lunes, 21 de enero de 2013

¡Dios mío!!… ¡Qué niños tan malcriados!! ¿Será posible?


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¿Por qué será que hay tanta ignorancia en tantos padres de familia? Ignorancia unida a una dejadez o pereza en la voluntad de buscar, querer informarse y salir de su ignorancia.

Cuantos padres y madres de familias tan ciegos que no ven que le están haciendo un daño irreversible a sus hijos en la forma de educarlos en lo más básico.  Daño que lleva a convertirse en un hijo sin fe, sin respeto, sentimientos, sin modales, indisciplinados y sin educación alguna por más títulos que haya ganado en la universidad.,

Hijos malcriados…hijos que se les ha dado todo, sin medida y al gusto de ellos. Hijos que desde pequeños conocen el arte de manipular a sus padres para sacar provecho propio en lo que desean. Hijos que no se les corrige… dejándolos hacer lo que deseen. No se permite que nadie les llame la atención o les corrija… el que lo haga se convierte en el enemigo de la familia, sea quien sea, aun la autoridad civil... porque los padres se han negado a disciplinar a los niños...

En una ocasión, (y cuantas en el mundo no hay en este momento), un padre estaba disfrutando de su programa de televisión y llego la nena de cuatro años, sin mediar palabras  le cambio el programa,  quitando al padre del asiento y sentándose ella a ver su programa favorito… El padre se levanto y la dejo.

Que mensaje y enseñanza le está dando este padre a su hija: “Que tiene derecho a exigir y se le debe respetar”, “Que no hay porque respetar el derecho de los demás si va por encima del propio”. “Que tiene derecho a exigir y recibir,  se les atienda y le complazcan en todo lo que deseen”. No hay que resetar a nadie…Solo ellos tienen pleno derecho.

 En otra ocasión la  beba de la casa le gritaba histéricamente a su mamá y esta accedía inmediatamente al reclamo de la hija.

¿Y qué tal? …  cuando se tiran al piso, no importan donde estén, o quienes están, dándole una perreta, gritando, dándose contra el piso, llenos de rabia y odio porque sus padres no le complacen en lo que quieren… ya están acostumbrados a recibir… a salirse con sus gustos.  Los padres acceden inmediatamente.

Niños mal educados, caprichosos, soberbios, vanidosos, irrespetuosos, egoístas, perezosos, mal hablados, violentos, agresivos, dispuesto a todo con tal de salirse con la suya… niños dignos  de lastima… a los que nadie quiere al lado… que cuando adultos serán despreciados enajenados a la soledad.

Niños que se convierten en el dolor de cabeza de sus padres, que toman caminos errados, buscan compañías como ellos, y están en pelea con sus amigos por padecer la misma enfermedad: el “yo” alimentado desbordadamente, peligrosamente.

Cuántos de estos niños, no solo les levantan la voz a los padres, los mandan a callar, los insultan, sino también les pegan. A veces son chiquillos de corta edad que se les han ido de las manos a los padres.

No importa el estatus social de la familia, en todos se dan, en unos más notables, en otros refinadamente, pero con los mismos síntomas de la enfermedad…y el mismo dolor de cabeza…

Hay que leer, hay que orar, hay que buscar cómo educar a los hijos dentro de un ambiente sano, lleno de paz, un ambiente donde se aprende la virtud, la moral, la fe, los modales más básicos de convivencia familiar… para así poder convertirse en adultos sanos llenos de sabiduría, de amor, de compasión, de solidaridad, de fe, de alegría, de modales exquisitos en el compartir unos con otros… hijos sanos físicamente, mental y espiritualmente.

 Padres y madres de familias… abrid los ojos… no están solos… pero cuando el árbol se tuerce, nada puede ya enderezarlo… así son nuestros niños… los primeros siete años son de aprendizaje, de sembrar en ellos todo lo bueno o lo malo… lo que aprendan esos años será el fruto en el mañana…

Pero ¿qué hacer con estos niños que han sido forjados en una educación errónea? ¿No hay solución? Solo Dios… solo Dios… y océanos de paciencia y de amor para con ellos…


Desde la Soledad del Sagrario

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