jueves, 21 de agosto de 2014

…De los míos… ni uno




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Cuanta necesidad apremiante de vocaciones para nuestra Iglesia. Vocaciones santas.  Todas nuestras familias están conscientes, de la necesidad apremiante de jóvenes que se den generosamente a Dios, en el servicio santo del sacerdocio, de la vida consagrada.  
Sí, es una verdad que todos conocemos. 

Son muchas las familias que rezan insistentemente por vocaciones santas para la Iglesia. Hasta hay lugares donde se peregrina una imagen por los hogares de las parroquias pidiendo vocaciones santas para la Iglesia.

Ah, sí, las familias piden vocaciones santas para las Iglesias… pero, cuantas familias hacen la oración de corazón y al final suelen decirle al Señor, “mis hijos no… No te fijes en mis hijos… no te los doy… no quiero… ellos no…”

Pero ¿por qué? ¿Por qué esa negatividad a Quien es el dueño de nuestras vidas? ¿Aquel que nos ha creado con tanto amor? ¿Aquel, Divino Padre, que nos ha regalado la alegría, de concebir y dar a luz, hermosos niños que alegran el hogar? Nuestro Dios ¿no puede fijarse en unos de los niños de tu familia? ¿Por qué? ¿Por qué ese grito, ese rechazo? Todos menos el mío… los míos no…

La vocación religiosa se recibe en el bautismo. Es ahí donde Dios imprime su sello, “este es Mío”… “este me lo tomo para Mi”… “este o esta, está consagrado totalmente a Mi”… ¿Dios, el dueño de la vida, no puede tomar de entre tus hijos, aquel que más le guste para su servicio?

Hay madres o padres, o ambos, que han vivido toda una vida suplicándole a Dios que se digne a tomar uno de sus hijos para la vida consagrada… Ellos saben que es una bendición para toda la familia un hijo consagrado a Dios, viviendo para Dios, sirviéndole a Dios, siendo plenamente de Dios.

Pienso que el egoísmo, la ignorancia y la falta de conocer a Dios, (no me refiero a saber de Dios, sino el conocerlo íntimamente, porque se goza de la amistad sabrosa con Dios), hacen que padres y madres se nieguen a darle un hijo a Dios.

Hay planes para con los hijos. Planes donde Dios no entra, se le llega a  prohibir  a Dios llamar a un hijo a mayor amistad, de tal forma, que el hijo descubra que ha sido elegido por Dios para ser consagrado a Él… Esto se convierte en una sacudida intolerable para muchas familias… el simple pensamiento que Dios haya elegido a uno de los suyos.

Cuantas madres, han preferido ver a sus hijos muertos, antes que sacerdotes, o religiosas. Oponiéndose, al punto de hacerles la guerra a Dios y a sus hijos. Muchos hijos han desistidos al llamado por causa de la familia.

 Al pasar el tiempo, los años,  cuántos de estos padres o madres, beben lágrimas amargas por la desdichas de sus hijos. Un elegido jamás será feliz fuera del llamado a la vida consagrada. Muchos toman caminos equivocados. Otros son desgraciadamente infelices en sus matrimonios… la llamada siempre va a estar latente en sus corazones.

Oremos porque existan padres y madres generosos que respondan con alegría, entusiasmo, humildad y agradecimiento a Dios. Es un verdadero honor, indigno sí, pero es algo hermoso, que Dios escoja a uno de los nuestros para sí… solo en el cielo se comprenderá la grandeza de este regalo divino… solo en el cielo se descubrirán la lluvia de bendiciones sobre las familias generosas con Dios.

Mater, concédenos familias que ofrezcan sus hijos para la vida consagrada… con derroche de generosidad y caridad...


Desde la Soledad del Sagrario

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