domingo, 2 de febrero de 2014

¿Eres una PRINCESA? NOOOOOOOOOO


Estaban jugando, entretenidamente, en el parque entre risas, carreras y abrazos.  Ricitos de Oro “Susy”, la benjamín de Papa “Lucy”, y el sol sonriente  de la familia “Rita”.  Mientras a lo lejos un grupo de madres charlaban entretenidamente.  Sin embargo la mamá de Susy,  “Pily” estaba a pocos pies de su hija observando cómo se divertía y atenta a cualquier necesidad que tuviese su pequeña Susy. Las ninas  contaban entre cuatro, cinco y seis años. Susy tiene cuatro.

De momento las niñas  dejan de jugar y se sientan sobre la grama a hablar, a contarse cosas.  Susy toma la palabra, mientras Lucy y Rita la escuchan atentamente. Hay un silencio,  Lucy y Rita ponen cara de asombro y se escucha un “Oh” y un “¿Qué? Susy se asusta un poco y piensa para sí: “¿Qué dije, Mater?”  Las mira un poco asustada por su reacción.

Lucy:  ¿Qué tú eres queeé?

Rita: ¿Qué eres una PRINCESA?

Ambas niñas se maravillan de las palabras de Susy. Susy siente alivio al entender que solo era eso, lo de princesa, lo que las había hecho comportarse tan raro. Y tomando la palabra con aire de confianza y una pizca de coquetería infantil, en el buen sentido de la palabra.  Explica con un entusiasmo, con una alegría y una ternura desbordante, dramatizando cada palabra con sus gestos y su sonrisa amplia y graciosa.  Con chispa y zalamería les dice:

 “Oh, sí, yo soy una princesa… porque soy la princesa de Dios… y tengo que comportarme como lo que soy. Tengo que hacer todo lo que a Dios le agrada porque soy su princesa,  su linda princesa,  no puedo disgustarlo. Si Dios es muy bueno conmigo  ¿cómo voy a portarme mal con Él?  No, no puedo tengo que hacerle feliz, muy feliz portándome  como a Él le gusta que todos nos portemos”.

Las niñas al escucharla se escandalizaron y comenzaron a corregirla porque nadie podía en su sano juicio pensar cosa semejante.  Además ¿para qué querer ser la “Princesa de Dios”?… y se reían de la pobre Susy que las miraba con ganas de llorar porque no entendía porque causaba tanto escándalo y tanta burla. Susy se sentía mortalmente herida.

La cosa terminó con un disgusto de ambas partes.  Susy corriendo a los brazos de  Pily, buscando refugio y ayuda. Y Rita y Lucy, corriendo a contarles el chiste a sus madrecitas.

Como era de esperar Pily tomo en brazos a su pequeña que estaba a lágrima viva y consolándola la subió al coche para regresar a casa. 
Pily había escuchado toda la conversación de las niñas. Había estado orando intensamente a la Mater pidiéndole su intervención en este pequeño acontecimiento que era el primero de muchos de los que le esperaban a su hijita amada;  además, pedía  sabiduría para saber cómo ayudar a su hija.  La Mater respondió prontamente y favorablemente.

Es una pequeña historia de la vida diaria de una familia que va llevando a sus hijos a vivir una intimidad sabrosa y gustosa con Dios.  Estos padres, especialmente la madre, se ha esmerado porque sus pequeños cuatro hijos,  reconozcan a Dios como Padre, desarrollen una amistad verdadera con Dios, y sean capaces de vivir una comunicación verdadera,  donde la confianza, la fe, el amor y la esperanza fluyan  continuamente cada vez en mayor aumento… y todo con una naturalidad pasmosa.  Es como crear un puente producto de una vivencia íntima con  Dios,  un puente que se cruza de lo cotidiano, del diario vivir  a lo celestial y de lo celestial a lo cotidiano, con suma sencillez y naturalidad.

Dios está en el centro de este hogar… Dios es miembro vital de esta familia. Dios  es amigo de la familia.   Dios es el primero en la familia.  La familia busca siempre agradar a Dios en todo momento… para la familia vivir con Dios es causa de una alegría inmensa… disfrutan la presencia divina en sus vidas… Cuantos regalos divinos  derramados en cada detalle cotidiano de esta familia; familia que sabe hacer sonreír a Dios con sus detalles de amor para con Él.

Pily le había enseñado a su hija mayor que ella era una princesa, la princesa de Dios y como tal debía comportarse, huyendo del pecado y abrazando el bien a través de la más exquisita caridad con el prójimo, todo por amor a Dios. Ademas le había ensenado que Dios vivía en el alma de cada persona, por lo tanto había que amar a Dios ahí en las personas.

 Susy lo había asimilado muy bien, lo entendía perfectamente.  Además había conocido la vida de muchos niños santos y entendía que ellos eran también princesas y príncipes de Dios. 

El pequeño acontecimiento que vivió, solo le enseño a entender que no todas las familias conocían y gustaban de Dios como ellos.  Y sin que Pily le dijese nada, la pequeña Susy se comprometió a rezar y pedirle a la Mater por Rita y Lucy y todos los niños que desconocían a Dios como ella lo conocía.  

Y las madres de estas niñas, ¿como reaccionaron? Es de saber que la contrariedad no fue solo para Susy también Pily llevo su momento de disgusto.  En la próxima ocasión que se encontraron el grupo de madres, estas le hicieron saber de mil formas que ellas consideraban a Pily como una madre “rara”.  Pily sintió que la consideraban como una madre desquiciada que estaba siendo “fanática” de la religión y llevaba a sus hijos por un mal camino.

Es el problema de tantas familias de hoy en día que quieren llevar a sus hijos como Dios quiere, por el camino de la santidad. Se les  consideran   “fanáticos” y lunáticos,  hasta enemigos, porque sus creencias son motivo de alarma y preocupación.  Los consideran “anormales” porque no siguen el ritmo y modalidad que establece esta sociedad moderna.  De darle el lugar a Dios solo en la Iglesia.

Padres como Pily y Roger, son padres que les enseñan a sus hijos  moral, valores,  obediencia a la Iglesia, misa diaria,  lectura bíblica, examen de conciencia nocturna, aunque sus pequeños sean de corta edad… el celo por las cosas de Dios y la adversidad de un mundo que va corriendo de espaldas a Dios les motiva a llevar a sus hijos por el camino de la santidad, camino tan olvidado y abandonado por el Pueblo de Dios.  

Me contaba una amiga que jamás había visto unos niños tan llenos de alegría y de paz como los hijos de Roger y Pily… ¿el secreto? Dios habitaba en medio de ellos como uno más de la familia… porque habían descubierto que Dios vale la pena…


Desde la Soledad del Sagrario

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