domingo, 28 de agosto de 2016

El Amor es sacrificio... dando frutos para la eternidad...




Mi amada madre decía: el amor es sacrificio continuo, desde que te levantas hasta que te acuesta. Es un gastarse por el bienestar de los demás.  Claro, sin quejas y con derroche de entusiasmo.

Y es que mami,  era el mejor ejemplo de quien vive el amor más puro, sin egoísmo, sin exigencias, sin dramas.  Ella sabía muy bien mantener un sano balance en su deber, y su querer.  Conocía muy bien a cada miembro de su familia.  Se daba a manos llenas. Su alegría era ver a los suyos caminando por el camino de la virtud. Siempre pendiente de los pequeños detalles, esos que se escapa a un corazón egoísta.  Siempre dispuesta a escuchar, a ayudar, a acoger,  a amanecerse al lado del hijo enfermo, o de la hija que estudiaba tarde en la noche.  Siempre poniendo la paz. Colocando ese granito de arena extra para que todo estuviera de acuerdo al gusto divino.

Se acostaba rendida pero con una paz inmensa. Y la sonrisa de haber cumplido con su deber de darse sin medida por el bienestar físico, emocional y espiritual de su amada familia.   ¿Y su familia?  Ella  un sol que alegraba el hogar. Siempre alegre. Siempre de buen humor. Siempre en la creatividad en la cocina,  manteniendo el hogar limpio y organizado… buscando que el “hogar fuera hogar”, como ella tanto decía.  Que todos se sintieran a gusto.   He ahí su mayor felicidad ver a los suyos en casa, disfrutando del hogar, del compartir en familia.  


Este mes de agosto, se cumplió  cuatro años de mami regresar a la Casa Paterna… a la casa celestial.  Ella dejo un hermoso legado… amar  hasta el sacrificio… porque  quien ama de verdad, solo busca la felicidad del otro.  Ella era sumamente feliz al contemplar a los suyos felices.  ¿Gracias, mami, por ser esa maravillosa madre ejemplar, modelo y guía en nuestras vidas. Tu fe en Dios, tu confianza en la Mater te llevaron a ser ese sol de alegría  que ilumino nuestro dulce hogar.   Fuiste una esposa ejemplar, amiga, confidente de papi y de tus hijos…  Gracias, Santísima, por habernos regalado a mami….


Desde la Soledad del Sagrario                                          

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