de los que han
“regresado a casa”?
Entonces debes de leer:
La Carta de Alexia
a sus compañeras del colegio
"Jesús Maestro" de
Madrid
imagen de la Web... montaje sormaridel
Esta carta se escribe diez días antes de su
fallecimiento, el día 25 de noviembre.
Alexia no puede escribir y pide a su padre que la escriba mientras ella
le va dictando. Alexia les envía a sus compañeras
de clase su último legado… Carta que guardaran cada una de sus compañeras como
el más preciado regalo. Hay que recordar que esta carta ha cruzado todo nuestro
mundo de costa a costa. Hoy nos toca recibirla… la tenemos en nuestras manos. Aprovechemos la
oportunidad que se nos da… vamos a leerla con detenimiento.
Pamplona, 25 de noviembre de 1985
Queridas todas:
Parece mentira, ¿verdad?, hace ya cinco meses que
fui al Colegio a meses.
Pero todo se fue complicando y entre pruebas y
operaciones, tratamientos y curas, sigo en Navarra, pero acordándome mucho de
vosotras.
No sé si estaréis al corriente de todo lo que ha
pasado desde junio hasta ahora (aunque supongo que la Madre Isabel os habrá
tenido al tanto). Desde que llegué a la Clínica
(imagen de la Web... montaje sor maridel)
no paré de hacer cosas. (...)
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no paré de hacer cosas. (...)
Después de ver la habitación bajé a la Capilla
que, aunque no es muy grande, es muy acogedora, muy bonita y está muy bien
cuidada. Toda la Clínica tiene las puertas como las de nuestras casas y los
ascensores son normales, es decir, que no es la típica Clínica: que te hace
sentirte en tu casa.
En seguida empezaron a llegarlos médicos, todos
encantadores, que se preocuparon mucho de qué tal viaje hicimos y se
propusieron que, en cuanto pudiese, una vez terminadas las pruebas, saliese a
visitar Pamplona. (...)
Pronto empezaron a decir qué iban a hacer conmigo:
decidieron volver a operarme para arreglar el injerto que en Madrid me habían
dejado mal.
Al principio tenía mucho miedo, a pesar de mi
experiencia, pero en cuanto empecé a conocer como amigos a todos mis médicos,
perdí ese miedo.
El Doctor Chamorro, que es un gran cirujano de
digestivo, y que adora a todos los niños, se hizo muy amigo mío: él sería el
que me pondría el "port-a-cats" (...)
Es un hombre encantador, muy bromista, y que me
hizo pasar los días antes de la operación con mucha tranquilidad, sin miedo, y
además estuvo en la operación conmigo; si no llega a ser por él, lo hubiera
pasado mal (...)
La operación duró diecisiete horas, me pusieron
una escayola que me cogía medio cuerpo y en donde se sujetaban dos hierros que,
a su vez, mantenían mi cabeza firme mediante una corona, también de hierro, con
cuatro clavos sujetos en los huesos de la cabeza.
Estuve un día y medio en la UCI con tubos para
poder respirar que, más bien parecía que eran para ahogarme. Lo pasé mal, pero
las enfermeras eran tan cariñosas y tan preocupadas, que lo hicieron más fácil.
Había hilo musical.
(imagen de la Web... montaje sor maridel)
El Doctor Chamorro vino en seguida a verme e hizo
que me quitaran el tubo respirador, con lo cual me quedé muy aliviada. En
seguida dejaron pasar a mi familia y mi madre estuvo conmigo todo el tiempo; no
como en otras Clínicas, que lo tuve que aguantar yo sola. La UCI está llena de
muñequitos.
Después de una semana de post-operatorio, ya tenía
todos los puntos fuera: los de la cadera (tuvieron que volver a sacarme hueso
para el injerto nuevo) y los del cuello, que me lo hicieron sobre la misma
cicatriz de la operación de Madrid.
Muy pronto recuperé el buen humor y como tuvieron
que darme alimentación por vena, entre esto y que se me abrió el apetito,
engordé mucho, casi me puse como una vaca, y como la escayola no me dejaba
engordar, tuve problemas, que los resolvía gracias a que estábamos en plenas
fiestas de San Femiín, y con tan buen ambiente se te pasaba todo.
No me perdí un solo encierro televisado, porque en
mi habitación tenía televisión. Puse la habitación "sanferminera" con
carteles, la faja, el pañuelico, etc. La verdad es que fueron unos días que
recuerdo como muy agradables pese a la escayola y la pérdida de movimiento que me
produjeron las operaciones.
(Imagenes de la Web... montaje sor maridel)
Y así se fue pasando todo el mes de julio, hasta el 9 de agosto en que me operaron por segunda vez; en esta ocasión estaba más triste y nerviosa porque no estaba conmigo el Doctor Chamoiro, que se encontraba de vacaciones.
Esta segunda operación duró ocho horas; también me
entubaron y pasé una noche en la UCI, con toda mi familia a mi lado. Aunque más
corta, fue más traumática al ser por detrás y yo lo pasé peor.
También ahora me pusieron injerto y dos plaquitas
de metal que mantienen mi cabeza firme. Después de salir de la UCI y de una
semana de post-operatorio, me quitaron los redones y los puntos y mi querida e
inseparable escayola, que conservo y que os enseñaré cuando regrese a Madrid.
Lo malo de tanta operación es que me parece que en
vez de ir hacia delante voy para atrás, pero yo sé que no es así y actualmente
ya empiezo a andar un poquito y aguanto bastante andando.
No me aburría nada todo el tiempo que estuve
esperando al ortopédico que tenía que ponerme el collarín, bastante aparatoso,
dicho sea de paso. La planta 2ª que es donde yo estoy, está llena de niños
encantadores, porque es la planta de Pediatría.
Estaba Miguel, un sabio pequeñajo que era el jefe
de toda la planta; a mí me hacía mucha compañía y lo recuerdo con mucho cariño.
También estaba Patricia, una chica de Madrid, que me gustaría presentaros a mi
regreso. Y sobre todo Carolina y Aida, especialmente esta última, dos
renacuajos, de 4 años Carolina, y año y medio Aida.
Ésta era tan simpática, tan alegre, se iba con
todo el mundo, que le cogí un cariño muy grande; tanto es así que, aún hoy, la
echo mucho de menos.
Lo malo de la tardanza del dichoso ortopédico fue
que, al no poder moverme de la cama y el gran calor que hizo en verano, se me
abrieron las heridas y pasé un mes muy doloroso hasta que se cerraron de nuevo
con unas curas horribles.
En cuanto todo pasó me colocaron un collarín más
cómodo de lo que yo pensaba y en seguida pude levantarme, sentarme en un sillón
en la tenaza, visitar con mi silla de ruedas el nido con los niños chiquitines,
es decir, lo que podríamos llamar una vida normal. Y todos los días el capellán
me traía la Comunión que tanto me conforta.
(imagen de la web... montaje sor maridel)
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Pero como nada es eterno y lo bueno acaba pronto, el pobre Doctor Brugarolas, que es el oncólogo que me trata, vino con una cara hasta el suelo, muy disgustado, para decirme que, por prevención, debía seguir con la quimioterapia.
Yo me llevé un gran disgusto pero, aunque no lo
creáis, Dios da las fuerzas necesarias y todavía te dan ganas de reír un
poquito. Desde entonces: adelanto, atraso, adelanto, atraso, pero sigo con la
rehabilitación cada día y con la radioterapia que había dejado hace tiempo.
Y como todo pasa aunque parece que no es así, es
la tercera semana que estoy en casa, yendo y viniendo para el tratamiento de
quimioterapia, y todos aquellos días de dolor, aburrimiento, desesperanza, han
pasado y ahora sólo queda la recta final que, aunque es muy dura, es la recta
final.
Tengo muchas ganas de ir a Madrid y, si Dios
quiere, podré hacerlo en diciembre, siempre que no me bajen las defensas, me
salgan aftas o pasen cosas así, que es lo que me pasa siempre.
El caso es que las Navidades pienso pasarlas con
vosotras, todas juntas, porque no sabéis cuánto os quiero, cuánto os hecho de
menos y cuánto deseo veros. ¡Cómo se nota que estáis rezando por mí! Seguid
haciéndolo para que pronto estemos juntas, ¡aunque tenga que repetir curso!
Decidle a la Madre Isabel que me sigo acordando
mucho de ella y dadle besos de mí parte. ¡Le debo tanto!
Sabed que no me olvido de ninguna de vosotras. Os
tengo presentes pese a no estar juntas y, si tengo que repetir curso, estoy
segura que vosotras no os olvidaréis de mí.
Quiero deciros que vuestras cartas me hacen muy
feliz y las espero como el mejor regalo y, si de verdad queréis hacerme uno, no
os rompáis la cabeza, escribidme aunque sólo sea una postal, que eso me hará
mucho más feliz que si me regalarais caramelos o libros o lo que sea.
Os vuelvo a repetir que noto lo mucho que rezáis
por mí y que me tenéis presente. Decidles a las niñas nuevas que, aunque no las
conozco, también las tengo presentes y que tengo muchas ganas de conocerlas.
No sabría nunca terminar esta carta. Me parece que
siempre tengo algo más que contaros, pero ya me he alargado bastante contando
mis batallas y ya tengo que poner punto final.
MUCHOS BESOS, ABRAZOS Y DE TODO LO QUE SE OS PUEDA
OCURRIR, os quiere mucho y no os olvida vuestra amiga
Alexia
Desde la Soledad del Sagrario
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es admirable la vida de Alexia, su profunda unión con Jesucristo, todas las pruebas que vivio y el animo con que las llevo, quiero visitar su tumba cuando vaya a Madrid.
ResponderEliminar¡Qué hermoso!! Por favor… no dejes de llevarle una rosa… solo una en mi nombre a su tumba... Un abrazo desde la Soledad del Sagrario.
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