domingo, 16 de diciembre de 2012

Que ninguna familia se acabe por falta de amor


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Bendice, Señor, las familias,
bendice la mía también
Siento la necesidad de pedir por las familias católicas, por las familias no cristianas, por todas las familias del mundo.

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Es una necesidad apremiante que mi corazón siente; el santo hogar: Iglesia Domestica… que debería brillar esplendorosamente y sin embargo cuantas veces, frecuentemente es azotada desde su interior, a veces por los mismos progenitores, los que deberían velar celosamente por el bienestar de la familia.
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El hogar es elevado a la dignidad de Iglesia Domestica, donde papá y mamá van cultivando exquisitamente, celosamente la fe de sus hijos. Donde van esculpiendo la conciencia recta y formal en cada uno de sus retoños. Donde el amor es el principal alimento diario que sostiene los cimientos de ese hogar. Donde los pequeños, antes de hablar, ya reconocen a Dios como amigo intimo a quien deben buscar, porque papá y mamá les enseña a amar con alegría, buscando a Dios en todo…que hermoso los hijos que apenas pueden balbucear lanzando besos al Dios del Sagrario, a las imágenes que representan y nos recuerdan a Dios…la alegría de los padres al buscar formas sencillas que llenen a sus hijos del deseo de Dios, encontrándolo en la simplicidad de la vida cotidiana.

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Oh, si…el santo hogar convertido en Iglesia Domestica, porque papá y mamá les apremia el Amor de Dios, tomando en serio la santidad, siendo sus modelos, porque los niños pueden mirar en el rostro de sus padres y leer que Dios lo es todo para ellos, por la mirada de amor que siempre poseen para con ellos, porque puede descubrir en las acciones de sus padres que Dios es sumamente importante para ellos porque el amor envuelve todas sus acciones por simples y pequeñas que sean…

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Les apremia el Amor al punto que van llevando de la mano a sus pequeños por el camino de santidad… iluminados por el cirio de la fe, que va aumentando en intensidad según las experiencias vividas por la familia, en ese paso a paso por el camino de la santidad.

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Sí, mi alma necesita elevar una plegaria constante y perseverante por las familias, que nadie les haga vivir sin ningún horizonte porque su horizonte es Dios, y la barca para llegar a feliz término es la Iglesia.
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Si las familias perecen, perece la sociedad, perece la humanidad. Porque las riquezas del Amor se conocen, se aprecian, se viven, se experimentan en el cálido ambiente del hogar… de unos padres amorosos que llenan de mimos tiernos y amorosos abrazos que revelan el Amor de Dios… El Amor es el antídoto de la infelicidad, del vicio. El Amor verdadero, ese Amor divino vivido sin medida, sin ataduras, sin prejuicios, sin temores, es el trampolín para las familias alcanzar la felicidad en esta vida y en la otra.
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El Amor desbordado en el hogar fortalece, anima, da vida, confianza, sentido a cada miembro de la familia. Los hijos crecen saludables emocionalmente, sin miedos, sin envidias, sin complejos…, porque el amor les hace fuertes, optimistas, compasivos, alegres, derrochando amor en todo y en todos.

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Quien más ama, a lo Dios, mas vida tiene, vida divina, vida de gracia, vida de alegría, vida que es un derroche de gratitud, donde es tan sencillo y fácil compartir lo que se tiene sin esperar nada a cambio, donde la compasión siempre está delante, donde es fácil y grato ponerse en los zapatos ajenos para entender, conocer y aceptar a los demás con sus defectos y virtudes.

El Amor hace a una familia mantenerse unida con lazos indestructibles porque el Amor de Dios los encadena con la dulzura divina unos a otros…
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Aquellas familias católicas que toman muy en serio la misión y responsabilidad de la Iglesia Domestica, sabe guiar a sus hijos a puerto seguro con la consolación que no perderán el rumbo cuando ellos, como padres, ya no estén sosteniendo el timón de la pequeña barca familiar.
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Mi humilde plegaria a los pies del Sagrario por las familias del mundo… que Dios reine en sus corazones, que el Amor divino se haga presente, al descubrirse de convivencia familiar. Que nuestra Madre Celestial los cubra con su manto y les guie a los brazos de Jesús…porque el verdadero Amor apremia…

Desde la Soledad del Sagrario

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