Estaban jugando, entretenidamente, en el parque entre risas, carreras y
abrazos. Ricitos de Oro “Susy”, la
benjamín de Papa “Lucy”, y el sol sonriente de la familia “Rita”. Mientras a lo lejos un grupo de madres charlaban entretenidamente. Sin embargo
la mamá de Susy, “Pily” estaba a pocos
pies de su hija observando cómo se divertía y atenta a cualquier necesidad que
tuviese su pequeña Susy. Las ninas
contaban entre cuatro, cinco y seis años. Susy tiene cuatro.
De momento las niñas dejan de jugar
y se sientan sobre la grama a hablar, a contarse cosas. Susy toma la palabra, mientras Lucy y Rita la
escuchan atentamente. Hay un silencio, Lucy y Rita ponen cara
de asombro y se escucha un “Oh” y un “¿Qué? Susy se asusta un poco y piensa
para sí: “¿Qué dije, Mater?” Las mira un
poco asustada por su reacción.
Lucy: ¿Qué tú eres queeé?
Rita: ¿Qué eres una PRINCESA?
Ambas niñas se maravillan de las palabras de Susy. Susy siente alivio al
entender que solo era eso, lo de princesa, lo que las había hecho comportarse
tan raro. Y tomando la palabra con aire de confianza y una pizca de coquetería
infantil, en el buen sentido de la palabra.
Explica con un entusiasmo, con una alegría y una ternura desbordante,
dramatizando cada palabra con sus gestos y su sonrisa amplia y graciosa. Con chispa y zalamería les dice:
“Oh, sí, yo soy una princesa… porque
soy la princesa de Dios… y tengo que comportarme como lo que soy. Tengo que
hacer todo lo que a Dios le agrada porque soy su princesa, su linda princesa, no puedo disgustarlo. Si Dios es muy bueno
conmigo ¿cómo voy a portarme mal con
Él? No, no puedo tengo que hacerle
feliz, muy feliz portándome como a Él le
gusta que todos nos portemos”.
Las niñas al escucharla se escandalizaron y comenzaron a corregirla porque
nadie podía en su sano juicio pensar cosa semejante. Además ¿para qué querer ser la “Princesa de
Dios”?… y se reían de la pobre Susy que las miraba con ganas de llorar porque
no entendía porque causaba tanto escándalo y tanta burla. Susy se sentía
mortalmente herida.
La cosa terminó con un disgusto de ambas partes. Susy corriendo a los brazos de Pily, buscando refugio y ayuda. Y Rita y
Lucy, corriendo a contarles el chiste a sus madrecitas.
Como era de esperar Pily tomo en brazos a su pequeña que estaba a lágrima
viva y consolándola la subió al coche para regresar a casa.
Pily había escuchado toda la conversación de las niñas. Había estado orando
intensamente a la Mater pidiéndole su intervención en este pequeño
acontecimiento que era el primero de muchos de los que le esperaban a su hijita
amada; además, pedía sabiduría para saber cómo ayudar a su
hija. La Mater respondió prontamente y
favorablemente.
Es una pequeña historia de la vida diaria de una familia que va llevando a
sus hijos a vivir una intimidad sabrosa y gustosa con Dios. Estos padres, especialmente la madre, se ha
esmerado porque sus pequeños cuatro hijos,
reconozcan a Dios como Padre, desarrollen una amistad verdadera con
Dios, y sean capaces de vivir una comunicación verdadera, donde la confianza, la fe, el amor y la
esperanza fluyan continuamente cada vez
en mayor aumento… y todo con una naturalidad pasmosa. Es como crear un puente producto de una
vivencia íntima con Dios, un puente que se cruza de lo cotidiano, del
diario vivir a lo celestial y de lo
celestial a lo cotidiano, con suma sencillez y naturalidad.
Dios está en el centro de este hogar… Dios es miembro vital de esta familia.
Dios es amigo de la familia. Dios es
el primero en la familia. La familia
busca siempre agradar a Dios en todo momento… para la familia vivir con Dios es
causa de una alegría inmensa… disfrutan la presencia divina en sus vidas… Cuantos
regalos divinos derramados en cada
detalle cotidiano de esta familia; familia que sabe hacer sonreír a Dios con
sus detalles de amor para con Él.
Pily le había enseñado a su hija mayor que ella era una princesa, la
princesa de Dios y como tal debía comportarse, huyendo del pecado y abrazando
el bien a través de la más exquisita caridad con el prójimo, todo por amor a
Dios. Ademas le había ensenado que Dios vivía en el alma de cada persona, por
lo tanto había que amar a Dios ahí en las personas.
Susy lo había asimilado muy bien, lo
entendía perfectamente. Además había
conocido la vida de muchos niños santos y entendía que ellos eran también
princesas y príncipes de Dios.
El pequeño acontecimiento que vivió, solo le enseño a entender que no todas
las familias conocían y gustaban de Dios como ellos. Y sin que Pily le dijese nada, la pequeña
Susy se comprometió a rezar y pedirle a la Mater por Rita y Lucy y todos los
niños que desconocían a Dios como ella lo conocía.
Y las madres de estas niñas, ¿como reaccionaron? Es de saber que la
contrariedad no fue solo para Susy también Pily llevo su momento de
disgusto. En la próxima ocasión que se
encontraron el grupo de madres, estas le hicieron saber de mil formas que ellas
consideraban a Pily como una madre “rara”.
Pily sintió que la consideraban como una madre desquiciada que estaba
siendo “fanática” de la religión y llevaba a sus hijos por un mal camino.
Es el problema de tantas familias de hoy en día que quieren llevar a sus
hijos como Dios quiere, por el camino de la santidad. Se les consideran “fanáticos” y lunáticos, hasta enemigos, porque sus creencias son
motivo de alarma y preocupación. Los
consideran “anormales” porque no siguen el ritmo y modalidad que establece esta
sociedad moderna. De darle el lugar a Dios
solo en la Iglesia.
Padres como Pily y Roger, son padres que les enseñan a sus hijos moral, valores, obediencia a la Iglesia, misa diaria, lectura bíblica, examen de conciencia
nocturna, aunque sus pequeños sean de corta edad… el celo por las cosas de Dios
y la adversidad de un mundo que va corriendo de espaldas a Dios les motiva a
llevar a sus hijos por el camino de la santidad, camino tan olvidado y
abandonado por el Pueblo de Dios.
Me contaba una amiga que jamás había visto unos niños tan llenos de alegría
y de paz como los hijos de Roger y Pily… ¿el secreto? Dios habitaba en medio de
ellos como uno más de la familia… porque habían descubierto que Dios vale la
pena…
Desde la Soledad del Sagrario
No hay comentarios:
Publicar un comentario