¿Qué paso??? ¿A dónde
se fue nuestra felicidad? Un hogar sumamente cristiano. Un hogar inmensamente
sumergido en Dios. Un hogar lleno de paz, de amor, de fe. Un hogar donde los
hijos y los padres vivian intensamente cada actividad de familia. Los cuatro
eran un solo corazón. Cuantas experiencias juntas. Cuantas historias a contar.
Cuantas lágrimas derramadas en unión de corazones, apoyándose unos a otros,
buscando juntos la respuesta a tantos acontecimientos inesperados que
tambaleaban el hogar. Pero ahí estaban sus corazones ardiendo en fe, confianza
y amor. Apoyándose mutuamente, orando unos por otros, en pie de lucha por la
estabilidad y la salud de la familia...porque la familia era lo mas sagrado que se posee.
Ah, como añoran estos padres esos días de tanta
felicidad, cuando los hijos eran súper amorosos. Pero, ¿ahora? Ahora han
crecido. Han volado del nido del hogar a tierras extrañas. Han formado sus
propios hogares, donde el fruto de su amor ha sido bendecido con hermosos niños.
Ahora, no hay tiempo para los padres. Una llamada telefónica.
Retratos que se compartan. Un regalo que enviar para aquellas fiestas
familiares que antes se celebraban y se disfrutaban. Cumpleaños’ aniversario de
bodas; día de las madres, o padres; día de Navidad; día del santo de devoción; día
de Pascua… en fin… fiestas que ya no interesan compartir con unos padres que lo
han dado todo por sus hijos.
Cuanto dolor. Cuantas lágrimas derramadas. Cuantas
preguntas sin respuestas. ¿Dónde hemos fallado? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se
comportan así? ¿Por qué nos hieren tanto? ¿Por qué se han olvidado de nosotros?
Padres al fin; reúnen el dinero para los pasajes y
llegan, avisando con anticipación, para conocer los nietos. Para compartir el
amor que consume sus corazones de padres.
Solo frialdad, indiferencia, rechazo, y para colmo, para el regreso los dejan solos en el aeropuerto sin saber inglés,
para que se las arreglen solos. Una espada de dolor atraviesa los corazones sensibles de estos padres.
Dolor, tras dolor. Lágrimas derramadas que saben a sangre
porque el corazón agoniza de amor. ¿Qué paso?
¿En qué momento se perdió el amor? Podemos imaginar a esa madre sin consuelo
durante todo el viaje de regreso. Podemos imaginar a ese padre herido
mortalmente derramando lágrimas amargas en todo el regreso.
Dios defiende a los suyos. Dios no abandona a los suyos.
A sus pequeños, a esos que confían ciegamente en El. Y ahí estaba Dios dando la cara por ellos. Dios les envió ángeles que le ayudaron en todo momento en el
aeropuerto, hasta llegar a abordar el avión. Dios es Dios. Defiende a los
suyos. Nunca los deja solos.
¿Qué paso con estos hijos? Se equivocaron en la elección... Eligieron personas que en vez de traer la paz
y la unión, han traído la discordia, la desunión y la pelea. Cuánto daño podemos hacer cuando sembramos cizaña
en los corazones, cuando somos llamados a sembrar amor, paz y fraternidad.
Elegir esa
persona que Dios ha pensado y quiere, para compartir toda una vida en matrimonio,
solo se puede lograr pidiendo a Dios conceda la gracia de conocerlo o
conocerla. Si nos vamos solos a escoger con quien se va a compartir toda una
vida sacramental en matrimonio, nos vamos con el peligro eminente de
equivocarnos, eligiendo nuestra propia desgracia terrenal.
Estos padres siguen esperando la hora de Dios, saben que
Dios está obrando y obrara portentosamente, aunque nada vean. La bandera de la esperanza esta izada esplendorosamente. De rodillas con humildad, esperan
por el Amigo divino que jamás defrauda a sus amigos íntimos que conocen su divino corazón
misericordioso. Nadie como Dios para amar y consolar los corazones afligidos
por el dolor del desamor familiar. Dios
es Dios… Padre amoroso que vela y consuela a sus hijos. Tarde o temprano el milagro se dará al gusto del Padre Celestial. Solo es cuestión de orar y esperar, aunque se riegue con un poco de lagrimas, no importa, el milagro se dará...porque Dios, es un Dios de palabra, de promesas. Omnipotente y Misericordioso... el milagro se dará para gloria divina, para consuelo de estos padres.
Desde la Soledad del Sagrario
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