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Hay un libro
en ingles con este título. Me llamo la atención. Aunque no lo he leído, pues no
lo tengo, siento la tentación de aportar mi granito de arena en este tema que
me apasiona.
¿Cómo los
padres pueden cultivar la fe católica en sus hijos? Hay tantos ejemplos de familias santas.
Podemos fijarnos en los padres de Santa
Teresita de Lisiux. Padres que han sido canonizados por la Iglesia como santos
reconocidos. Padres que llevaron a sus hijas, cinco en total, a conquistar el
camino de la santidad, unas están ya canonizadas el resto van camino de los
altares… ¿Quién puede dudar que la familia pueda conquistar la santidad? Claro que se puede.
¿Cómo hacerlo?
Yo sigo insistiendo aunque suene un poco raro o infantil… hay que llevarlos a
enamorarse de Dios… de Jesús… hay que llevarlos a interesarse en convertir a Jesús
en su Amigo… Para mí este es el pequeño y grande secreto.
Pero esto, no
es solo para los hijos. Esto es labor de todos… Quien se enamora de Dios…
vuelve su vida…sus pasos por el camino que Dios ha trazado.
Quien hace a Jesús
su Amigo entrañable… vivirá solo para agradarle. De tal forma que huira de todo
aquello que sea peligroso para su alma. Estoy convencida de esto.
Por eso, los padres están llamados a vivir una riquísima
intimidad con Dios, Dios como Amigo… los padres deben enamorarse de Dios… lo
mejor es que antes de ser padres hayan vivido la experiencia del Amor de Dios, de la amistad con Dios… estén acostumbrados a
darse completamente a Dios.
Pero, ¿qué
hacer para llevar a los niños a ese descubrir a Dios en todo? Hay con sencillez
y simplicidad ir sembrando en el corazón, en la voluntad y en el intelecto el
amor a Dios.
¿Cuándo se
debe iniciar a los niños a esa hermosa
aventura de descubrir a Dios como Amigo?
Diría, desde
que están formándose en el seno materno…
Sí en el seno
materno… ahí… cuando la madre y el hijo viven una intimidad tan grande… es
cuando el bebe se enriquece por el amor que siente su madre por Dios… todo lo
asimila… ese dialogo amoroso de la joven madre con Dios… el pequeño lo va
asimilando, experimentando… Ese continuo buscar a Dios en el sacramento de la eucaristía,
ese corazón de madre que adora, ama, agradece al Dios Eucarístico, hace que el pequeño
vaya sintiendo esos sentimientos que afloran en su madre para Dios.
¿En el seno materno?
El amor se transmite de madre a hijo… esos sentimientos hacia Dios no le son
indiferentes al bebe que se va formando en el vientre de su madre.
Pruebas científicas han demostrado, que los niños
por nacer, perciben todo lo que sucede; conocen la voz de su madre, la voz de
sus familiares más cercanos; el estado anímico de su madre les afecta, etc.
Los padres, que
han tomado en serio el camino de la santidad personal, van llevando a los hijos a descubrir día a día, en los
detalles de la vida diaria, a Dios… a amar a Dios… a desear y conocer el Amor
de Dios y a vivir íntimamente con Dios… porque Dios se convierte en Amigo de la
familia, en Amigo personal de cada miembro de la familia… es algo normal,
natural para todos en la familia.
Es como un
canal cuya corriente de vivencias cotidianas en las
virtudes, van pasando del corazón de los padres al corazón de los hijos. Es una corriente que lleva a Dios en
todos los detalles, pequeños o grandes de la vida en familia… Dios es el centro
del hogar. Dios es el Amigo divino de la familia… a quien se le llama, se le
busca, se le invita, se le hace presente en todas las actividades de la
familia.
Ver a papá de
rodillas ante Jesús en el Sagrario, mueve a los hijos a imitarle. Ver a papá
con el rosario en la mano rezando en algún rincón de la casa, mueve a los niños
a imitarlo. Ver a papá leyendo la Sagrada Biblia, con devoción, con suma
reverencia, mueve a los niños a amar la Sagrada Palabra. Ver a papa, prestar
ayuda a mamá, a ellos mismos, a un vecino o a un desconocido, enseña a los niños
lo que es la caridad, la solidaridad, la fraternidad.
Descubrir a mamá
recibir con reverencia, adoración y devoción la santa comunión, luego verla recogida
en su interior en la comunión, le habla a los hijos de la grandeza de la santa comunión,
motiva los niños a tener hambre y sed de
eucaristía.
Ver a mamá con
tanto entusiasmo contarles historias de santos, les enseña el valor de la
santidad y la alegría de ser santo. Ver
a mamá solicita en ayudar al demás, sacrificada en su deber como esposa, madre,
ama de casa, les enseña el valor de la donación por amor a Cristo. Les enseña a
servir desde pequeños, con desinterés y solo por agradar a Dios.
Me animo a resumir mi pequeño aporte, mi granito de arena,
en este tema: En este caminar día a día, llevamos a los hijos a enamorarse perdidamente de Dios, convirtiendo a
Dios en Amigo, porque papá y mamá, lo han vivido intensamente, haciéndose fácil
a los hijos a imitarlos…
Desde la Soledad del Sagrario
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