lunes, 20 de febrero de 2012


Eternidad… felicidad o desgracia para siempre.

 Jacinta Marto  una de los tres niños escogidos por Dios para recibir la visita de la Santísima Virgen María… para recibir el mensaje de la Madre Celestial y darle vida desde la oración y la penitencia.

Niños pobres. Niños analfabetas. Niños pastores. Niños que no conocían de sociedad ni de alcurnia, ni de viajes, ni de placeres, ni de grandes y ricas fiestas, ni de ropa elegante, ni de costumbres refinadas, ni de modales finos… niños comunes…niños simples…sumamente sencillos y humildes… que en nada llamaban la atención del mundo que no fuera su sentido exquisito de amor a Dios… y su fidelidad a Dios.               Niños             que poseían un carácter religioso férreo que nadie les dominaba impidiéndoles vivir su fe.
 La más pequeña, la más tímida, la más dada a la penitencia, porque, la simple idea de conocer que las almas podían perderse en el infierno… la consumía de dolor y la lanzaba a buscar todos los medios posibles para ofrecerlos por la conversión de los pobres pecadores a los que amaba entrañablemente.
Estos niños totalmente puros, de costumbres sanas, de íntima amistad con Dios. Vivian en un ambiente religioso donde los valores, la moral y la doctrina católica eran ampliamente acogidos y defendidos por una obediencia ciega a los mandamientos,  y a la voluntad divina. Envidiable atmosfera donde Dios es primero que nada. Donde Dios es el centro del hogar, de esa Iglesia Domestica. 
Podemos entender muy bien el ambiente religioso en que se movían estos niños con este  simple ejemplo… Jacinta nace el 11 de marzo de 1910. Y es bautizada el 19 de marzo de 1910.
 Es bautizada a los ocho días de haber nacido. Bendito sea Dios en padres tan comprometidos con la salvación del alma de sus hijos. Si hoy en día nuestras familias, que inicia su vocación de padres, hicieran lo mismo… en qué mundo diferente viviríamos. Dios hace la gran diferencia en las familias que se deciden a abrir de par en par sus puertas a Cristo… a la Mater.
Vemos como Jacinta en su corta edad,  entiende muy bien lo que puede ser una “eternidad” o se era feliz o desgraciado… para siempre.  Pensar que alguien tomara la opción de ser desgraciado para siempre le causaba una gran pena.  Solo las almas sumamente sensibles pueden llegar a experimentar estos sentimientos.
Con apenas  siete años,  toma muy en serio, al igual que Francisco y Lucia,  las palabras de la Mater que les pedía oraciones y sacrificios por la salvación de los pobres pecadores. Su compasión la llevaba a buscar siempre la forma de sacrificarse por las almas…
Cuantas lecciones nos da esta pequeña niña que con tan poca edad sabe como  sacrificarse hasta el extremo… y tú y yo apenas nos sacrificamos por la salvación de los pobres pecadores. Da gusto contemplarla siempre ideando una nueva penitencia con tal que las puertas del infierno se cierren para los pobres pecadores. Con tal de ayudar que los pobres pecadores se abran a la gracia de la conversión aunque fuese en el último momento.

La pequeña sentía un amor exquisitamente tierno por la Madre Celestial. Verla le causaba inmensa alegría, pero una tristeza inconcebible  la invadía, al contemplarla triste por las almas que se perdían para la eternidad, por no tener quien orara y se sacrificara por ellos. Y esto la lanzaba a duplicar sus oraciones y sus pequeñas penitencias. No quería ver triste a madre tan buena.Pero tampoco quería ver perderse a los pobres pecadores en el fuego infernal que la Virgen les dejo ver y que ellos al contemplar el infierno gritaron llenos de pavor.
Es curioso hoy en día hay padres que no permiten que sus hijos vean a Cristo crucificado y lleno de sangre… o a San Miguel Arcángel pisando al demonio en las imágenes… porque argumentan que es cruel, les puede crear traumas sicológicas, además que es maltrato para los niños. Sin embargo la Virgen María no titubeo en mostrarles el infierno a tres niños donde la más pequeña solo tenía siete años. ¿Qué hicieron los niños al contemplar el infierno... que por alguna razón los describen como un lugar de tormentos? Gritaron y el grito inundo de pánico a los multitud presente. Inmediatamente los niños miran a la Mater y sienten el consuelo de saberse salvos para el cielo. Los niños agradecen a la Mater haberles asegurado que los llevaría al cielo, que ellos se habían ganado el cielo… antes de mostrarles el infierno. Y los niños desean que los pobres pecadores, que todo el mundo vea el infierno para que tomen muy en serio su salvación personal. Tu y yo ¿necesitamos verlo para saber que nos jugamos la eternidad?

Es curioso que hoy en día tampoco se predique del infierno y del pecado como causa de perdición eterna. Y nuestra Madre llama la atención a los niños de esta realidad, que hemos engavetado para no molestarnos en entender que la salvación del alma es fácil, muy fácil de perder… que el enemigo de las almas existe no es un mito, no es un cuento , no es imaginación del pasado… existe y esta al acecho de nuestras almas.
Hoy en día choca enormemente que nuestra santa madre pidiera a niños de tan corta edad sacrificios, penitencias, tanto tiempo de oración… cuando hoy por menos se castigan a los padres considerando crueldad contra los menores y me refiero a la educación religiosa que ofrecen los padres a sus hijos.
Quiero terminar con las palabras de la religiosa Sor Purificacion Godinho que cuido de la pequeña Jacinta mientras estaba en el hospital hasta que murió. Ella nos dice: comia poco, no jugaba.
a en ningun momento, no se quejaba jamás de su enfermedad, no la mpodía soportar la mentira y reprendía con energía a los que desfiguraban la verdad delante de ella. Le gustaba ir a la capilla, invitaba al silencio si alguien hablaba. Si recibia contestaciones desagradables las recibia con paciencia por amor a Dios.

Meditemos en estas palabras de Jacinta dirigidas a Sor Purificación: “ Madrina se cometen muchos pecados y muy graves en el mundo. Si los hombres supieran lo que es una eternidad harían lo posible para cambiar de vida. Los hombres se pierden porque no piensan en Nuestro Señor y no hacen penitencia”. Tu y yo…  ¿Cómo vamos a responder?

                                                Desde la Soledad del Sagrario

2 comentarios:

  1. Bravo, Sor Maridel. Bravo, Beata Jacinta. Hoy algunos padres queremos ser la diferencia, hay que ir contra la corriente de la sociedad. Hay que defender nuestra fe y la de nuestros/as hijos/as. Vivo en Los EU aca es raro que se hable de infierno. Recuerdo las palabras de un sacerdote que dice que una persona le dijo que infierno no existe y su respuesta era cuando llegues Veras que si. Trabajemos para ir al cielo no al infierno.

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  2. Esa es el mayor triunfo del enemigo de las almas, que el mundo cree que el infierno no existe... Dios nos proteja de tanta ignorancia...

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