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PADRES Y MADRES están llamados a salvarse y salvar a sus
hijos.
Padres y Madres católicos la
responsabilidad mayor como educadores y formadores de vuestros hijos está en
llevar a sus hijos por el camino de salvación.
Salvar y salvarse. ¿Qué significa “salvarse”? Padre José Kentenich en su libro “Bajo la protección
de María” define la palabra “salvarse” como un acto de santificarse…
Necesariamente para guiar a sus
hijos hacia la salvación tienen que buscar, procurar vuestra propia salvación o
sea autosantificarse.
Como educadores de vuestros hijos
están llamados a forjar una personalidad integra, sobrenatural y firme… una
voluntad recia… y una devoción intima y siempre en aumento hacia la Santísima
Madre Celestial y hacia Jesús en el Sagrario.
Existen padres y madres católicos que antes de
concebir están pidiendo insistentemente hijos santos… hijos que amen a Dios
sobre todas las cosas… hijos que sean del gusto divino. Y cuando llegan a sus
manos procuran llevarlos por el camino de la salvación… procurando ellos
primero ser ejemplo vivo de santidad. Pero hay que trabajar desde temprana edad…
no dejarlo para cuando sean grandes porque entonces la tarea es más difícil… no
imposible porque con Dios y la Mater nada es imposible… pero si mas difícil.
Están llamados a fortalecer el espíritu
de sus hijos. ¿Cómo? Fortalecer el espíritu impone actos heroicos de
vencimientos de sí mismo. Desde pequeños
podemos ir llevando a los hijos a desarrollar un espíritu firme, fuerte contra
toda adversidad. Ayudarlos a dominar la
voluntad… convirtiéndola en una voluntad recia capaz de decir “no” cuando hay
que decir… capaz de tomar decisiones rectas
y saludables para el alma que quiere salvarse.
Ir poco a poquito guiando a los hijos desde temprana edad a afrontar los
problemas, las dificultades que se presentan por pequeñas que sean…
enfrentarlas con valentía buscando la solución a las mismas. Es cuando le decimos a los hijos: “¡adelante!…
¡arriba!... ¡jamás retroceder!... porque con Jesús y María todo lo podemos.
Pero claro el mejor espejo son ustedes mismos… si el hijo ve que papá y mamá
son testimonios vivos de esto… aceptara y seguirá sin ninguna dificultad alguna.
Este hermoso trabajo de llevar a
los hijos por camino de salvación se opone
totalmente a “corromper” las almas de los hijos por camino de la
desgracia eterna. ¿Pero cómo? Jamás… eso pensaran muchos padres y madres católicos…
pero miremos en que podemos corromper a nuestros hijos.
¿Cuántas veces no habrán apartado
a sus hijos a través de la burla, la mentira y mal ejemplo? ¿Cuántas veces
permitieron cobardemente que otros les impidiesen hacer valer vuestro yo mejor…
en cuanto a moral, valores, virtudes? ¿Cuántas
veces han sido esclavos del momento, de la jactancia, derrochando vuestras
fuerzas y tiempo en bagatelas?
Seducir a los hijos hacia la corrupción
en vez de seducirlos por camino de salvación… de santidad… es tener una idea errónea
y pobre de vuestra verdadera responsabilidad ante los ojos de Dios.
Miremos a los padres y madres de
tantos niños santos que trabajando por su santidad personal encaminaron a sus
hijos a ser valientes, heroicos dándolo todo por el Amor a Dios y a la
Mater. Hablamos de niños que han sido
exageradamente felices aun en medio de las pequeñas o grandes cruces que les ha
tocado vivir. Niños alegres, niños libres
que bebieron en la fuente de la santidad de sus padres alcanzando su propia
santidad.
Padres y Madres católicos iniciemos
la salvación personal con verdadera fortaleza, ánimo y deseo… con valentía e ilusión…
llevando a los hijos a desear ardientemente la salvación… por caminos de
santidad… cultivando íntimamente la amistad con Jesús y María.
Desde la Soledad del Sagrario
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