miércoles, 24 de abril de 2013

“¡Qué más da...!...¡Todo da igual!”.

Autor: P. Antonio Rivero L.C. | Fuente: Catholic.net
Encogerse de hombros y de energías, es singular reflejo de una crisis de vida, de una época de desaliento y desencanto, de confusión y de promesas incumplidas, de falta de horizontes...tiene una causa: falta de valores.

“¡Qué más da...!...¡Todo da igual!”.
“¡Qué más da...!...¡Todo da igual!”.
De entrada digamos que no todo da igual. No es lo mismo respetar a mi madre que insultarla. No es lo mismo ceder un asiento en el colectivo a una persona discapacitada, enferma o anciana que no cederlo. No es lo mismo mentir que decir la verdad. No es lo mismo llegar tarde a mi trabajo que llegar puntual. No es lo mismo. No es lo mismo ser solidario que no serlo. No es lo mismo la fidelidad que la infidelidad. No es lo mismo la bondad que la falta de bondad. No es lo mismo la gratitud que la ingratitud. No es lo mismo la responsabilidad que la irresponsabilidad.

Las cosas no valen todas igual. Las cosas tienen cada una su propio peso. Cada cosa es portadora de valores o de antivalores y hay que descubrirlos.

1. ¿Qué son los valores?

Valor es aquello que hace buenas a las cosas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo. El valor es todo bien encerrado en las cosas, descubierto con mi inteligencia, deseado y querido por mi voluntad, disfrutado en mi vida. Los valores acompañan la existencia de cualquier persona, haciéndola más digna, más hermosa, más humana.

El hombre podrá apreciar los valores, si es educado en ellos. Y educar en los valores es lo mismo que enseñar al individuo a comportarse como hombre, como persona. Pero se necesita educar en una recta jerarquía de valores.

Cuando uno ha descubierto un valor, ha descubierto, con convicción razonada y firme, que algo es bueno o malo y de que nos conviene más o menos.

Los valores reflejan la personalidad de los individuos y son la expresión de la catadura humana, cultural, afectivo y social de esa persona.

Ciertamente, los valores dependen mucho del marco y ambiente que nos ha tocado vivir en la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad.

2. ¿Cómo descubrir los valores y ponerlos en práctica?

El hombre tiene dos facultades superiores muy nobles: la inteligencia y la voluntad.

a) Con la inteligencia el hombre descubre que las cosas traen consigo unos valores, es decir, tienen valores. Gracias a la inteligencia él sabe que puede comportarse sensatamente y guiarse no por el capricho, sino por lo que la razón le hace entender que es bueno. Con la inteligencia puede sopesar las cosas. Pero con la sola inteligencia el hombre queda indiferente todavía frente a esas cosas, y queda todo a nivel intelectual. Hay que dar otro paso, el de la voluntad.


b) Con la voluntad libre: el hombre rompe su indiferencia frente a las cosas y decide lo que aquí y ahora vale más para él y elige. Y al elegir, jerarquiza las cosas y se compromete con lo que elige. Al hacer esto forma en sí ACTITUDES que pronto se convertirán en hábitos operativos. Si lo que ha elegido es bueno y le perfecciona, entonces llega a la VIRTUD, que es la disposición permanente a comprometerse como hombre, a hacerse más hombre (Virtud viene del latín Vir, viri: hombre).

3. Valores más importantes

Solidaridad, Autenticidad, Fidelidad, Bondad,
Agradecimiento, Responsabilidad, Libertad, Amistad,
Belleza, Paz, Laboriosidad, Justicia,
Autocontrol, Autoestima, Austeridad, Alegría,
Altruismo, Calma, Compasión, Comprensión,
Confianza, Autoconocimiento, Cordialidad, Reflexión,
Creatividad Generosidad Decisión, Diálogo,
Delicadeza, Dignidad, Diligencia, Diversión sana,
Disciplina, Disponibilidad, Dolor, Educación,
Eficacia, Elegancia, Entusiasmo, Equilibrio,
Esfuerzo, Esperanza, Espiritualidad, Estabilidad,
Carácter, Éxito, Familiaridad, Familia,
Fe, Felicidad, Firmeza, Fortaleza,
Gozo intelectual, Gratitud, Heroicidad, Honradez,
Higiene mental, Hospitalidad, Humanidad, Humor,
Ideal, Identidad, Ilusión, Modestia,
Imaginación, Autonomía, Singularidad, Madurez,
Magnanimidad, Mansedumbre, Mayores, Misericordia,
Modelos, Moral, Naturalidad, Obediencia,
Optimismo, Orden, Paciencia, Piedad,
Placer, Poder, Proyecto de sí, Realización,
Razonabilidad, Relajación mental, Respeto, Riqueza,
Sabiduría, Salud,bienestar, Seguridad, Sencillez,
Sentimiento, Serenidad,paz, Sexualidad, Silencio,
Sinceridad, Templanza, Ternura , Tesón,
Tiempo, Tolerancia, Trabajo, Trascendencia,
Urbanidad, Valentía, Voluntad, Vulnerabilidad,
Aceptación de sí, Flexibilidad, Iniciativa, Afectividad,
Ecología, Vida, Ética, Verdad,

4. Tipos de valores

Hay estos tipos de valores:

a) Valores espirituales
b) Valores morales o humanos
* Valores personales
* Valores familiares
* Valores sociales

Por supuesto que debe haber una jerarquía de valores, que depende de la educación que uno ha tenido. ¿Cuál debería ser la verdadera jerarquía?

5. ¿Quiénes educan en valores?

Todos influimos en los valores, pero el que se educa es uno mismo: los valores los hace suyos el hombre. Cada individuo se forma a sí mismo, descubriendo los valores con su propia libertad experiencial en la familia, en el colegio, en la calle, por la televisión y demás medios de comunicación.

Son las personas más significativas para el niño o el joven las que más influyen en su experiencia de los valores para bien o para mal: padres, maestros, educadores, tutores, amigos.

Durante los primeros años de vida y los primeros de la adolescencia tiene gran importancia los grupos o equipos: escultismo, deporte, voluntariado social, etc.

6. Ventajas y frutos de los valores

Una vez interiorizados, los valores se convierten en guías y pautas que marcan las directrices de una conducta coherente. Se convierten en ideales, indicadores del camino a seguir. De este modo, nos permiten encontrar sentido a lo que hacemos, tomar las decisiones pertinentes, responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Nos permiten definir con claridad los objetivos de la vida. Nos ayudan a aceptarnos tal y como somos y estimarnos. Nos hacen comprender y estimar a los demás. Facilitan la relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal.

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