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El
dolor físico o moral es un acontecimiento que nadie quiere experimentar pero que
está ahí asechándonos en todo momento. A veces se hace presente
inesperadamente y desaparece con la misma rapidez como llego. Otras veces llega
para quedarse y es ahí donde la escuela del dolor comienza a dar sus enseñanzas
a toda alma que se abre a esta misterio con la sencillez y simplicidad de las
almas enamoradas de Dios.
Nos
sorprende de sobremanera como los niños santos saben recibir, aceptar y
abuzarse a la cruz del dolor en todas sus dimensiones. Es un contraste sorprendente la vivencia del
niño santo ante este misterio y nuestra normal reacción al mismo cuando nos ha
tocado vivirlo. ¡Qué abismo de experiencias vividas entre ellos y nosotros! A
tan pequeña edad como se enriquecen en
ese “fíat” dado sin titubeos…convencidos de la voluntad divina.
Miremos
los pensamientos de Raquelina… estudiemos detenidamente el sentimiento expresado
o escondido en sus palabras…
“El
sufrimiento es como una almendra. Tú la desechas, crees que se ha acabado en la
fría tierra. Sin embargo pasando de nuevo por aquel lugar, después de algunos
años, encontraras un bonito almendro en flor.
¡Qué
bien expresado! A los 14 años Raquelina conocía muy bien el pan del
sufrimiento, la cruz del dolor pero también reconocía convincentemente los
frutos obtenidos de ese sufrimiento elevado al grado heroico de la cruz
aceptada y dejándose crucificar al gusto divino… Ella sabía de la pasión de Jesús…
ella conocía del amor de Jesús… ella entendía que había que aceptar la voluntad
del Padre con amor y hasta con gusto refinado…el gusto de participar en la
redención de los pobres pecadores…
La
carta que escribe Nenolina a Jesús es encantadoramente impresionante.
Recordemos que a la edad de seis años nuestra pequeña regresa a la casa
paterna. Es apenas muy pequeña y ya habla de cruces, de calvario, de ser víctima
de amor, de salvar almas, de aceptar la voluntad divina, que la enfermedad es
precioso tesoro para ganarnos el cielo…
"Querido
Jesús crucificado, yo te quiero tanto y te amo tanto. Yo quiero
estar contigo en el Calvario. "Querido Jesús crucificado, yo te quiero
tanto y te amo tanto. Yo quiero estar contigo en el Calvario y sufro
con alegría porque sé que estoy en el Calvario.
Querido Jesús. Yo te agradezco que Tú me has mandado esta
enfermedad porque es un medio para llegar al Paraíso. Querido Jesús díle a
Dios Padre que lo amo tanto a Él también
Querido Jesús, yo quiero ser Tu farol y Tu azucena
querido Jesús, dáme la fuerza necesaria
para soportar los dolores que Te ofrezco para los pecadores.
Querido Jesús díle al Espíritu Santo que me ilumine de
amor y me llene de sus siete dones.
Querido Jesús díle a la Virgensita que la amo tanto y que
quiero estar junto con Ella en el
Calvario porque yo quiero ser tu víctima de amor querido Jesús.
Sin embargo que diferente reaccionamos tu y yo ante la
enfermedad que no es pasajera…
Madres y padres de nuestros niños… cultivar en vuestros
hijos las virtudes…la fe, los valores y la moral de nuestra Iglesia… sembrar en
ellos el amor a Dios y cosechareis santos para el cielo… ¿no vale la pena?
Desde la Soledad del Sagrario
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Desde la Soledad del Sagrario
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NUNCA NOS ACORDAMOS DE OFRECER EL SUFRIMIENTO, MAS BIEN NOS ENTREGAMOS A EL, SIN PENSAR QUE ES EL VEHICULO MAS SEGURO DE LLEGR A LA GLORIA, POR TANTO NO DESPERDICIEMOS EL DOLOR DE ALGO, YA SEA FISICO O MORAL TODO ENTREGUEMOS EN MANOS DEL SEÑOR, ASI SEA.
ResponderEliminarCierto muy cierto... hermana mia…
EliminarTodo lo que nos sucede es valiosa oración de ofrecimiento. Cuanto bien hacemos a los hermanos, a nuestra familia y aun a nosotros mismos cuando convertimos nuestras palabras, obras, actitudes, dolores, gozos, triunfos, fracasos…, en una palabra nuestro diario vivir… en una simple, sencilla oración de ofrecimiento a Aquel que todo recibe con amor por el bien de nuestra salvación...