martes, 4 de diciembre de 2012

Adviento... tiempo de esperanza..



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VIRTUDES Y VALORES
¡Es el tiempo de la esperanza!
Estamos llamados a mirar más allá, a remar mar adentro pero sobre todo a cuidar más intensamente nuestra interioridad
Autor: Alejandro Cases Ramon | Fuente:
Catholic.net
    
Sean mis palabras brizna de aire cálido que nace del soplo de la fe, que en el frío intenso de las dificultades, obstáculos y desesperanzas de la vida, puedan venir a socorrer y aliviar nuestra desazón.

Os las dedico oportunamente en este tiempo del adviento y cercana ya la Navidad para animar vuestra esperanza, e infundiros el coraje y la alegría que nos impulse a un nuevo despertar.
Nuestros mejores deseos se enarbolan con cadenas de papel, frágiles, pero llenas de colores: ilusiones, alegrías y buen ánimo.

Todo es síntoma de fiesta en este tiempo. Os invito a deteneros para mirar vuestra ciudad, vuestro pueblo, pero sobre todo a los que viven en el, nuestros mayores que han trabajado nuestras huertas y campos, pero sobre todo el inconmensurable legado que nos dejan, plagado de esfuerzos, sacrificios y lo mas importante, amor por nuestro pueblo. Los padres, que en su tarea de la educación de los hijos, tienen en sus manos las llaves de oro de nuestra villa. Los jóvenes, que impulsados por los mejores valores han de abrirse paso hacia el progreso que es nuestra esperanza, y los niños que en este año 2012 han hecho incrementar nuestra población, ochenta he bautizado este año para alegría de todos.

Pero hay algo, una fuerza muy especial que nos une a todos, es el tesoro de la fe, la raíz de nuestro pueblo, pero sobre todo la esperanza que nos hace vivir, vivir como una gran familia, destinados a la misma tarea: la del Amor.

Hace unas semanas viendo la película de Harry Potter y las reliquias de la muerte, retuve en mi memoria para la reflexión personal y pastoral unas palabras del profesor Albus Dumbledore a Harry Potter, en las cuales el profesor le exhortaba a no sufrir y lamentarse por los que mueren, sino mas bien por los que viven, pero sobre todo, aquellos que viven sin amor. Esta es la tarea, esta es la clave para levantar nuestro pueblo, nuestras gentes, en un canto que se eleve en representación vicaria de toda la humanidad hacia un nuevo destino.

Dios viene para estar con nosotros y tenemos la oportunidad de sentirle cerca, hecho un niño, frágil, débil, viene en la humildad, para declararnos la Verdad, la única que puede liberarnos de todo lo que nos impide ser felices de verdad, porque Dios queridos amigos, sólo quiere nuestra felicidad. Esta es la razón de la fiesta que nos preparamos a celebrar.

Donde esta Dios, allí hay futuro, dijo el Papa en su viaje a Alemania, sólo puedo confirmaros estas palabras. Estamos llamados a mirar más allá, a remar mar adentro pero sobre todo a cuidar más intensamente nuestra interioridad, huyendo de la mera superficialidad. Mi propuesta en este tiempo del Adviento va en esta dirección, en invitaros a trabajar y a cuidar vuestra fe, a acercaros a la adoración al Santísimo cada semana, a acudir a la Eucaristía como respuesta de amor y gratitud a El, que nos invita a su Mesa, a acudir al sacramento de la confesión con humildad y sin miedos ni vergüenzas, a coger la Palabra de Dios de nuestras estanterías para leerle y meditarla más a menudo, a hacer buena lectura espiritual (os recomiendo el último libro del Papa: "La Infancia de Jesús"), a cuidar más la familia: el matrimonio, la educación de vuestros hijos, a acordaros de los que más sufren, colaborando con cáritas... en definitiva, a acercaros a ese Dios hecho niño que viene a traernos la esperanza que no defrauda y que llena de sentido el sacrificio, el esfuerzo, la lucha diaria, ya que en todo esto nos ganamos para la vida verdadera, la que Cristo ha venido a conquistar para ti y para mi.

Sólo me queda como punto y final a estas palabras, tender mi mano a todos vosotros, mayores, enfermos, padres, jóvenes... la parroquia es vuestro hogar, el hogar de todos aquellos que quieran vivir de verdad un mensaje para nada trasnochado y caduco, sino actual y renovador en todos los conceptos, demostremos nuestra casta, la de un pueblo que atiende, que sirve, que anima, que no critica, que confía, que alegra y que construye afianzado en la verdadera fe. Este será el mejor síntoma de que hemos entendido la verdadera Navidad, la que nos hace "nacer de nuevo" para aprender del Maestro el arte de vivir, seguir su mejor lección: la del Amor.

¡Feliz y santo Adviento!
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Desde la Soledad del Sagrario

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