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Acabo de enterarme: Santo Ignacio de
Loyola escribía cartas a Jesús. Mi alegría fue inmensa. ¿Sabes por qué? Hacen
muchos años que propago esta idea, que a veces considero una “terapia
espiritual,” especialmente con los niños y los jóvenes. Me gozo ver como estas
pequeñas almas lo toman tan en serio.
Primeramente los
invito a conseguir una libreta o cuaderno, decorarlo a su gusto y comenzar a
escribir dejando que el corazon se desborde en cada palabra… así poco a poco se
van escribiendo las cartas.
Estas cartas las
llamo “cartas al cielo”…, pues lo mismo se puede escribir a Jesús, a la Mater,
al Padre Dios, al Espíritu Santo, al Ángel de la Guarda, o cualquier santo o
ángel del cielo.
No se imaginan el
beneficio tan palpable para las almas. Y es que el alma se va acostumbrando a
buscar a Dios… a contarle sus cosas con una naturalidad desbordante. Confieso
que las cartas que escribían estos niños y jóvenes eran verdaderas joyas de
experiencia íntima con el cielo. Muchos
de sus padres, cuando descubrían este cuaderno tan celosamente guardado, venían
en secreto, a darme las gracias sensiblemente emocionados, al descubrir las
riquezas espirituales en sus hijos, riquezas que jamás imaginaban.
Pero, ¿y los adultos?
¿Qué beneficio pueden tener en los adulto? Recordemos la aridez espiritual,
cuando se tienen esos momentos, donde el alma no hay tiene forma, ni gusto por
la oración, se abre el cuaderno o libreta… se va leyendo y poquito a poquito se
despierta ese gusto por estar en sabroso dialogo con
el cielo…
Sin embargo, para
muchas personas, no tiene sentido, no ayuda, es un poco infantil. No sabes cómo
me entristece esta forma de responder a algo tan
sencillo y tan fácil de hacer.
Ahora puedes entender
mi alegría al conocer que un santo como San Ignacio de Loyola, del calibre de
este santo, gustaba escribir cartas a Jesús, es sentir que el cielo me confirma y me invita a
seguir invitando a todos a escribir “cartas
al cielo”.
Esta pequeña
actividad, les confieso, son de beneficio espiritual increíble. Algo tan sencillo abre la puerta de la
confianza, de la amistad, e inicia en la oración, de la consulta, de las
confidencias intimas con el Amigo de las almas, con la comunión de los santos,
con esa Iglesia Triunfante que anhela tanto nuestro regreso a casa.
Animo… a escribir
“cartas al cielo”. A llevar a los niños a vivir esta pequeña y hermosa
experiencia… Les aseguro
que les va a encantar.
La pequeña de Dios
Me gusto mucho su entrada y la enlace como inspiracion, ya que me has inspirado a enviar cartas al cielo.Le dejo el enlace, http://caminar-aflordepiel.blogspot.com/2012/02/para-enlazar-algo-que-me-hace.html
ResponderEliminarMi corazon estalla de alegría. Gracias por sus palabras. ¡Dios lo bendiga!!
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