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La Castidad en el Catecismo
de la Iglesia Católica:
2339 La castidad implica un aprendizaje del
dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es
clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por
ellas y se hace desgraciado. "La dignidad del hombre requiere, en efecto, que
actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido
personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o
de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose
de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del
bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados".
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El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las
tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica
de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los
mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la
oración. "La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos
perdido dispersándonos".
2341 La virtud de la castidad forma parte de la
virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las
pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.
2342 El dominio de sí
es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez
para siempre. Supone un esfuerzo reiterado en todas las edades de la vida. El
esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma
la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.
2343 La castidad
tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la
imperfección y, muy a menudo, por el pecado. "Pero el hombre, llamado a vivir
responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se
construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama
y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento".
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La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un
esfuerzo cultural, pues "el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de
la sociedad misma están mutuamente condicionados". La castidad supone el respeto
de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y
una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida
humana.
2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios,
una gracia, un fruto del trabajo espiritual. El Espíritu Santo concede, al que
ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo. La
totalidad del don de sí
2346 La caridad es la forma de todas las
virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donación
de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad
conduce al que la practica a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de
la ternura de Dios.
2347 La virtud de la castidad se desarrolla en la
amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus
amigos, a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su
condición divina.
La castidad es promesa de inmortalidad.
La
castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo. Desarrollada
entre personas del mismo sexo o de sexos distintos, la amistad representa un
gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual.
Los diversos
regímenes de la castidad
2348 Todo bautizado es llamado a la
castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3, 27), modelo de toda
castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su
estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se
compromete a dirigir su afectividad en la castidad.
2349 La castidad
"debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en
la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más
fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina
para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes". Las personas casadas son
llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la
continencia.
Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los
esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con
exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica.
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Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba
han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y
de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios.
Reservarán para
el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor
conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.
Las
ofensas a la castidad
2351 La lujuria es un deseo o un goce
desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado
cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de
unión.
2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria
de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. "Tanto el
Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el
sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación
es un acto intrínseca y gravemente desordenado". "El uso deliberado de la
facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su
finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine". Así, el goce sexual es
buscado aquí al margen de "la relación sexual requerida por el orden moral;
aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la
procreación humana en el contexto de un amor verdadero".
Para emitir un
juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar
la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de
los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o
sociales que reducen, e incluso anulan la culpabilidad moral.
2353 La
fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio.
Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana,
naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y
educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio
corrupción de menores.
2354 La pornografía consiste en dar a conocer
actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas,
exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad
porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la
dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues
cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una
ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio.
Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la
distribución de material pornográfico.
2355 La prostitución atenta contra
la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer
venéreo que se saca de ella.
El que paga peca gravemente contra sí
mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su
cuerpo, templo del Espíritu Santo. La prostitución constituye una lacra social.
Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los
adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un
escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero
la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de
la falta.
2356 La violación es forzar o agredir con violencia la
intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La
violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la
libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar
a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más
grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (Cf. incesto) o
de educadores con los niños que les están confiados.
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