domingo, 19 de abril de 2015

¿Hacia dónde dirigimos a nuestros niños?




¿Hacia donde dirigimos a nuestros niños?  Desde el hogar, en las escuelas, en la Iglesia, en los centros o clubs  de encuentros de diversión, ¿hacia donde estamos encaminados a nuestros niños??


¿Qué cosas les estamos enseñando e inculcando que produzcan, unos futuros ciudadanos de bien o unos futuros enfermos mentales, ateos y posibles delincuentes ante la frustración, angustia y sufrimientos que provoca al alma la ausencia de Dios? ¿Cuán seguro es nuestra educación con nuestros niños? 



Es sabido desde siempre que los niños entre mas pequeños mas manejables para educar, para sembrar el bien o el mal en sus mentes, en sus corazones. Mover la voluntad de los niños a desear un bien común, un bien que conceda beneficiosos a largo o corto plazo, que eleve el espíritu produciendo felicidad, entusiasmo por la vida. Desarrollando buen humor, retos para buscar estrategias en la solución a los problemas cotidianos… ser independientes pero con un sentido de familiar pleno, real y consciente. 



Pero qué tal, si los llevamos por el camino del egoísmo, de centrarse en sí mismo, de elevar su estima alimentando la soberbia, respondiendo a creer a los demás inferiores, despreciables e inútiles.  Por el camino de la mentira, sin Dios a la vista, sino la superioridad y enriquecimiento de un “Yo” espléndidamente conquistado, al borde de sentirse como Dios y vivir creyéndose dios….


Hay que preguntarse si hoy día, en este nuevo siglo XXI, en el año 2015, ¿por qué camino van andando los niños del mundo??  Y ¿quiénes tienen el poder de mostrarles, seducirles y conquistarles para iniciarse en ese camino de bien o de mal??


Tenemos varios bandos en la actualidad, pero vamos a contemplar solo dos  . El bando de los hijos de Dios. Son esos hogares cristianos que buscan a tiempo y destiempo educar a sus hijos por el camino del bien… el camino que nos dejo Cristo…  el camino de la verdadera libertad  
personal y de la felicidad plena. Los hogares cristianos de altura en la fe cristiana, de altura en las vivencias y amistad con Cristo, en el seguimiento de las enseñanzas y consejos evangélicos, de la mano de la Iglesia van sembrando, cultivando con esmero los valores, virtudes, moral, las tradiciones y sanas costumbres… en una palabra la cultura de nuestra religión cristiana... exitosamente.   




Otro bando, es el bando de los hogares cristianos tibios que atraídos por la novedad de la moda, entran y con ellos sus hijos al mundo oscuro y tenebroso de la Nueva Era.  Claro, este mundo se les presenta hermoso, con ricas soluciones para todos sus problemas. Un mundo lleno de atractivo por el colorido, la música, los simbolismos, el baile o danza, terapias y todo lo que, cada vez inventan, para seguir seduciendo a los incautos que van dejándose conquistar. 



¿Mundo peligroso? Mundo peligroso, porque es aquí donde solapadamente se va oscureciendo la fe, endureciendo el corazón y debilitándose la voluntad para reaccionar.  Van entrando en creencias y prácticas de espiritismo, de ocultismo. Se le enseña a los niños que ellos pueden ser dios… que la madre tierra, los animales, el mundo natural que hay que respetar sobre todo. Todo esto tan disimulado, con un lenguaje tan florido que va poco a poco adormeciéndolos y como un adicto se va oscureciendo la inteligencia. 


La Nueva Era toma de  las religiones pasadas y presentes lo que desea y le sirve, una de sus enseñanzas es la de los Mayas.  Ellos les enseñan a los niños que la  naturaleza es un todo, es movimiento y acción, por eso la tierra, las montañas, los árboles, los pájaros, las nubes, el agua, el fuego, los lagos, las lagunas, los ríos, nacimientos de agua y todo tiene vida. Todo lo que está en la Madre Tierra es Sagrado, lo perfecto, lo valioso, lo sublime se deriva de una razón de ser, tiene una función, y un lugar que ocupa una misión que cumplir con profundo respeto”


Se  lleva a los niños a una vivencia con la naturaleza. Por ejemplo: al llegar a un rio antes de cruzarlo , todos  con reverencia  hablarles al río, explicándole porque tenían que cruzarlo y solicitando permiso para hacerlo. Agradeciéndole  por permitirles cruzarlo.




A un árbol gigante, se les enseña a besarlo, abrazarlo y hablarle. 




De esta forma se les esta enseñando que: <Cuando la persona necesita hacer uso de uno de los elementos de la tierra o de la naturaleza, debe de haber un ruego, un permiso, una súplica>.

 Y así van acondicionando y enamorando a nuestros niños, que van perdiendo el gusto por las cosas de Dios. 

Oremos...oremos...oremos.. por nuestros niños ...

(continuación)

Desde la Soledad del Sagrario 








3 comentarios:

  1. Oremos mucho querida Hermana, cuanta verdad en esta reflexión, cuanta confusión en la cabezita de los niños...soy catequista de niños y veo la poca voluntad de las familias por llevarlos a la Santa Misa, por la oración...ruego a Dios por los niños . Abrazo en Cristo y María!

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    1. Triste por demas, Maria Nancy... Solo nos queda orar, orar, orar... Oremos... solo la oración mueve los corazones y fortalece la voluntad... Abrazo en Cristo Resucitado y Maria mi madre hermosa...

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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