No, no es ser bueno…
es ser santo. Escucho todo el tiempo,
padres a hijos, maestros a alumnos, sacerdotes y catequistas a los niños…
pedirles y motivarles a ser buenos porque Dios les quiere buenos… Dios no nos
quiere buenos, Dios nos quiere santos… porque Él es santo…
Me pregunto qué hay
de malo en pedirles que sean santos. Que trabajen con entusiasmo y con dedicación
por hacerse santos al gusto de Dios. ¿Por qué no se hace el pedido? ¿Por qué no
se les lleva a pedirle a Jesús la santidad en esa primera comunión?
Padre y madre que
me escuchas…vengo a pedirte un gran favor, un favor que trasciende hacia la
eternidad. Prepara a tus hijos para la
primera comunión, no solo conociendo los detalles de nuestra fe, sino abriendo
su corazón a entablar una amistad sabrosa con Jesús. Llévale poco a poco, a
desear vivir toda una vida siendo amigo de Jesús, convirtiéndose en grandes
amigos.
Llevarle a entender
que esa amistad requiere desear y trabajar por la santidad personal… porque Jesús
desea ardientemente que sus amigos sean santos, como Él es santo. Ah, qué
diferencia será esa experiencia de la primera comunión… cuando ese corazón tan pequeño
se abre en delicioso coloquio con Jesús Amigo, pidiéndole le haga santo; le
haga a su gusto; le haga vivir esa felicidad que tanto se desea.
La verdadera
riqueza y prosperidad no reside en que tus hijos sean profesionales que se
ganen el prestigio, el honor y la fama, además de un buen y jugoso sueldo. No,
esa no es la verdadera riqueza ni felicidad… La prosperidad de los hijos esta
en buscar la santidad personal. En buscar mantener esa amistad con Dios siempre
en aumento y con claridad de conocimiento y de voluntad.
En las buenas y en las malas, poder contar siempre,
siempre, siempre con Jesús… eso no tiene precio, ni hay carrera profesional que
pague las alegrías, la confianza y la experiencia de vivir una verdadera
amistad con Jesús. Poder contar con Jesús para todo, en todo momento es
convertirse en millonario espiritual. Poder recibir su ayuda, sus consejos, y las
riquezas de sus regalos espirituales y aun materiales… porque Jesús no se deja
ganar en generosidad con sus amigos… más aun con los amigos íntimos que se dan
a manos llenas a Jesús, contando Jesús con ellos siempre…
¿Qué amigo de Jesús, que experimenta esa sabrosa amistad divina,
hay con depresiones, con angustias, con insomnio por los problemas, con egoísmos,
etc.?? Los amigos de Jesús confían ciegamente, esperándolo todo de Jesús,
porque Jesús nunca, nunca defrauda a sus amigos. Saben sufrir con paz… sin desesperación…
en pleno dominio propio…
Lo vemos en los
santos. Lo vemos en los mártires, que prefieren la corona de la eternidad antes
de perder la amistad con Jesús. Cuantos niños,
en la actualidad, son capaces de gritar “Viva Cristo Rey” antes de ser ejecutados
por los enemigos de la fe. Los hay… los hay…
Pero fijémonos en
los mártires de la vida diaria… esos pequeños niños que como Santo Domingo
Savio, un joven adolescente, cuyo lema de vida era “antes morir que pecar”,
porque sabía que el pecado lo alejaba de su Amigo Jesús. Estos niños viven muriendo
a todo lo que sea pecado… rechazándolo de corazón… Ellos han pesado el valor de
la amistad con Jesús y por nada del mundo la quieren perder. Doy fe de esto,
pues conozco a varios niños que su alegría y su felicidad es saberse amigos de Jesús,
saber a Jesús su Amigo.
Padres y madres no
pierdan el tiempo… en la eternidad, Dios no les va a preguntar qué profesión o
trabajo tuvieron sus hijos… si era deportistas, o si tenían muchas cosas
materiales… Dios les va a preguntar solo y únicamente si les enseñaron a amarle
y a desear su amistad. Todo lo que sus hijos hayan alcanzado no cuenta para la
eternidad… solo cuenta “cuanto amor tuvieron para Dios”. Vuestra respuesta solo
será evidenciada por los frutos de sus hijos, si ha sido una vida llena de
caridad hacia los demás, gastada en
beneficio del prójimo… Solo el que ama a Dios de verdad, se gasta amando a los demás…procurando
el bienestar y la felicidad de los demás…porque ama con el Corazón de su Amigo Jesús…
Solo en el Cielos
nos daremos cuenta del tiempo perdido siendo buenos en vez de haber procurado
ser santos porque Dios es Santo… y esa es nuestra herencia… a conquistar…
Desde la Soledad
del Sagrario
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