viernes, 19 de febrero de 2016

Pobres niños, pobre familia

Los  padres no se dan cuenta lo que significa para los hijos conocer de esos momentos donde la caridad desaparece para aparecer la discordia, la agresividad, la ceguera y el maltrato verbal y a veces físico, donde los dos se hieren mutuamente.

Cuanto dolor, desconcierto y traumas para las víctimas que son  los hijos. Los padres muestran que el amor no existe, solo existe la venganza, la mala palabra y el engaño. Los hijos comienzan a desilusionarse de sus padres. Cuanta ignorancia en nuestros padres y madres que someten a sus hijos a tanto desamor y tantas tinieblas, donde la esperanza desaparece.

Un hogar donde solo existe la pelea día y noche, es un hogar donde nadie quiere estar. Los hijos quieren huir del hogar.

Recuerdo en una ocasión me contaba una recién casada que la suegra le había dado un sabio consejo. Si quieres votar a tu esposo a la calle, pelea, pelea y pelea… no resistirá el hogar y se lanzara a la calle, o llegara tarde para no escucharte. Sabio consejo que también puede aplicarse a los hijos. Madres o padres acostumbrados a pelear, hijos que huirán a la calle para no escuchar tanto disgusto.

Un hombre de mal carácter es insoportable, pero una mujer que por todo pelea y no sabe otra cosa que pelear y hablar estrujado, es verdaderamente un dolor de cabeza, todo el mundo huye de su presencia.
Y ahí está el peligro.  Viene el desahogo del esposo con la compañera de trabajo o con la vecina, o con la familiar.  Vienen los hijos a desahogarse con amigos no muy recomendables. Y comienza el problema a convertirse en una pesadilla para la familia. Cuantos hijos se vuelven violentos, rebeldes y vagos. Causa y fruto de un hogar disfuncional.

El hogar se ha convertido en un infierno. Y nadie quiere vivir en un infierno. Dios no se ve por ningún lado, se le ha sacado del seno del hogar. No existe un clima de comunicación, de caridad, de fraternidad, de solidaridad, de familia, de tolerancia.  Poco a poco la esposa se va quedando sola. Y si es el esposo el causante, poco a poco se le va dejando solo. Nadie quiere estar al lado de quien solo sabe convertirse en un monstruo que grita desenfrenadamente, y solo sabe señalar los defectos y errores de los hijos o del conyugue.

Dios nos proteja de hogares así.  Dios nos proteja de familias disfuncionales por causa del mal carácter, los celos enfermizos, y de lenguaje mal sonante, palabras soeces… Donde el rostro se vuelve agrio, duro y feo. 

Padres y madres que gustan pelear por todo, deben buscar ayuda. Deben procurar un encuentro personal con Dios serio y verdadero. Solo Dios puede hacer cambiar ese corazón duro, y esa voluntad enfermiza. 

Oremos…oremos…oremos… la oración es poderosa, oremos por las familias que conocemos y son familias disfuncionales.

Desde la Soledad del Sagrario


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