Las familias católicas de verdad
Cuando las familias cuentan con Dios todo sale de maravillas aun en medio
de las cruces pequeñas del diario vivir… todo se siente distinto ante la
presencia divina… ante la mirada amorosa de la Mater.
Se sufre, se llora, se ríe, se canta, se hacen planes, ilusiones… pero la
última palabra la tiene el buen Dios que rige la vida de las familias católicas
que quieren ser diferentes… quieren vivir el catolicismo de verdad… al gusto
divino.
Por eso las parejas se van
preparando desde antes de conocerse, desde que son novios… desde el momento de
contraer nupcias ante la amorosa y beneplácito bendición divina, desde que
forman esa familia que tanto han sonado y que llevan con dedicación, esmero
trabajando unidos por el camino de la santidad.
Cuantas horas a los pies del Dios del Sagrario... orando intensamente, o
simplemente contemplando el misterio… Cuantas veces se llega pidiendo ayuda,
con el corazón afligido por la carga de los problemas inesperados, por los
alfilerazos que se reciben en medio del diario vivir.
El simple hecho de llegar a sus
pies… ya se siente el alma liviana… se recibe el bálsamo infinito del consuelo
divino… que toma para sí la carga… dejándolos libres del peso agobiante…y con
una paz en el alma que da gusto… el gusto de saborear a Dios como amigo, como
ese amigo que sin palabras sabe responder en el acto aliviando, consolando,
fortaleciendo, haciendo que el alma tenga un alivio al respirar.
Cuantas parejas han crecido a los pies del Sagrario. Cuantos matrimonios han cultivado el amor conyugal, la comunicación y la delicadeza en el trato mutuo ahí… a los pies del Sagrario… porque el Amor divino les ha ido ensenando, educando, dando ideas, llenándolos de gracias y bendiciones, de dones y carismas para vivir ese Amor conyugal, esa misión de familia.
Cuantas parejas han crecido a los pies del Sagrario. Cuantos matrimonios han cultivado el amor conyugal, la comunicación y la delicadeza en el trato mutuo ahí… a los pies del Sagrario… porque el Amor divino les ha ido ensenando, educando, dando ideas, llenándolos de gracias y bendiciones, de dones y carismas para vivir ese Amor conyugal, esa misión de familia.
Y qué decir de los milagros que reciben las familias católicas de verdad a
los pies del Sagrario. Cuantas familias que no pueden tener hijos, que se les
ha dado la noticia que jamás podrán procrear y para sorpresa de los médicos
comienzan a llegar los hijos… hijos hermosos, inteligentes, amorosos y llenos
de la gracia divina porque nacen en un hogar sumamente y verdaderamente
católico.
Cuantas veces se necesita un trabajo urgentemente y ahí a los pies del
Sagrario se pide, se confía, se espera… y el milagro se da con condiciones
mejor de las que se quería o esperaba.
¿Y cómo no va a darse el milagro? Si el Dios del Sagrario que les ha tenido
tan cerca, que ha visto su fidelidad como pareja, en las visitas, el amor
mostrado en toda sus dimensiones y limitaciones, porque ¿cuántos obstáculos no han saltado para poder
ser fieles en su visita?..., acompañando al Señor que yace solo y abandonado en
el Sagrario…
Esas misas diarias que tanta veces se convierten en motivo de hacer
acrobacias en la agenda diaria para poder alcanzar llegar a tiempo, para saltar
todos los contratiempos que a última hora se presentan para impedir que se
acuda a la Santa Misa diaria… para lograr estar en familia todos los días en
Misa… no, no es fácil… solo el amor de
las familias verdaderamente católicas logran superar los inconvenientes… porque
el amor a Dios les hace darse totalmente a El… buscándolo y encontrándolo en la
Eucaristía… Dios se convierte en el oxigeno espiritual… en esa sangre nueva que
renueva, estabiliza, fortalece la vida diaria de la familia.
Familias Católicas que van contracorrientes porque el amor a Dios es
primero que nada en sus vidas. Que se educan, que leen, que tienen su director
espiritual, que escrudiñan la Sagradas Escrituras, que están siempre al día con
las encíclicas, documentos y consejos Pontificios, que buscan vivir seriamente la voluntad
divina, que trata por todos los medios de que sus hijos conozcan a Dios, gusten
de Dios y vivan la vocación de la santidad al gusto divino.
La alegría, el ambiente de paz en sus hogares, la chispa y derroche del
buen humor, la trasparencia de sus almas
que cultivan la pureza, que buscan en todo momento que Dios habite en el hogar,
en medio de la familia, en sus corazones hacen que brillen como pequeñas
lucecitas en medio de las tinieblas que nos arropan.
Estas familias católicas son la delicia de Dios en medio de un pueblo que
olvida con tanta facilidad lo que Dios pide, lo que Dios quiere, lo que Dios
espera, a lo que Dios llama… “a caminar por el camino de la santidad”…
Familias católicas del mundo que de verdad viven el catolicismo… sigan
adelante en vuestro caminar con Dios y la Mater, en vuestra obediencia ciega a
la Santa Madre Iglesia, en vuestro cultivo delicado, esmerado y consciente de
lo que es la Iglesia Domestica… Dios les colme de bendiciones hoy, mañana y
siempre…
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