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LLEVEMOS A NUESTROS NINOS A SER SANTOS… SUMAMENTE SANTOS…
Cuando el ambiente del hogar propicia la acogida de la devoción…, cuando el
hogar se convierte en una Iglesia Domestica viva, en ascenso espiritual siempre
ameno y alegre…, cuando nuestros hogares son replica viva del hogar santo de Nazaret…
nuestro niños crecen en una atmosfera sobrenatural, donde ver y hablar con Dios
es algo normal, natural, necesario, y lleno del colorido de la amistad sincera
y asidua.
Ese ambiente de hogar que nace en la manifestación de prodigar la ternura
de un corazon que desea ardientemente amar a Dios, vivir en Dios, y conceder a
complacer todos los gustos divinos… es un hogar donde se siembre, cultiva y se
cosecha un buen sembrado de frutos de santidad.
Padres que con esmero se dedicar a cultivar la vida espiritual de sus hijos
desde antes de nacer son padres sabios que han descubierto a Dios, gustado de
Dios y lo dan todo por Dios. Son padres verdaderamente buenos cristianos que
conocen su fe, viven su fe y propagan su fe con verdadera pasión.
Si movemos el telón de la historia de la Iglesia y contemplamos los hogares
de los niños santos descubrimos a unos padres sumamente imbuidos en Dios… sumergidos
y alimentados por el Amor a Dios…por el Amor de Dios… detrás de un niño santo
hay un santo que ha inspirado, guiado y cultivado esa corriente de vida
espiritual.
En el libro de la vida de los santos encontramos a la pequeña Raquelina Ambrosini
Sordillo, que a la edad de cuatro años sorprende a su madre al comentarle: “Sabes
mamá he visto a la Virgen.” No he de extrañarnos
la sorpresa de la madre. Pero… ¿qué hubieras hecho tu como madre si tu pequeña o
pequeño te hace tan asombroso comentario? ¿Correr y decirlo a todos? ¿Tomar el
celular y llamar a todo el mundo dando la noticia? ¿Llamar a un programa
radial, o televisión y dar la noticia? ¿Ir a la Iglesia y decirles a todos?
Las almas que posee la santa prudencia saben como guardar todo en su
corazon. Pueden consultar con su director espiritual… pero de ahí no pasa. Reconocen que es un tesoro que hay que
guardar con mucho celo para que no pierda su brillo.
Dona Filomena Sordillo, madre de nuestra pequeña Raquelina se sintió sumamente
sorprendida y hasta incrédula… pero guardo muy bien el secreto. Este
acontecimiento inesperado y tan trascendental marco sus vidas al producir una
profunda huella en sus ánimos. Podemos
decir que la vida les cambiaba totalmente. ¿y a quien no?
¿Cómo era la pequeña Raquelina? ¿Cómo era esta alma elegida por nuestra
Madre Celestial para sus visitas y confidencias? Miramos a las maestras de Raquelina que
exponen con claridad y sencillez como era nuestra pequeña santa.
Sus maestras la describen como una alumna insólitamente distinta. ¿Distinta?
Dispuesta a donar sus exquisitas meriendas a las compañeras pobres. Una alumna despierta, deseosa de conocer y
siempre capaz de integrarse.
Durante el curso escolar, Raquelina contrae sarampión, y se ve obligada a
quedarse en cama. Es ahí donde sus compañeros y sus maestras se percatan del
gran vacío que hay en clase por la ausencia de Requelina. Las almas santas siempre llenan el lugar de
forma muy especial y única.
Su maestra va a visitarla y Raquelina en su ingenuidad le confiesa en forma
de chiste un gran secreto a la maestra que quizás tomo como algo ligero sin
importancia, pero, que era una noticia profetica que se cumpliría al pie de la
letra.
“Sabes, he sufrido mucho porque yo veía mi madre llorando siempre, pero yo
estaba segura que no moriría, porque he visto a San Antonio que me ha dicho:
<< de esta enfermedad sanaras tan pronto y bien, pero sabes que a tus
quince años o volveré para
tomarte.>> Todos los que
escucharon estas palabras rieron y Raquelina también. No puedo dejar de pensar
que el corazón de doña Filomena se estremecería de dolor.
Desde la Soledad del Sagrario
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Continuación próxima nota….
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