lunes, 7 de mayo de 2012

José Engling


UN HEROE DE LA SANTIDAD


imagen pertenece al movimiento de Schoenstatt

 Les presento a  un joven que aspiro a la santidad con toda su alma…  José Engling… un héroe de la santidad de la vida diaria, que busco vivir santamente aun en medio de los campos de Guerra, como militar.  


Un joven que encontró en el movimiento de Schoenstatt las herramientas necesarias para cultivar su vida interior y desarrollar todo el caudal de gracias y bendiciones que Dios había derramado sobre  él en aras de la santidad vivida con sencillez, simplicidad y con todo el ardor de la juventud. 

Conoció al fundador del movimiento de Schoenstatt, padre José Kentenich, quien fue un padre, maestro y director espiritual para José. José Engling confiaría ciegamente en él.  Padre Kentenich lo lanzaría a las cumbres de la santidad y Jose se dejaría abrazaría esas cumbres como todo un héroe. 

Trazo sus metas, conoció del fracaso, pero valientemente y humildemente se levanto, e inicio el comienzo por ese camino pedregoso y lleno de obstáculos pero que con ánimo dispuesto y la mirada fija en la meta logro alcanzar caminar hasta entrar a recoger el premio por su intensa vida de amor y entrega. 

Su amiga, su paño de lágrimas, su confidente, su mayor consuelo siempre fue la Mater. Descubrió en la Mater su mayor aliada en esta aventura de la santidad.  

José escogió como ideal personal “Todo para todos y entera propiedad de María.” Su vida giro alrededor de esta idea personal que fue ampliamente enriquecido en todo momento por las virtudes cultivadas heroicamente.  

En una ocasión José escribía: “si al hombre no lo guía una idea sublime, se estancara en las hondonadas de la vida diaria. A mí me ofrecen el mayor sostén: la congregación, (se refiere a Schoenstatt), su Reina (María Santisima) y los aportes al capital de gracia.”

José Engling trazo su plan de lucha para llegar a vivir plenamente su ideal personal… Todo para todos y entera propiedad de María”… en cuatro puntos importantes que va desarrollar y vivir intensamente. Primero reconocer que su voluntad se decidía por la santidad: “quiero ser santo”. Segundo reconocer el valor de su alma, y la grandeza de Dios, temor a perder a Dios: “buen Dios, déjame morir antes de ofenderte, aunque mas no sea, con un pecado venial” tercero reafirmarse en su ideal personal: “quiero ser todo para todos y entera propiedad de María”… cuarto y no menos importante: “Fidelidad en lo pequeño”. 

Entendió perfectamente que estos cuatro puntos había que desarrollarlos y llevarlos a la práctica con dedicación, esmero y heroicidad.  

Miremos sus escritos sobre estos puntos. Al querer ser santo, reflexiona: “¿Cuales debieran ser los rasgos de ese santo? ¿Qué rasgos han de caracterizarlo? La grandeza, el esfuerzo, la audacia. ¿Y cómo y dónde han de comprobarse estas cualidades?  

Y es en esta profundización del primer punto van surgiendo los demás puntos. Les invito a descubrir ese crecimiento interior a través de estas preguntas que José Engling se hacía al ir estudiando y desarrollando su plan de lucha. 

Escribe: “¿He tenido siempre en cuenta mi ideal?
¿Persistí siempre e n mi lucha hacia la perfección?
¿Crecí en mi aspiración por medio de la confesión?
¿Hice bien mi examen de conciencia?
¿Cómo practique mi examen particular?
¿Cómo han sido mis oraciones?
¿Hice diariamente sacrificios voluntarios?
¿Evite conscientemente toda ocasión de pecado?
¿Seguí la voz de la conciencia? 

Las próximas preguntas nos revelan a un Jose Engling decidido a aspirar alto muy alto, su voluntad movida a conquistar las alturas de la santidad.
  ¿Fui un obstáculo para que otro se sintiera cómodo en mi presencia?
¿Ofendí a alguien?
¿Fui grosero o estuve de mal humor?
¿Moleste a alguien durante el tiempo de estudio?
¿Sobrelleve con alegría los defectos de mis compañeros?..guardando de este modo las reglas básicas de la convivencia?
¿Me tome demasiadas libertades?
¿Estuve siempre dispuesto a servir?
¿Ayude a otros en el estudio?
¿Ofrecí sacrificios por ellos?
¿Trate de anticiparme a sus deseos?
¿Cumplí todo lo que me pidieron?
¿Tuve tiempo para escuchar sus aflicciones?
¿Sufrí con ellos?
¿Busque el modo de consolarlos?
En la conversación, ¿atendí los intereses del otro?
¿Hice apostolado entre mis compañeros, donde tuve oportunidad?
¿Cómo fue mi comportamiento con mis superiores? ¿Los quise, les obedecí, rece por ellos? ¿Los considere representantes de Dios?
¿Le he causado alguna pena a mis padres?
¿Rece por ellos?
¿Les he ayudado en la educación de mis hermanos?
¿Fui agradecido con cada uno de ellos?
¿Fui agradecido con cada uno de ellos?
¿Fui siempre atento?
¿Alegre a todos?
¿He sido completamente desinteresado?

Continuación…


Desde la Soledad del Sagrario

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