosas y a limpiar lo que han ensuciado. La limpieza y el orden son
importantes, pero no hasta el punto de que, por quedar bien ante los visitantes,
haya que poner mala cara cada vez que uno deja algo fuera de lugar. Los hijos y
el esposo son más importantes que toda la limpieza y el orden del mundo. Por
otra parte, las madres deben dar amor sin medida. Ya decía San Agustín que la
medida del amor es el amor sin medida. Por eso, es triste, cuando alguna vez se
oye a una madre que le dice al esposo: No soy tu empleada, así que caliéntate la
comida, lávate la ropa o arréglate tus cosas. Ciertamente que, cuando los dos
trabajan, los dos deben compartir las tareas del hogar, pero el amor nunca mide
lo que da.
En mi experiencia personal, puedo decir que para mí una de las
cosas más grandes y hermosas de mi infancia era saber que mi madre estaba
siempre en casa y que, a cualquier hora del día, podía ir a pedirle algo,
sabiendo que la encontraría lista para ayudarme. Es algo grande que sean las
propias madres las que cuidan y educan a sus hijos. Eso no tiene precio, y los
hijos lo agradecerán toda la vida. Otra cosa, que siempre recuerdo, es el ver a
mi madre, rezando el rosario. Ella nos enseñaba la fe con el ejemplo.
El
padre Donato Jiménez, mi compañero agustino recoleto en Lima, ha escrito un
libro De cosas sencillas, donde alaba la virtud y la fe de su madre. Tuvo 15
hijos y de ellos 3 sacerdotes. Era una madre religiosa y ejemplar, a la que su
esposo pudo decir en el momento de su muerte: ¡Bendita seas!
Ser madre es
darlo todo y dejarlo todo por amor a los hijos. Es por esto que María Luisa De
Rita, una madre de familia con ocho hijos, casada desde hace 40 años con el
ex-presidente del Centro italiano de investigaciones sociales (CENSIS), pudo
decir: Como madre, me siento colaboradora de Dios en la obra de la formación
de un nuevo niño. Cuando nos casamos, queríamos tener doce hijos... El ser madre
me ha hecho ser más alegre; porque, cuando tienes muchos hijos alrededor, te
haces inevitablemente más alegre y más fuerte. Me considero una mujer
afortunada, una mujer, como digo a menudo, mimada por Dios... Yo trabajaba como
periodista y ahora escribo cuentos para niños. He continuado, de manera
limitada, estas actividades. Las mujeres, que renuncian a la maternidad por sus
éxitos profesionales, no saben la alegría que se pierden. Veo amigos que llegan
a la paternidad a los 40 años y se derriten por el niño y se preguntan cómo no
se han dado cuenta antes. Temen los sacrificios y no saben que, cuando se ama,
no hay sacrificios. Quizás a muchos les detiene el miedo ante un futuro
nebuloso. Por eso, es tan importante la fe. La fe, enseñada cada tarde con el
signo de la cruz y el padrenuestro. Ciertamente, la fe es un don. Pero hay que
pedirla. Cuando veía a uno de mis hijos abordado por la duda, le decía:
"Arrodíllate y reza". La fe es un don que hay que pedirlo con humildad
.
Victoria Gillick es otra madre católica valiente, no sólo porque ha
tenido diez hijos, sino porque ha tenido la valentía de buscar colaboradores y
reunir firmas para mover a la opinión publica inglesa con el fin de persuadir a
las autoridades para que cambiaran las leyes que daban muchas facilidades a los
adolescentes de las escuelas para poder conseguir anticonceptivos, incluso en
contra de la voluntad de sus padres y sin que ellos supieran nada. Victoria
Gillick luchó para que quedara intacta la responsabilidad de los padres en la
educación de sus hijos y que las autoridades no dieran facilidades a los
adolescentes para tener relaciones sexuales. Ella ha escrito un libro sobre sus
luchas para cambiar ciertas leyes y sobre su vida cotidiana con sus 10 hijos,
titulado Relato de una madre .
El famoso padre A. Duval, jesuita y
cantante francés de los años sesenta, decía de sus padres: Mi padre se ponía a
orar de rodillas con la frente inclinada entre las manos. Mi madre, sentada y
con un niño en brazos, murmuraba oraciones en voz baja. Y yo me decía: ¡Qué
grande tiene que ser Dios para que mi padre se arrodille ante Él con tanto
respeto! Y ¡qué bueno tiene que ser para que mi madre rece sentada con mi
hermanito en brazos y sin quitarse el delantal! Los labios de mi madre y las
rodillas de mi padre me enseñaron más teología que los libros del
Seminario.
FAMILIAS DE FE
Realmente, lo más importante en
las familias es la vida de amor, de unión y de fe. ¿De qué serviría tener muchos
hijos biológicamente sin querer tenerlos? Esa no sería una verdadera familia
numerosa, pues los padres los habrían tenido por inercia, quizás por no saber
cómo evitarlos. Lo importante es tener familias numerosas a propósito, porque se
ama a los hijos y se los recibe como un don de Dios.
Veamos algunos casos
de madres con fe hasta el riesgo de su vida:
Gianna Beretta, nació en
Magenta, cerca de Milán en 1922, la décima de 13 hijos. Creció en un ambiente
profundamente religioso. Durante su juventud pensó en hacerse religiosa
misionera. Después se orientó a la profesión de médico, tradicional en su
familia. Se casó con el ingeniero Pietro Molla el 23 de setiembre de 1955. En
menos de cuatro años, dio a luz tres hijos: Pierluigi, Maria Zita y Laura Maria.
Luego, de improviso, vino el drama. Apareció un fibroma en el útero y, a los dos
meses y medio de embarazo, fue necesaria una operación quirúrgica. Ella declaró
al cirujano que debía ocuparse primero de salvar la vida de su criatura. En
vísperas del parto, reunió a su esposo y a los médicos para decirles que, si
debían escoger entre ella y el niño, que escogieran sin dudar al niño. Sálvenlo,
dijo. Al día siguiente, dio a luz a Gianna Emanuela, pero aparecieron
complicaciones: una peritonitis séptica que, en pocos días, el 28 de abril de
1962, la llevó a la muerte.
En el Encuentro mundial de las familias, en
Río de Janeiro, en 1997, Gianna Emanuela dio testimonio de su madre y dijo ante
120.000 personas:
Querida mamá, gracias por haberme dado dos veces la
vida: cuando me concebiste y cuando me permitiste ver la luz, protegiendo mi
vida, decidiendo dejarme vivir. Tú has coronado tu vida ejemplar con un amor que
no conoce límite. Yo quiero ser una continuación natural de tu vida, de tu
experiencia, de tu gozo de vivir y de tu entusiasmo. Querida mamá, protege a
todas las madres de las familias que confíen en ti. Gianna Beretta fue
beatificada por el Papa Juan Pablo II el 24 de abril de 1994.
Otro caso
ejemplar es el constituido por los esposos Luigi y María Beltrame Quattrocchi.
María Beltrame quedó embarazada en setiembre de 1913. Todo fue bien hasta el
final del cuarto mes. De pronto, le vino una violenta e imparable hemorragia. El
diagnóstico era placenta previa. Lo cual, en aquel tiempo, era como una doble
sentencia de muerte: para la madre y para el niño. El ginecólogo Regnoli, les
aconsejó la interrupción del embarazo, es decir, que abortara cuanto antes para
así salvar la vida de la madre. En ese tiempo, la posibilidad de sobrevivir era
de un cinco por ciento. Pero los dos esposos decidieron afrontar con fe la
situación y dijeron NO al aborto.
En esos momentos difíciles, la unión de
sus corazones se hizo más sólida que nunca. Fueron días, semanas, meses de
indecible angustia, que les ayudó a crecer en la fe y confianza en Dios. María
permanecía inmóvil en cama para no poner en peligro la debilísima posibilidad de
sobrevivir de su bebé. Al cumplirse los ocho meses, el doctor Enrico Pestalozza
decidió provocar el parto. María estaba muy anémica y el parto se realizó por
vía natural, pues una cesárea era muy peligrosa dada la gran debilidad de la
paciente.
Ese día, 6 de abril de 1914, nació su cuarta hija, Enrichetta,
que nació sana y sin complicaciones, pero María sufrió una importante infección,
que, poco a poco, pudo superar. En total, tuvieron cuatro hijos. Los dos varones
llegaron a ser sacerdotes: Filippo, Monseñor Tarsicio de la diócesis de Roma; y
Cesare, padre Paolino, monje trapense. De las dos hijas, Stefania fue la madre
Cecilia de las religiosas benedictas, y Enrichetta constituyó un hogar cristiano
.
El Papa Juan Pablo II, beatificó a los dos esposos en la basílica
vaticana el 21 de octubre de 2001.
Otro caso es el de la familia del
famoso cardenal argentino Eduardo Pironio, que murió el 5 de febrero de 1998, a
los 77 años, y a quien se debe en gran parte el éxito de las jornadas mundiales
de la juventud. Sus padres eran emigrantes italianos. Cuando tuvieron su primer
hijo, su madre tenía 18 años y se enfermó gravemente. Durante seis meses estuvo
en cama sin poder moverse y los médicos le dijeron que no podría tener más
hijos, pues de lo contrario su vida correría grave peligro. Ante esta situación,
su madre, que era una mujer de fe profunda, oró mucho y fue a pedir consejo al
obispo, auxiliar de La Plata, que tenía fama de santo, quien le dijo: Los
médicos pueden equivocarse. Póngase en manos de Dios y cumpla sus deberes de
esposa. Y Dios la bendijo con un total de 22 hijos. El último de los cuales fue
el cardenal Pironio. Su madre, que vivió hasta los 82 años, le decía: Hijo, si
tú estás vivo, es porque yo he tenido la fe y la valentía para tener 22
hijos.
Ciertamente que hace falta tener mucha fe para estar dispuesta a
recibir todos los hijos que Dios le pudiera enviar sin negarle la vida a
ninguno. Y Dios la bendijo mucho más de lo que hubiera podido suponer . Como
dice la palabra de Dios: Él es poderoso para realizar todas las cosas
incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o imaginar (Ef
3,20).
Teresa Rivero es madre de 13 hijos y Presidenta del Club de fútbol
español Rayo Vallecano. Ella se levanta temprano todos los días para cocinar e
ir a misa... Dice: Yo soy muy creyente (es supernumeraria del Opus Dei) y
siempre he inculcado la fe a mis hijos, así como que sean honrados, trabajadores
y tengan una buena vivencia con Dios. Aunque yo soy del Opus, respeto la
libertad de mis hijos.
Ella se siente orgullosa de su familia numerosa en
la que ya hay 49 nietos y dice que su principal ocupación es dedicarse a su
esposo y a sus hijos solteros que viven en casa. Una mujer de fe, que se siente
orgullosa de su gran familia, y que ora todos los días por ella en la misa
diaria.
El cardenal de Santo Domingo (República Dominicana), Nicolás de
Jesús López Rodríguez, es el número diez de dieciséis hermanos, fruto de un
matrimonio cristiano. Un médico le había dicho a su madre, cuando iba a tener a
su décimo hijo, el futuro cardenal, que, si lo tenía, ponía en riesgo su vida.
Ella acudió a pedir consejo al padre Francisco Fantino, un sacerdote muy amado y
conocido con fama de santo, y éste le dijo: No matarás. Y su madre siguió con el
embarazo y después tuvo otros seis más para felicidad de toda la familia y para
la gloria de Dios.
Mi amigo Carlos Ávila me escribió su testimonio: Somos
una familia numerosa con 11 hijos. Mi esposa se llama Inmaculada y yo Carlos.
Nos casamos en la primera semana de la Pascua de 1980. Estábamos abiertos a la
vida, a la voluntad de Dios, y en diciembre de 1988 teníamos ya 7 hijos. En esa
misma fecha, el día de la Sagrada Familia, el Papa Juan Pablo II hizo un envío
de 72 familias del Camino Neocatecumenal a todas las naciones. A nosotros nos
envió por sorteo ir a Guayaquil (Ecuador) y estuvimos viviendo en un suburbio
muy pobre, en “palafitos”, sobre el mar, sin luz ni agua, etc. Partimos con
nuestros 7 hijos y la pequeña tenía 4 meses. El Señor nos ayudó muchísimo y
vivimos esta experiencia de ser una familia misionera con una gran alegría. Allí
permanecimos 4 años y otros dos en la selva. Posteriormente, en 1995, S.S. Juan
Pablo II nos envío a Lima (Perú), donde vivimos desde hace 13 años en un cerro
de tierra en el cono Sur de la ciudad. En medio de este ambiente hemos visto
crecer a nuestros hijos y tener una fe fuerte. En el 2001 nació nuestro undécimo
hijo, Pablo, que tiene síndrome de Down. En un primer momento, pensamos si sería
conveniente retornar a España donde sería más fácil la atención de este hijo,
pero vimos que, si el Señor nos lo había concedido en la misión, es porque
pensaba que era mejor vivir aquí.
Pablo es un encanto, la joya de la
familia, el mayor regalo que puede tener una familia numerosa y, a su vez, el
mejor sitio donde pueden vivir estos niños. Hace tres años hemos cumplido 25
años de matrimonio, lo hemos celebrado con nuestra Comunidad en la parroquia y
el Señor nos ha concedido hacer un viaje de novios a Cuzco; y hemos visto cómo
el Señor nos ha concedido amarnos más que al principio. Mirando hacia atrás,
vemos qué sencillo ha sido sacar adelante a los hijos. Y es el Señor quien lo ha
hecho, ha sido un milagro patente. El año pasado se casó en Lima nuestro primer
hijo y, si Dios quiere, este año seremos abuelos, una nueva etapa. Inmaculada y
yo vemos que, si el Señor nos hubiese preguntado cuando éramos jóvenes que vida
queríamos que nos diese, nunca hubiésemos imaginado una tan bella como la que el
Señor ha hecho con nosotros.
MADRES HEROÍNAS
Concepción
Castellón era una joven madre nicaragüense que tenía 9 hijos a quienes amaba
entrañablemente. Era una ferviente católica y compartía lo poco que tenía con
otras personas necesitadas. Siempre dio ejemplo a sus hijos de amor a Dios y al
prójimo. Al salir embarazada por décima vez, el médico le aseguró que peligraba
su vida y le recomendó el aborto. Pero ella le dijo que solamente Dios puede
decidir quién vive y quién muere: Ella o su hijo por nacer.
A sus 40
años, después de haber dado a luz a una niña en su décimo parto, se complicaron
las cosas y murió diez días después, el 8 de abril de 1956, en San Pedro de Sula
(Honduras). Su hija, María Magdalena, que actualmente vive en Miami con su
esposo y dos hijos, dijo de ella: Ninguna madre tiene más amor que la que da la
vida por su hijo (Jn 15,13). Los diez hijos que ella dejó al morir han llegado a
ser hombres y mujeres de provecho para la sociedad .
Una joven madre
londinense postergó el tratamiento contra la leucemia que la aquejaba para
permitir el nacimiento de su bebé y murió dejando una lección de coraje y de
amor a la vida. A fines del 2000, Kelly Byrne, de 19 años, decidió no abortar al
hijo que esperaba y suspender el tratamiento de quimioterapia y radioterapia que
recibía. Dio a luz en agosto, y en diciembre se sometió a un transplante de
médula ósea. Pero murió en el University College Hospital
Kelly había
desarrollado la leucemia a los 13 años y, según cuentan sus familiares, decidió
interrumpir el tratamiento, porque primero pensó en su bebé. Había posibilidad
de que el cáncer creciera muy rápido sin el tratamiento en los meses de
embarazo, pero quiso correr el riesgo, porque, como ella dijo: No podía dejar
que mataran a mi bebé .
Una madre dice: Soy médico, casada desde hace
nueve años. Ocho años atrás, cuando realizaba el internado, enfermé de rubeola,
presentando al mismo tiempo un embarazo de siete semanas de gestación. Me sentí
presa de pánico. Conocía todos los riesgos para la vida de mi hijo y me habían
enseñado que la solución en estos casos es el aborto eugenésico, es decir,
impedir el nacimiento de un ser anormal, abortándolo. Pero mi esposo y yo
tomamos la decisión de aceptar a nuestro hijo tal como viniere, sano o enfermo.
Suspendimos las pruebas para detectar posibles anomalías y empezamos a
prepararnos para recibirlo. Y el niño nació hermoso y saludable y dotado de
cualidades excepcionales, gracias a Dios .
La hija del ex-presidente de
España Adolfo Suárez no quiso abortar, a pesar de tener cáncer. Marián Suárez
estaba enferma de cáncer y embarazada, pero antepuso la vida de su hijo a la
suya propia. Prefirió no recibir los tratamientos contra su enfermedad, que
podrían haber acabado con la vida del niño. Ella decidió apostar por la vida de
su hijo. Éste ha sido un testimonio admirable, que servirá de ejemplo a muchas
otras personas que estarán en situaciones semejantes.
Barbara Barton,
norteamericana de 37 años, esperó que nacieran sus dos hijos gemelos antes de
recibir tratamiento contra la leucemia, sabiendo que ello acortaría su vida.
También en Estados Unidos una ginecóloga de 34 años, Clementina Geraci, optó por
salvar la vida de su hijo por nacer. Cuando tenía tres meses de embarazo, le
diagnosticaron cáncer de mama. Y optó por evitar tratamientos dañinos para el
bebé aun a riesgo de su vida. Su hijo Dylan nació hace unos meses, pero su madre
murió en Riverdale, Estado de Maryland. Antes de morir, quiso grabar un vídeo
para que su hijo la conociera algún día.
Carla, una mujer italiana, tenía
26 años cuando esperaba su segundo hijo. El médico le diagnosticó cáncer y le
advirtió: Dar a luz al niño, que llevas en tu vientre enfermo, es renunciar a tu
propia vida. La alternativa era: Ella o el niño. Y ella escribió en su Diario:
Mi vida por la de mi hijo. A pesar de todo, su hijo murió a los ocho días de
nacido, cuando ella ya había muerto. Su esposo declaró: Stefano ha vuelto a los
brazos de su madre .
Sor Lucía de Fátima dijo en una ocasión que el Papa
Juan Pablo II estaba en el mundo, porque su madre se negó a abortarlo. A Emilia
Daczorowska, su madre, los médicos le aconsejaron que no llevara hasta el final
su tercer embarazo, porque ponía en riesgo su propia vida y la integridad del
niño. Pero la madre del Papa se negó a abortar, dispuesta a sacrificar su vida
por la de su hijo. El embarazo fue difícil, pero el niño nació sano. Ella tuvo
complicaciones de corazón y riñón, muriendo a los 44 años, cuando el Papa tenía
ocho años de edad. Si ella hubiera decidido abortar, el mundo hubiera perdido un
gran hombre. ¿Cuántos santos y grandes hombres se habrán perdido por causa del
aborto? .
Todavía existen en el mundo muchas madres heroínas que, aunque
no lleguen al sacrificio supremo de dar su vida, hacen diariamente incontables
sacrificios por sus hijos. Es un amor desinteresado, que lo da todo por ellos y
por su esposo sin esperar nada a cambio. Ellas no reciben galardones humanos,
pero Dios, que las conoce, ciertamente les dará el ciento por
uno.
LA EUCARISTIA, FUERZA DE LA VIDA
La Eucaristía es
la presencia viva y real de Jesús en medio de nosotros. Por eso, cuando tengamos
problemas especiales, Él nos invita a acudir a Él que es la fuente de toda paz,
alegría, amor y bendiciones. Él nos dice: Venid a Mí todos los que estáis
cansados y agobiados, que yo os aliviaré (Mt 11,28). Y, a cada uno, nos dice
como a Jairo: No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc 5,36). En nuestras
necesidades debemos acudir a Él, sabiendo que vamos a encontrar en Jesús un Dios
amigo y cercano, que nos perdona y tiene compasión de nuestras debilidades y
problemas.
El Papa Benedicto XVI nos dice: Los laicos han de cultivar el
deseo de que la Eucaristía influya cada vez más profundamente en su vida diaria,
convirtiéndolos en testigos visibles en su propio ambiente de trabajo y en toda
la sociedad. Animo de modo particular a las familias para que este sacramento
sea fuente de fuerza e inspiración. El amor entre el hombre y la mujer, la
acogida a la vida (de sus hijos) y la tarea educativa se revelan como ámbitos
privilegiados en los que la Eucaristía puede mostrar su capacidad de transformar
la existencia y llenarla de sentido .
En el humilde signo del pan y del
vino, transformados en su cuerpo y en su sangre, Cristo camina con nosotros como
nuestra fuerza y nuestro viático, y nos convierte en testigos de esperanza para
todos .
Personalmente, he conocido casos en los que los médicos decían
que no había ninguna posibilidad de tener hijos y, después de orar y
encomendarse a Dios con fervor, han podido tenerlos como un milagro. Otras
veces, los médicos decían con seguridad que el niño iba a nacer enfermo y nacía
sano. Recuerdo a este respecto que, en una ocasión, vino a visitarme una señora
con su hijita de unos cinco años y me dijo: Cuando estaba embarazada de esta
niña, los médicos me dijeron que, de acuerdo a la prueba del líquido amniótico,
iba a nacer con síndrome de Down y que debía abortarla para no tener una hija
que iba a sufrir toda la vida. Yo me opuse y comencé a venir a la iglesia todos
los días para comulgar y pedirle al Señor que me diera fuerzas para soportar los
desprecios de mi familia y todos los inconvenientes de una hija enferma. Al
final, nació totalmente sana, como usted puede ver. ¿Los médicos se equivocaron?
¿Dios hizo un milagro?
Monseñor José Mani, obispo encargado de las
familias de Roma, en una carta pastoral sobre la familia, escribía: Conozco dos
esposos, a quienes he casado. Jamás pudieron imaginar que iban a encontrarse en
una situación en la que deberían escoger entre el aborto o la muerte de la
esposa. Era el tercer embarazo y el ginecólogo les había hablado del riesgo de
muerte. Consultados otros ginecólogos, llegaron a la misma conclusión. Los
familiares y amigos los presionaban para que decidieran por el aborto. Ellos
decidieron confesarse y comulgar antes de tomar una decisión. Y después de
comulgar, la esposa le dijo al esposo: "Yo confío en Dios, no voy a abortar". Y
decidieron comulgar todos los días para recibir fuerzas. Felizmente, Dios quiso
que el tercer hijo llegara sano y que la mamá siguiera con vida para alegría de
todos.
Pero ¡cuánta fe y oración hace falta para tomar decisiones de esta
naturaleza en las que está en juego la vida del niño y de la madre!
Una
señora contaba: Soy la novena de trece hijos. Cuando mis padres se casaron en
1962, los médicos les dijeron que por problemas sanguíneos podrían tener, como
mucho, un hijo sano. Mis padres rezaron mucho a nuestra Madre la Virgen y a
Jesús Eucaristía, poniendo el futuro de la familia totalmente en manos de Dios.
Desde ese momento, fueron generosamente bendecidos. Hoy, 35 años después, tienen
13 hijos completamente sanos, física, mental y espiritualmente. Ninguno de sus
hijos ha tenido nunca una enfermedad grave. Ninguno ha abandonado la fe. Rezamos
el rosario en familia a diario. Vamos a misa semanalmente y muchos de nosotros
cada día. Creo que Dios recompensa a los que confían en Él y permanecen abiertos
a la vida, incluso, cuando es difícil .
TESTIMONIOS
Veamos
algunos testimonios ejemplares de esposos que, confiando en Dios, han sido
capaces de arriesgarse y tener a sus hijos a pesar de las dificultades que eso
ha supuesto.
a) CESÁREA
Me llamo Silvia. Soy una mujer
enfermiza. Desde los cinco años tengo asma y soy muy débil y miedosa, cobarde
ante la sangre. Nunca creí que podría casarme, debido a mi enfermedad. Me casé
con David el 22 de diciembre de 1979. Mi deseo era tener sólo dos hijos y David
pensaba lo mismo. Pero Dios tenía otros planes para nosotros. Mis primeros 7
años de matrimonio fueron muy difíciles. Pensé en suicidarme o divorciarme,
porque no soportaba la relación. Pero el Señor nos cogió en medio de pleitos,
golpes, celos y de mis crisis asmáticas. Mi esposo David no creía en Dios y
había sido antes integrante del partido comunista del Perú. Pero asistimos a las
catequesis del grupo neocatecumenal de la parroquia Santa María de Jesús de
Lima.
Cuando comenzamos el camino neocatecumenal, ya teníamos dos hijos
con cesárea. Y yo me quité la T de cobre para estar abierta a la vida de acuerdo
al plan de Dios. Llegó el tercero por cesárea y me hablaron del riesgo de muerte
de quedar nuevamente embarazada. Pero Dios, que es el dueño de la vida, permitió
que quedara embarazada a los cinco meses. Fue un tiempo de lucha y angustia por
el miedo a la muerte, pero otro hijo nació en 1988, aunque con algunos
problemas, que se superaron con el tiempo. Nuestro quinto hijo nació el 14 de
julio de 1990 y tuvimos que hacer muchos esfuerzos para conseguir el dinero para
la operación. En 1992, llegó María Judit. Fueron tiempos de fuerte persecución
por parte de los médicos y enfermeras, que decían que me iba a morir. Yo dudaba
en ligarme las trompas o usar algún anticonceptivo abortivo. Pero Dios me ayudó
a superar mis dudas y mis miedos.
En 1994, vino Isaac Benjamín, cuando ya
estábamos en una estupenda unión matrimonial. David me ayudaba mucho en casa y
también mis hijos contribuían en las tareas del hogar, pues no teníamos
empleada. David se dedicaba a un trabajo manual duro, la cerrajería, y había
dejado la música, que tanto le había gustado, pero que lo había extraviado,
llevando una vida bohemia con borracheras y ausencias, al principio de nuestro
matrimonio.
En 1996, nació Jhonatan Elías. En 1999, nació Annitani y el
23 de octubre del 2001 nació Hadaza Jordana. Estas dos hijas menores son una
alegría inmensa, dos florecillas en medio de este jardín hermoso de hijos, en el
que damos eternas gracias a Dios Padre por bendecirnos tanto. Nuestro matrimonio
es feliz en medio de nuestros caracteres diferentes, en medio de la precariedad,
en medio de mi enfermedad (asma y osteoporosis). Dios provee para sostener la
familia. Nuestra hija mayor ya acabó sus estudios de contabilidad y el segundo
es violinista de la orquesta filarmónica. Actualmente seguimos abiertos a la
vida, no usamos anticonceptivos. Estamos abandonados a la voluntad de Dios. Y
estamos gozando de nuestro primer nieto, Sebastián, nacido el 1 de marzo del
2008.
Realmente es una familia excepcional de 10 hijos con 10 cesáreas.
En este caso, como en tantos otros, Dios los ha bendecido más de lo que hubieran
podido jamás imaginar, a pesar de la difícil situación económica en que viven.
Valió la pena hacer tantos esfuerzos, porque un hijo vale más que el mundo
entero. Y ellos han podido comprobar en carne propia la promesa de Dios para los
que confían en Él: Dios proveerá a todas vuestras necesidades según sus riquezas
en Cristo Jesús (Fil 4,19)
Kimberly, la esposa del ex-pastor
presbiteriano Scott Hahn, es una mujer de mucha fe. Ambos se hicieron católicos
y escribieron el testimonio de su conversión en su libro Roma, dulce hogar. Ella
dice:
Hasta ahora he tenido siete cesáreas... Me han cortado de arriba
abajo y de lado a lado. La cicatriz ahora parece un ancla. El número de cesáreas
que he tenido no han hecho todavía imposible tener más bebés, porque el médico
es capaz de abrir tejido cicatrizado. ¡El récord de cesáreas está en catorce en
Texas! .
Antes de tener mi cuarto hijo por cesárea, una enfermera me
sugirió: Deberías ligarte las trompas, aprovechando que el médico te va a abrir.
Rápidamente, respondí: “Que no me toquen. Me encantaría volver aquí y tener otro
hijo, aunque implique otra cesárea”. Mientras me llevaban al quirófano, oí que
la enfermera les decía a sus compañeras: Lleva cuatro cesáreas y quiere volver a
tener otra. No se lo podían creer, no porque no hubieran visto a una mujer con
cinco cesáreas, sino porque yo quería que ocurriese, a sabiendas del sacrificio
que suponía.
- Me llamo Úrsula Conroy de Franco y tengo 37 años. Estoy
casada desde hace 14 maravillosos años. Desde que fui chica, mi mayor ilusión
era casarme y tener muchos hijos. Gracias a Dios, conseguí un buen esposo, que
pensaba igual que yo sobre la importancia de la familia. Tengo siete hijos,
cinco por cesárea. Estos siete angelitos llegaron gracias a la voluntad de Dios
y el querer de nosotros. A todos los hemos esperado con la misma ilusión y
cariño. No niego que sea una tarea difícil y de responsabilidad, pero con
cariño, generosidad y entrega, se sale adelante. Hemos pasado por momentos,
económicamente hablando, muy difíciles; pero siempre con esa luz al final del
camino que te da la fuerza para seguir adelante y demostrarles a los chicos que
con mucho amor y fe en Dios, todo se logra.
El ser tantos hermanos les
ayuda a no ser tan egoístas y saber compartir. Cuando me preguntan cuántos hijos
tienes y yo les respondo "tengo 7", algunos me dicen: ¿Te quedarás ahí? Y yo les
respondo: "No lo sé". Porque para mí los hijos no son un castigo, sino una
bendición de Dios y es por algo que nos los está mandando. Muchos no comprenden
esto, pero yo les diría que no saben lo que se están perdiendo. No niego que no
sea agotador, pero al hacer un balance, uno se da cuenta de que vale la
pena.
Mi hija mayor, de 13 años, me decía: “Para mí, tener una familia
numerosa es una de las cosas más importantes y bonitas que pueden existir. A mí
me gusta tener una familia grande y no entiendo a la gente que no quiere tener
más que uno o dos hijos”.
- Me llamo Laura (35 años) y mi esposo Jovanny
(37 años). Somos un escándalo para algunos por tener siete hijos y los siete por
cesárea. Desde antes de casarnos, nos habían diagnosticado esterilidad; a mí por
problemas de hormonas y ovarios poliquísticos, y a mi esposo por varicoseles en
ambos testículos y baja formación de espermatozoides. Ante este cuadro, nos
lanzamos a la carrera de tomar medicamentos y tratamientos para que, cuando nos
casáramos, pudiéramos tener al menos un hijo.
Nos casamos el 15 de junio
de 1991 (de 20 y 21 años). Yo no salía embarazada. Después de nueve meses de
casados, decidimos dejar todo en manos de Dios y suspendimos los tratamientos y
medicamentos. ¡Cuál no sería nuestra sorpresa y la de los médicos que, al poco
tiempo, quedé embarazada sin tratamientos! Nuestro primer hijo nació el 18 de
octubre de 1992 y lo llamamos Juan Pablo en honor del Papa Juan Pablo II. Hoy
tiene 13 años.
Después, me detectaron una gran cantidad de quistes en el
ovario izquierdo por lo que tuvieron que operarme de emergencia. Mi ginecóloga
se dedicó a limpiarme todos los quistes de los dos ovarios, incluyendo uno de
buen tamaño. Las esperanzas de un nuevo embarazo eran muy pocas o casi nulas.
Pero, de nuevo, se manifestó el Señor y, a los tres meses de la operación, ya
estaba embarazada para asombro de la ciencia y para gloria de Dios. Se llama
Juan Francisco, nació el 24 de enero de 1995 y tiene 11 años.
Por una
enfermedad vaginal que tenía en ese momento, humanamente era imposible quedar
embarazada y, sin embargo, Dios nos regaló otro niño, Juan Daniel, que nació el
20 de setiembre de 1996 y ahora tiene 9 años. La cuarta fue un regalo directo de
la Virgen. Nuevamente, tenía agudos dolores, que indicaban la presencia de
quistes en los ovarios. Se detectaron a través de sonografías. Pero, a pesar de
ello, fuimos a la jornada mundial de la juventud que tuvo lugar en París en
1997. Aprovechamos para ir a Lourdes y pedirle a la Virgen que me sanara y que
me diera una niña. Así fue. Al regresar y hacerme los análisis para preparar la
operación, no aparecieron los quistes en la sonografía ni he vuelto a sentir
molestias desde entonces. Quedé inmediatamente embarazada y tuve una hija,
Mariam de Lourdes. Nació el 8 de julio de 1998 y tiene ahora 8 años.
A
los demás hijos, al no haber impedimento científico que demuestre nuestra
esterilidad y ser obras de Dios, seríamos muy ingratos de no recibirlos. Laura
Raquel nació el 9 de noviembre del 2001 y tiene 5 años. Clara Isabel nació el 8
de setiembre del 2003 y tiene 2 años y medio. Y Juan Agustín nació el 25 de
julio de 2005 y cumple el primer año.
No tenemos palabras para
agradecerle al Señor por todo lo que ha hecho con nosotros. Es posible tener
hijos para Dios y es posible con la ayuda de Dios, confiando en su Providencia.
Valió la pena tener los siete, aunque fue con siete cesáreas.
En Estados Unidos, Bobbi McCaughey tuvo
septillizos el 19 de noviembre de 1997 y siguen vivos los siete. En total,
tienen ocho niños en Carlisle, cerca de Des Moines, en el Estado de Iowa. Ellos
también han sido personas de fe, que han confiado en Dios para poder superar el
miedo inicial ante un parto múltiple con tantos riesgos. Pero prefirieron correr
esos riesgos antes de abortar voluntariamente a algunos de ellos.
Miguel
Angel Raposo y Rosario Gordillo son dos esposos, que dieron su testimonio en el
estadio de Maracaná en Río de Janeiro en el II Encuentro Mundial de las
familias, delante del Papa Juan Pablo II, en octubre de 1997. Ellos son de
Huelva (España) y tienen escasos recursos económicos, él es albañil. Ante el
Papa y 120.000 personas presentes, Rosario dio testimonio de cómo había quedado
embarazada de ocho embriones, debido a un tratamiento de estimulación ovárica.
Los médicos les propusieron seleccionar los embriones, eliminando algunos para
asegurar el nacimiento de otros. Ella dice: Nosotros nos preguntábamos cómo
podríamos mirar a los ojos de los hijos nacidos sin pensar en aquellos que
habían sido eliminados. Tras seguir adelante con el embarazo, nacieron dos niñas
y cuatro niños después de 30 semanas de gestación. Al cumplir todos ellos los
seis años, hicimos una gran fiesta en la casa, cedida por el Ayuntamiento. En el
cuidado y atención de los niños nos ayudan nuestros amigos y hermanos de la
comunidad. Y nosotros estamos agradecidos a Dios y decimos siempre: Dios
proveerá (Fil 4,19) .
Máxima Pérez y Emilio Figuereo, en Julio del 2006,
tuvieron sextillizos, que fueron bautizados en Santo Domingo (República
Dominicana) por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez. Los padres de los
niños, después de dar testimonio público de fe, agradecieron en la ceremonia del
bautismo a los médicos, que les ayudaron, y a todos los presentes.
c)
HIJOS ADOPTIVOS
La adopción es una buena alternativa para tantas
familias sin hijos por causa de la esterilidad. En la actualidad, aumenta cada
día más la esterilidad en hombres y mujeres, debido, sobre todo, al stress,
difusión de enfermedades de transmisión sexual, efectos secundarios de
determinados métodos anticonceptivos, complicaciones de abortos, efectuados en
malas condiciones, y la tendencia actual a retrasar el primer embarazo. Se dice
que, actualmente, un 15% de las parejas en edad fértil son estériles. Algunos
casos pueden ser superados con operaciones de cirugía menor o con disminución
del consumo de cafeína, nicotina o alcohol, tanto en hombres como mujeres.
También hay otras causas como la obesidad o peso muy bajo, tipo de trabajo,
falta de estimulación hormonal o problemas anatómicos como en el caso de la
endometriosis de la mujer, en cuyo caso hay que remover el tejido que impide la
concepción... Pero debe quedar claro que, en ningún caso, es lícito acudir a
fecundación in vitro o a cualquier otro método artificial, que prescinda del
acto sexual de los esposos para tener un hijo.
Recordemos las enseñanzas
del Papa Juan Pablo II: No se debe olvidar que incluso, cuando la procreación no
es posible, no por esto pierde su valor la vida conyugal. La esterilidad física,
en efecto, puede dar ocasión a los esposos para otros servicios importantes a la
vida de la persona humana, como, por ejemplo, la adopción, las diversas formas
de obras educativas, la ayuda a otras familias, a los niños pobres o
minusválidos .
Las familias cristianas se abran con mayor disponibilidad
a la adopción y acogida de aquellos hijos que están privados de sus padres o
abandonados por éstos. Esos niños, encontrando el calor afectivo de una familia,
pueden experimentar la cariñosa y solícita paternidad de Dios atestiguada por
los padres cristianos y así crecer con serenidad y confianza en la vida. Todavía
más preocupante que el abandono de los niños es hoy el fenómeno de la
marginación social y cultural que afecta a los ancianos, a los enfermos, a los
minusválidos, a los drogadictos, a los excarcelados, etc.
La adopción de
niños abandonados, sobre todo si son enfermos, es una obra meritoria ante Dios y
ante los hombres. Cada ser humano, aunque sea débil y enfermo, es un tesoro y un
regalo de Dios. Muchas familias no pueden entenderlo por su falta de fe y los
abandonan o los dejan en instituciones privadas o estatales que los cuiden,
porque no son capaces de afrontar una vida con todos los cuidados que supone un
niño discapacitado o con problemas mentales. Por eso, es de alabar a las
Comunidades del Arca, fundadas por Jean Vanier en 1964, que acogen y dan en
adopción a niños con enfermedades mentales.
Él nos dice: Estos seres,
que padecen alguna tara mental, son total y absolutamente personas y su puesto
no está en los hospitales. Tienen los mismos derechos que cualquier otra
persona: derecho a la educación, derecho a un trabajo a su medida... Necesitan
un medio de vida adaptado a sus necesidades, pero lo que necesitan, por encima
de todo, es amistad, ánimo y apoyo. Es cierto que tienen sus limitaciones, a
veces terriblemente visibles; pero también tienen sus cualidades y, sobre todo,
un corazón ansioso de auténtico amor... He visto el desasosiego de sus
familiares. He descubierto su inmenso mundo de sufrimiento... En 1984 había 54
comunidades en Francia, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Bélgica, Noruega,
Dinamarca, Honduras, Haití, Estados Unidos, Canadá, Costa de Marfil, India,
Australia... Todas estas comunidades forman parte de la "Federación del Arca". Y
todas viven del mismo espíritu: desean ser comunidades, es decir, lugares de
vida y de crecimiento para personas con diversas taras mentales que no pueden
vivir en su medio familiar... Las personas con taras mentales con su debilidad y
su fragilidad, con sus depresiones y sus gritos, pero también con su ternura y
su simplicidad, me han hecho penetrar en el corazón de la Buena Nueva de Jesús y
en su mensaje de esperanza para nuestro mundo. Ellas me han revelado que la
necesidad más profunda del hombre es la necesidad de amar y de ser amado.
Nuestro mundo superactivo opta decididamente por la eficacia, porque tiene miedo
al corazón. Ha perdido la confianza en el amor .
En el II Encuentro
mundial de familias, realizado en Río de Janeiro en 1997, ante el Papa Juan
Pablo II, una familia belga dio testimonio de que tenían 19 hijos, 9 propios y
10 adoptados, algunos de ellos minusválidos.
Hay una Institución llamada
Emmanuel, que se dedica especialmente a la adopción de niños con deficiencia.
Jean y Lucette Allingrin, fundadores y animadores de esta obra, hacen un trabajo
admirable. Muchas familias adoptan niños deficientes a través de ellos. Su
dirección es Montjoie, Clefs, 49150 Baugé, Francia.
Veamos algunos
ejemplos dignos de admiración.
Llevábamos diez años de casados y no
teníamos hijos. En 1990 adoptamos a dos preciosas niñas hermanas de cinco y dos
años. Luego recibimos otro par de hermanas de cuatro y de dos años. Nuestro
primer hijo llegó en setiembre siguiente. Ahora tiene ya cuatro años y, en el
último octubre, descubrimos que había quedado nuevamente embarazada. Dios parece
lento, a veces, pero nunca llega tarde. Estamos entusiasmados y agradecidos por
todas sus bendiciones. Nos ha dado todo aquello por lo que siempre hemos rezado
y mucho más .
Mary y Frank dan gracias a Dios todos los días por sus
hijos. Cuando Mary estaba embarazada de su tercera hija le dijeron los médicos
que no viviría ni 30 minutos. Pero hoy ya ha terminado su High School o
Secundaria. Su tercera hija nació con espina bífida, una deformación de la
columna vertebral y los médicos les aconsejaron que abortaran o la dejaran en el
hospital. A partir de ese día, han adoptado otros hijos con espina bífida o
serias anormalidades. Para ellos no hay diferencia entre los hijos propios y los
adoptados. Por eso, dice Frank: Mi principal profesión es ser padre. Y Mary
afirma: Con ellos aprendí que Dios está donde menos esperas encontrarlo. Puedo
tener una idea de cuánto nos ama Dios, porque yo que soy un simple ser humano,
los amo a ellos. En la actualidad esta familia tiene 15 hijos, unos propios y
otros adoptados. ¡Que Dios los bendiga! .
Es edificante también la
anécdota que nos aporta el doctor Nathanson: Cuando estuve con mi esposa en
Nueva Zelanda, almorzamos cierto día con Sir William Lilley, que es el más
importante fetólogo del mundo, y nos contó que habían tenido cuatro hijos, que
ya eran mayores, y al quedar solo el matrimonio, adoptaron un niño mongólico.
Pues bien, este señor nos dijo que ese hijo mongólico, les había proporcionado
más satisfacciones que cualquiera de los otros cuatro hijos de su matrimonio
.
En resumen, la adopción es una de las formas más hermosas de amar,
porque se quiere dar una familia a un niño necesitado, sea por ser huérfano de
padres, por ser enfermo físico o mental y nadie lo quiere, o simplemente porque
ha sido abandonado. Pero sin olvidar que la adopción, para que sea enriquecedora
para el niño, debe darse en una familia unida y estable, donde exista el amor de
ambos, del padre y de la madre.
d) EMBARAZOS CON PROBLEMAS
Paolo y Clara son italianos de Cremona y están casados desde hace nueve
años. Su primer hijo nació sano. Pero, al nacer la segunda hija, a las pocas
horas de su nacimiento, comenzó a tener problemas respiratorios y a los 28 días
de nacida, murió.
Se llamaba Emanuela, que significa Dios con nosotros.
Su nombre lo habíamos escogido la noche anterior al entrar al hospital, rezando
y leyendo la palabra de Dios. Con el fallecimiento de Emanuela, los médicos nos
dijeron que, entre ambos, éramos los portadores de una rarísima enfermedad
génetica incurable, que se manifiesta al nacer los niños, que mueren por no
poder respirar.
Por eso, ante la posibilidad de tener un nuevo hijo, los
médicos nos aconsejaron hacer la prueba del líquido amniótico para proceder al
aborto terapéutico en caso de que el bebé viniera con la enfermedad. Después de
dos años, vino otra bebé y decidimos no proceder a investigaciones genéticas
antes de su nacimiento, porque, naciera sana o enferma, era una hija bendita y
la llamamos Benedetta (bendita). Al nacer era bellísima. Pero, después de un
día, las cosas se complicaron, al cuarto día, hubo que colocarla en una
incubadora. A los 40 días murió. Pero la experiencia de acompañar a Benedetta en
su calvario fue para nosotros sumergirnos en el misterio del amor de la Pasión
de Nuestro Señor. Hemos entendido que los hijos son un regalo de Dios, no para
poseerlos, sino para acogerlos tal como ha sido el designio del Señor.
El
año 2002 comienza la cuarta gestación no buscada ni evitada. Lorenzo ya tiene
casi seis años. En el mes de mayo del 2003 nace Maria Gloria totalmente sana. Es
una felicidad indescriptible y una experiencia de resurrección. El amor vence a
la muerte. Verdaderamente, Jesús ha resucitado. Ahora no sabemos adónde nos
quiera llevar el Señor, pero estamos dispuestos a fiarnos de Él, no de nosotros
mismos, sabiendo que allí donde hay acogida a la vida, está Cristo.
El
año 2004 adoptamos a Sara, una niña de seis años del Perú. Y seguiremos abiertos
a la vida, porque donde hay vida, allí está Dios28.
- Estaba embarazada
de mi segundo hijo y yo no lo sabía. Había estado enferma y, por tanto, sometida
a tratamientos médicos, que necesariamente debieron haber afectado a mi bebé
¡Qué dolorosa pesadilla! La ciencia presagiaba lo peor para mi hijo, con
profundos daños morfológicos y hasta la posibilidad de que, en sus primeros diez
años de vida, contrajera leucemia. Mis médicos me recomendaron el aborto. Me
negué y me consideraron irresponsable, pues condenaba a mi familia,
especialmente a mi primogénito, a la tragedia. Hablé con mi esposo y aceptamos
nuestra cruz. Desafiando a los médicos y a la ciencia, continué el
embarazo.
Hablé con el padre Gómez, pidiéndole su bendición para mi
embarazo, pues estaba decidida a que mi hijo naciera... El padre me dijo: “Vamos
a pedir la presencia de Dios sin ponerle limite a su misericordia”. Cuando
terminó de orar, me dijo: “Vas a tener un niño sano y hermoso”. Aquellos meses
fueron de horrible espera. La ansiedad me consumía. Hoy mi hijo tiene doce años
y, como me anunció entonces Monseñor Gómez, es “sano y hermoso”. Dios puso en mi
camino a Monseñor Luis Gómez. Sus palabras tocaron mi vida y me guió hacia el
camino de la fe .
- Me llamo Lourdes Rivero. Tengo 31 años y voy a tener
mi sexto hijo; el mayor tiene ocho años. Me casé con Javier a los 22 años. Ahora
él es militar, capitán ingeniero de construcción. A los diez meses de casada,
tuve a mi hijo Javi. Cuando tenia 1 año tuvo gastroenteritis, vomitaba, tenía
mucha diarrea y muchísima sed. Yo sólo podía darle una cucharadita de suero cada
diez minutos. Era angustioso verlo sufrir. Por aquel entonces, me quedé en
estado de Luli. A los cuatro meses de embarazo, me diagnosticaron toxoplasmosis.
Me advirtieron los médicos que podía afectar gravemente al bebé y me dijeron que
tenía una infección grave; que tenía un 96% de posibilidades de ceguera o de
malformaciones de corazón y, si no, costras calcáreas en el cráneo.
Mi
reacción fue llorar. Después me planteé: ¿Qué quiero para mis hijos? Que vayan
al cielo. Siempre digo: Sano y santo. Si falta lo primero, lo segundo estará
garantizado. Así Dios me devolvió la paz, sabiendo que estaba en sus manos. Y
nació perfectamente sana. Dios me arrancó el sí que tanto me costaba y luego me
premió con creces. Pasaron 21 meses y Dios nos regaló otra niña, Elenita:
gordita, alegre, simpática y dulce. Siempre con su sonrisa picarona. Veinte
meses después nació María.
Algunas personas se creían con derecho a
reñirme, porque ya eran demasiados. Pero yo creo que cada hijo es hijo de Dios y
heredero del cielo. Y ahora el sexto está en camino.
A mí me encanta mi
carrera de magisterio, que es vocacional al cien por ciento. Disfruto dando
clases y me encanta la idea de formar personas. No descarto la posibilidad de
trabajar en ello el día de mañana y procuro estar al día. Pero, por ahora, he
renunciado al Magisterio y no me arrepiento, sino que cada día soy más feliz con
esta decisión, porque creo que mis hijos me necesitan en casa. Tengo que formar
su personalidad, su seguridad y su afectividad. Lo que hago por ellos es mejor
que Oxford o Harvard .
- Me llamo Manuel de Jesús Celestino, soy
sacerdote, nacido en La Vega (República Dominicana). Mi madre nos cuenta que,
cuando nació su segundo hijo, un médico le aseguró que el intento de tener otro
más era poner en riesgo su vida. No obstante, tuvo otros ocho, diez en total. Yo
crecí en un ambiente católico en el que muchas familias eran numerosas, lo cual
era visto como una bendición. Desgraciadamente, hoy se ve como algo distinto.
Para muchas familias tener un hijo más es peor que ir a la cárcel. Por eso, hay
que cuidarse, como si se tratara de una enfermedad contagiosa. Una de mis tías
tuvo 18 hijos. El resto de mis tíos, por parte de mi madre, tuvo entre seis y
diez hijos. ¡Qué bendición! Y no era la única familia que, por decirlo de alguna
manera, había hecho voto de crecer y multiplicarse. Muy parecidos son los casos
de mis tíos paternos y conozco muchos otros casos para gloria de Dios .
- Somos Augusto y Maggie. Durante el primer año de casados no tuvimos
hijos y comenzamos a preocuparnos. Luego de consultar a varios médicos, nos
enteramos que médicamente era imposible tener hijos. Pero, después de ponernos
en las manos de Dios y orar mucho, el Señor nos regaló un hijo al que pusimos
por nombre Augusto. Luego sucedió lo que parecía imposible: se multiplicó el
milagro hasta completar cinco hijos, dos varones y tres mujeres.
El Señor
se llevó a nuestro hijo Augusto, cuando acababa de cumplir 34 años. Fue una
época dura para toda la familia. Pero el Señor nos consolaba a través de su
palabra. Más adelante, nuestra última hija comenzó a dar signos de estar con
anorexia. Oramos mucho y el Señor nos escuchó y la liberó de este mal. Ahora
está casada y tiene dos lindos bebés.
Pasando el tiempo, nuestra hija
política enfermó de cáncer, un tumor al cerebro. La operaron y ni siquiera se le
cayó el pelo durante el tratamiento de quimioterapia. A ella le pusieron una
quimioterapia experimental, que no le dejó ningún rastro. ¿Cómo no vamos a dar
gracias a Dios por estas manifestaciones de su inmenso amor? No somos una
familia perfecta, sino una familia sencilla, pero sabemos que, a pesar de todo,
Dios nos ama y camina junto a nosotros compartiendo las alegrías que nos dan los
diez nietos que el Señor nos ha dado. Y estamos orgullosos de ellos .
Mi
nombre es Maritza y el de mi esposo Lalo. Pasé los 25 primeros años de mi vida
alejada de Dios. Me casé antes de lo previsto, porque estaba encinta. Para ser
sincera, no tenía los mínimos deseos de casarme, puesto que había cosas en la
vida de Lalo que no me gustaban y me hacían dudar de querer pasar el resto de mi
vida con él. El día de mi boda, un tío mío que nos casó, le habló a Lalo del
Camino neocatecumenal. Ese año fuimos a las charlas en octubre y hasta hoy
pertenecemos al Camino, esperando pertenecer hasta la muerte.
Yo pensaba
tener como máximo 4 hijos, dos hombres y dos mujeres. Tenía temor de tener un
hijo enfermo, puesto que un hermano de Lalo sufre de esquizofrenia. Luego tenía
pánico a los partos. Soy muy débil ante el sufrimiento. Pero he tenido once
hijos. ¿Quién me ha quitado los miedos? Jesucristo. ¿Cómo me los ha quitado?
Mostrándome su amor y diciéndome que no pasa nada sino lo que Él permite. Él me
ha hecho mirar la vida con sus propios ojos, porque sufrimientos no me han
faltado ni me faltarán.
Mis once hijos son maravillosos. Y como señal de
que esto es cierto, mi hija Milagritos, la número 10, tiene síndrome de Down.
Jamás pensé tener una hija con síndrome de Down. No estaba en la lista de mis
temores ni de mis proyectos. Sin embargo, ha sido una bendición enorme en
nuestra vida con su dulzura y su alegría. Todos mis hijos son buenos, cada uno
con lo suyo, con sus alegrías y sus sufrimientos .
Otra madre de familia
decía: Cuando concebí el séptimo bebé, mientras estaba dando el pecho al sexto,
mi marido se enfadó mucho. Finalmente, aceptó este embarazo, pero, pocas semanas
después, el bebé murió. Por medio de este sufrimiento, aprendimos lo
increíblemente preciosa que es la vida humana y él prometió no volver a
disgustarse nunca, con independencia de cuántos hijos decidiera Dios mandarnos.
Ahora tenemos ya 11 hijos, gracias a Dios .
- Mi esposo Ardie se
esterilizó por mi insistencia, porque me parecía que yo ya había pasado por el
dolor y el esfuerzo del embarazo y parto. Teníamos tres hijos y habíamos
cumplido, así que ahora era su turno. Sin embargo, cuando abrí mi corazón a
Dios, me di cuenta de lo horrible de nuestro error y de la necesidad de dar
marcha atrás. Esto ocurrió hace tres años y medio. Ardie se hizo la operación
para deshacerle la vasectomía y hemos tenido un hijo maravilloso y estamos
esperando otro para noviembre. La reversión de la esterilización ha traído a
nuestras vidas las gracias de Dios de una manera más plena. Ahora vemos la
bendición que son los hijos .
- Los dos primeros embarazos fueron
difíciles y mi esposa estuvo seis meses de reposo en cama con el segundo.
Después de que nació, hablé con nuestro médico de la posibilidad de un tercer
embarazo. Nos advirtió de que un tercer embarazo causaría a mi esposa, casi con
seguridad, un daño grave y permanente en la espalda. En contra de los deseos de
mi esposa, me hice la vasectomía en 1987. Pero ambos queríamos tener más hijos y
decidimos revertir la vasectomía. En 1997, deshice mi vasectomía.
Desgraciadamente, tengo una esterilidad permanente y seguí infértil después de
la reversión, aunque, gracias a Dios, pudimos adoptar un bebé en abril de 1998.
Estamos bendecidos con tres hijos y esperamos adoptar más.
- Después de
mi quinto hijo, me hice la ligadura de trompas. Me sentía demasiado joven con
esos niños y un marido que viajaba todo el tiempo, quedándome sola en casa.
¡Había cumplido mi obligación con creces! Pero, durante los tres años
siguientes, recé y recé y no estaba satisfecha con la decisión tomada. Cuando
murió mi segundo hijo Bryan de cáncer con diez años y medio, decidí deshacer la
operación. No era por reemplazar a Bryan, sino para corregir el error cometido.
Si no teníamos más hijos, de acuerdo. Sería la voluntad de Dios y no la nuestra.
Seis meses después de la operación, estaba embarazada de nuestro sexto hijo, y
el 17 de mayo tuvimos a nuestra hija Paige Elizabeth. Puedo decir que nunca me
he arrepentido de ello .
- Nos casamos en 1971. Usamos anticonceptivos
durante los tres primeros años. Un año después de dejar de tomar la píldora, yo
seguía sin poder quedar embarazada. Había tomado píldoras durante los últimos
siete años, pues también las tomaba de soltera. Por fin, con ayuda médica, pude
quedar embarazada y el 9 de julio de 1976 nació una niña. ¿Cómo íbamos a
imaginar que tenía una discapacidad mental? Mi segunda hija nació el 25 de mayo
de 1978. Estábamos felices, aunque seguíamos preocupados por la primera. Por
eso, decidimos no tener más hijos. Rick se hizo la vasectomía.
El 19 de
octubre de 1988 fuimos en peregrinación a Medjugorje, donde se estaba
apareciendo la Virgen desde 1981. Regresamos a casa con mucha paz y alegría. No
sabíamos cómo darle gracias a Dios por aquella inolvidable experiencia. Y Dios
siguió sanando y bendiciendo a nuestra familia. Nuestra relación de pareja
mejoró mucho y oramos mucho. Al final, decidimos revertir la vasectomía,
queriendo rectificar nuestro error y estar abiertos a la vida, si Dios quería
darnos más hijos.
El 5 de julio de 1991 a Rick le revirtieron la
vasectomía. Habían pasado 12 años desde que se la habían hecho y yo, con mis 43
años, pude tener otra hija el 7 de diciembre de 1995. No hay palabras para
expresar nuestra gratitud a Dios. Ahora somos muy felices con nuestras tres
hijas.
Karen y John tenían tres hijos. Después del tercer parto, ella
estuvo al borde de la muerte por ser diabética, ya que durante los embarazos
sufría toxemia, así que decidieron que John se hiciera la vasectomía. Se la
hicieron en 1987. Pero, con el tiempo, confiando en Dios, decidieron revertir
ese error. En setiembre de 1991 le revirtieron la vasectomía y, al mes
siguiente, Karen concibió un hijo. El 29 de junio de 1992 nació Hannah y el 5 de
junio de 1996 tuvieron dos gemelos, Matthew y Jacob. Ellos se sienten felices de
su decisión y son muy felices con sus seis hijos .
En la cuestión de las
esterilizaciones hay que ser precavidos, muchos hombres han querido revertir el
error de haberse hecho la vasectomía o mujeres la ligadura de trompas y no han
podido. Una mujer de Florida decía: Una vez que nos convencimos que nos habíamos
equivocado, mi esposo y yo decidimos deshacer el error. Llamé a mi cirujano para
que cogiera mi historia clínica y me pudiera operar. Cuando le dije esto, me
explicó que no era posible. No me habían ligado las trompas, me las habían
extirpado. No había nada que deshacer. Nos quedamos desolados y aún lo estamos
.
Tambien hay que tener en cuenta que un estudio del American Journal of
epidemiology, de diciembre de 1990, revela un riesgo de un 70% mayor de cáncer
de próstata en aquellos que se han hecho la vasectomía. Investigadores del
hospital de mujeres de Brigman en Boston recomendaron que los hombres que se
hubieran hecho una vasectomía y tenían más de 50 años, se hicieran revisiones
rectales anuales y análisis de sangre. Mantienen que la vasectomía puede
incrementar el riesgo a largo plazo de cáncer de próstata entre un 56% y un 66%
de acuerdo con los estudios realizados en 73.000 hombres .
El
investigador Roberts dice que los riesgos de la vasectomía pueden ser
tromboflebitis y embolia pulmonar, infecciones de próstata, del epidídimo,
abscesos hepáticos, infecciones de piel, narcolepsia, esclerosis múltiple,
migraña y dolores de cabeza, diabetes, alteraciones en la función sexual,
cálculos renales, tumores y cáncer, especialmente de próstata... Por todo ello,
lo más seguro es obrar siempre de acuerdo a la naturaleza. No se debe olvidar el
dicho antiguo: Dios perdona siempre; los hombres, a veces; pero la naturaleza no
perdona nunca. Cuando se actúa contra la misma naturaleza con esterilizaciones,
anticonceptivos, relaciones sexuales contra natura (homosexuales por ejemplo),
la naturaleza siempre se rebela y castiga con enfermedades y
sufrimientos.
LOS ANCIANOS EN FAMILIA
Una de las
características de los países desarrollados es que los ancianos ya no forman
parte de la mayoría de las familias. Los llevan a casas de reposo o asilos para
ancianos. Parece que en la sociedad actual de consumo, los ancianos no tienen
cabida y la mayoría de ellos, deben acabar sus días en residencias, lejos de sus
hijos y de sus nietos, con todo lo que esto conlleva de tristeza y soledad para
ellos. La Biblia dice claramente que la corona de los ancianos son sus hijos y
sus nietos (Prov 17,6). Pero parece que esto ya no es verdad para muchas
familias, porque, cuando falta la fe y la dimensión sobrenatural de la vida,
sólo se piensa en gozar y disfrutar. Y, en este caso, los ancianos son estorbos
para ir a tomar vacaciones, dan mucho trabajo para atenderlos y ninguno de sus
hijos tiene tiempo para ellos.
Por esto, decía el Papa Juan Pablo II: Una
atención particular debe prestarse a los ancianos. Mientras en algunas culturas,
las personas de edad más avanzada permanecen dentro de la familia con un papel
activo importante; en otras culturas, el viejo es considerado como un peso
inútil y es abandonado a su propia suerte. En semejante situación puede surgir
con mayor facilidad la tentación de recurrir a la eutanasia.
La
marginación o incluso el rechazo de los ancianos son intolerables. Su presencia
en la familia o, al menos la cercanía de la misma a ellos, son de importancia
fundamental para crear un clima de intercambio recíproco y de comunicación
enriquecedora entre las distintas generaciones... El anciano, gracias al rico
patrimonio de experiencias adquirido a los largo de los años, puede y debe ser
transmisor de sabiduría, testigo de esperanza y de caridad .
El mismo
Papa en la Exhortación apostólica Familiaris consortio No. 27 dice: La vida de
los ancianos ayuda a clarificar la escala de valores humanos; hace ver la
continuidad de las generaciones y demuestra maravillosamente la interdependencia
del pueblo de Dios. Los ancianos tienen además el carisma de romper las barreras
entre las generaciones antes de que se consoliden. ¡Cuántos niños han hallado
comprensión y amor en los ojos, palabras y caricias de los ancianos! y ¡cuánta
gente mayor no ha suscrito con agrado las palabras inspiradas! “la corona de los
ancianos son los hijos de sus hijos” (Prov 17, 6).
El Papa Benedicto XVI
declaraba: Deseo también referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las
familias. Ellos pueden ser y son, tantas veces, los garantes del afecto y la
ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la
perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. ¡Ojalá que, bajo
ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar! Son un tesoro que no
podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo, cuando dan
testimonio de fe ante la cercanía de la muerte .
La Madre Teresa de
Calcuta, estando en Estados Unidos, preguntó ¿por qué los ancianos, que tenían
de todo, buenos alimentos, un lugar muy confortable, televisor, todo, por qué
todos miraban a la puerta? Le contestaron: Porque están esperando que un hijo o
hija venga a visitarlos. Están dolidos de que los hayan olvidado. Por eso,
tampoco sonríen. Los ancianos son parte integrante de la familia. Rechazarlos es
perderse muchas bendiciones que Dios quiere darnos por medio de ellos. Ellos
también son parte de las familias numerosas de verdad.
REFLEXIONES
Lo primero que debemos pensar es que ningún hijo debe ser
considerado como un error, como un estorbo o un castigo de Dios, aunque sea
enfermo. Dios ama infinitamente a ese niño y ha creado su alma con infinito
amor. Nadie viene al mundo por casualidad o por equivocación. Dios no se
equivoca y todo lo permite para nuestro bien (Rom 8,28).
Cada vida humana
es una vida sagrada, es una historia sagrada, pues tiene su origen en Dios.
Podemos decir también que cada persona humana es una historia de amor, del
infinito amor de Dios, que ha creado su alma con todo su infinito amor. Por eso,
aunque un ser humano sea fruto de una violación o de un pecado de sus padres,
Dios lo ama infinitamente por sí mismo, independientemente de sus padres, y
tiene un plan maravilloso para él, pues ha pensado en hacerlo feliz eternamente
en el cielo. De ahí que hay que aceptar cada hijo como un regalo de Dios y
aceptarlo tal como es, aunque sea enfermo. Si Dios lo ama infinitamente tal como
es, ¿por qué nosotros no lo podemos amar así también, aunque suponga esfuerzo y
sacrificio?
Lamentablemente, muchas personas tienen una visión equivocada
de la vida. Creen que el sentido de esta vida está sólo en gozar y disfrutar. Si
son ateos o agnósticos, no piensan en el más allá y, al faltarles la fe, ante
las dificultades, sólo piensan en rebelarse o suicidarse. Pero hay que ver la
vida desde una perspectiva de eternidad. Hay que vivir para la eternidad. Dios
existe y nos hará una revisión de vida en el momento de nuestra muerte. En ese
momento, ¿cómo quisiéramos haber vivido?
Con frecuencia, les pregunto a
los novios que desean casarse: ¿Cuántos hijos han pensado tener? Casi siempre
dicen que dos. Entonces, yo les digo: ¿Y si Dios, en su plan divino trazado con
amor para vosotros desde toda la eternidad, desea que tengan siete? ¿Qué le
dirían? Por supuesto que Dios no va a venir a decirles personalmente los hijos
que Él desearía que tengan, pero lo que Dios no quiere, con toda seguridad, es
que hagan trampas. Dios quiere juego limpio. Dios no quiere ningún método
anticonceptivo artificial. Las pastillas son nocivas para la salud y, directa o
indirectamente, son también abortivas. Por tanto, ya hay una pista para evitar
cualquier trampa que impida el tener hijos. Se pueden usar los métodos naturales
para espaciar los nacimientos. También la Iglesia habla de paternidad
responsable, de que los esposos deben decidir en conciencia los hijos que pueden
tener. Pero en esto hay que ser generosos, aceptando los retos y sacrificios de
un nuevo embarazo, sin miedo al porvenir, confiando en Dios.
El Papa Juan
Pablo II, en su homilía del 7 de octubre de 1979 en Washington, decía: Las
decisiones sobre el número de hijos y los sacrificios que han de hacerse por
ellos, no deben de tomarse sólo desde la comodidad y la vida tranquila. Elevando
el problema a Dios, los padres tendrán claro que definitivamente es menos
importante negarles a los hijos ciertas comodidades o ventajas materiales que
privarles de la presencia de hermanos y hermanas.
A este respecto,
recuerdo muy bien el comentario que me hacía un día un buen padre de familia. Me
decía: Mire, tengo seis hijos. Los cinco primeros los tuve cada dos años, y el
sexto después de seis años. Ahí faltan dos. Si no nos hubiéramos cuidado, ahora
tendríamos ocho hijos y me sentiría orgulloso de ellos. Siento que le fallé a
Dios y a mis hijos. Pero ya es demasiado tarde para rectificar.
Muchos
padres de familia dicen que es irresponsable tener muchos hijos, porque no se
les puede dar todo lo que necesitan. Ciertamente que el cuidado y atención de
los hijos demanda muchos esfuerzos a sus padres, incluso económicos. Pero lo que
sí es cierto es que Dios proveerá a todas vuestras necesidades según sus
riquezas en Cristo Jesús (Fil 4,19). Y Dios no miente. Cuida de las aves del
cielo y de las flores del campo. ¡Cuánto más de vosotros hombres de poca fe! (Lc
12,28). Él tiene contados hasta los cabellos de la cabeza (Lc 12,7). Y nos dice,
como Jesús a Jairo: No tengas miedo, solamente confía en Mí (Mc
5,36).
Pero, cuando falta la fe, ¿qué podemos esperar? El miedo a las
dificultades, el miedo al futuro, el miedo a las enfermedades, nos hace
tambalear y tomar decisiones fáciles para asegurarnos lo más posible. Solamente
las personas de fe son capaces de arriesgarse, confiando en Dios, en la aventura
de un nuevo hijo, aunque sea con cesárea o aunque nazca enfermo o aunque sea un
parto difícil y peligroso.
Por otra parte, hay que considerar que la
mejor herencia que los padres pueden dar a sus hijos es una buena educación con
el ejemplo, porque los valores se aprenden en casa y no en la universidad. Los
padres sacrificados enseñan más con lo que hacen que con lo que dicen. Su
ejemplo de vida sacrificado, su amor por sus hijos, hacen de su familia un hogar
bendito, donde todos están unidos en el amor a Dios y entre sí.
Además,
ya hemos dicho que tener un hijo es una inversión para el futuro, pues esos
hijos serán los que el día de mañana cuidarán a sus padres ancianos o enfermos.
Y los ancianos, al vivir en casa con la alegría de los nietos, podrán morir
tranquilos de haber dejado en el mundo una larga descendencia, que será su
corona y su alegría eternamente.
Los padres tienen mucho que ganar y poco
que perder ante cada hijo que viene al mundo. Por eso, deben recibirlo con
alegría y procurar que cuanto antes sea hijo de Dios por el bautismo para que
ese niño sienta, cuanto antes, las bendiciones de Dios. Tener una familia
numerosa es forjar una seguridad para el futuro. Y los mismos hijos, al tener
muchos hermanos, podrán sentirse apoyados en caso de cualquier problema,
enfermedad o dificultad en la vida.
UNA FAMILIA NUMEROSA ES UN
INVERSION PARA EL FUTURO. UNA FAMILIA NUMEROSA ES UN REGALO DE DIOS Y
UNA BENDICION INCALCULABLE PARA ESTA VIDA Y PARA
LA ETERNIDAD
ORACION DE UN PADRE DE FAMILIA
Señor,
concédeme un hijo que sea bastante fuerte para tener conciencia de sus
debilidades. Un hijo que sepa aceptar con nobleza la derrota y que sea humilde
en la victoria. Dame un hijo que te conozca y que sepa que el conocimiento de tu
amor es el principio de la sabiduría verdadera.
Señor, te pido que le
enseñes a quedar de pie en las tempestades y dificultades de la vida y a
mostrarse compasivo con los que caen. Dale un corazón puro con aspiraciones
elevadas, que sepa ser dueño de sí mismo antes de querer mandar a los demás, que
sepa reír sin olvidar cómo se llora, que tienda al porvenir, sin perder de vista
su pasado.
Dale humildad para que siempre recuerde la sencillez de la
grandeza verdadera, la comprensión de la verdadera sabiduría y la mansedumbre de
la verdadera fuerza. Entonces, yo su padre (madre), me sentiré orgulloso de él y
podré decirme a mí mismo(a): No has vivido
inútilmente.
CONCLUSIÓN
Después de haber reflexionado un
poco sobre las ventajas de tener una familia numerosa, podemos decir con firmeza
que una familia numerosa es un regalo de Dios y una enorme bendición para toda
la familia, incluidos los abuelos, y también para el país, para la Iglesia y
para el mundo entero. Una familia, que ha sido capaz de superar con esfuerzo y
sacrificio los inconvenientes de tener varios hijos, es digna de alabar y es un
ejemplo para otras.
Además, los hijos serán el día de mañana la alegría
de sus padres. Pero, si unos padres no han querido tener más que un solo hijo y
han usado métodos anticonceptivos abortivos, ¿qué dirán cuando sean ancianos y
se vean abandonados en una casa de reposo? ¿Y si se muere su único hijo? ¿Y si
les resulta drogadicto o enfermo? ¿Podrán tener a la hora de la muerte la
conciencia tranquila, sabiendo que han negado la vida a otros hijos por el
aborto?
Vale la pena arriesgarse, como hemos visto en algunos
testimonios, aun teniendo varias cesáreas. Un hijo vale más que el mundo entero
y siempre es un tesoro, aunque nazca minusválido o enfermo mental.
Quiero agradecer a Dios por las familias numerosas que, con fe y
confianza, han dado un paso al frente y son un ejemplo para la
posteridad.
Que Dios bendiga su familia. Saludos de mi ángel.
P.
Ángel Peña O.A.R. Parroquia La Caridad Pueblo Libre LIMA -
PERU
BIBLIOGRAFÍA
Chaunu P., La memoire de l’eternité, Ed.
Robert Laffont, Paris, 1975. Donald de Marco y Benjamín Wiker, Arquitectos de
la cultura de la muerte, Ed. Ciudadela, Madrid, 2007. Hahn Kimberly, El amor
que da vida, Ed. Rialp, Madrid, 2006. Gillick Victoria, Relato de una madre,
Ed. Rialp, Madrid, 2007. Juan Pablo II: Exhortación apostólica Familiaris
consortio. Juan Pablo II: Encíclica Evangelium vitae. Juan Pablo II:
Encíclica Ecclesia de Eucharistia. Juan Pablo II: Carta a las
familias. Martínez de Toda José, Juan y Áurea, un testimonio fecundo. Ed.
Scire, Madrid. 2005. Pío XII a los recién casados, 11 de marzo de
1942. Vanier Jean, No temas amar, Ed. Sal terrae, Santander, 1995. Varios,
Un solo corazón. Ed. Vida nueva, Madrid, 2006.
Pueden leer todos los
libros del autor en www.libroscatolicos.org
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