domingo, 24 de abril de 2016

¿Qué paso??? ¿A dónde se fue nuestra felicidad?




¿Qué paso???  ¿A dónde se fue nuestra felicidad? Un hogar sumamente cristiano. Un hogar inmensamente sumergido en Dios. Un hogar lleno de paz, de amor, de fe. Un hogar donde los hijos y los padres vivian intensamente cada actividad de familia. Los cuatro eran un solo corazón. Cuantas experiencias juntas. Cuantas historias a contar. Cuantas lágrimas derramadas en unión de corazones, apoyándose unos a otros, buscando juntos la respuesta a tantos acontecimientos inesperados que tambaleaban el hogar. Pero ahí estaban sus corazones ardiendo en fe, confianza y amor. Apoyándose mutuamente, orando unos por otros, en pie de lucha por la estabilidad y la salud de la familia...porque la familia era lo mas sagrado que se posee.

Ah, como añoran estos padres esos días de tanta felicidad, cuando los hijos eran súper amorosos. Pero, ¿ahora? Ahora han crecido. Han volado del nido del hogar a tierras extrañas. Han formado sus propios hogares, donde el fruto de su amor ha sido bendecido con hermosos niños.

Ahora, no hay tiempo para los padres. Una llamada telefónica. Retratos que se compartan. Un regalo que enviar para aquellas fiestas familiares que antes se celebraban y se disfrutaban. Cumpleaños’ aniversario de bodas; día de las madres, o padres; día de Navidad; día del santo de devoción; día de Pascua… en fin… fiestas que ya no interesan compartir con unos padres que lo han dado todo por sus hijos.

Cuanto dolor. Cuantas lágrimas derramadas. Cuantas preguntas sin respuestas. ¿Dónde hemos fallado? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se comportan así? ¿Por qué nos hieren tanto?  ¿Por qué se han olvidado de nosotros?

Padres al fin; reúnen el dinero para los pasajes y llegan, avisando con anticipación, para conocer los nietos. Para compartir el amor que consume sus corazones de padres.  Solo frialdad, indiferencia, rechazo, y para colmo, para el regreso  los dejan solos en el aeropuerto sin saber inglés, para que se las arreglen solos. Una espada de dolor atraviesa los corazones sensibles de estos padres. 

Dolor, tras dolor. Lágrimas derramadas que saben a sangre porque el corazón agoniza de amor. ¿Qué paso?
¿En qué momento se perdió el amor?  Podemos imaginar a esa madre sin consuelo durante todo el viaje de regreso. Podemos imaginar a ese padre herido mortalmente derramando lágrimas amargas en todo el regreso.

Dios defiende a los suyos. Dios no abandona a los suyos. A sus pequeños, a esos que confían ciegamente en El. Y ahí estaba Dios dando la cara por ellos. Dios les envió ángeles que le ayudaron en todo momento en el aeropuerto, hasta llegar a abordar el avión. Dios es Dios. Defiende a los suyos. Nunca los deja solos.

¿Qué paso con estos hijos? Se equivocaron en la elección...  Eligieron personas que en vez de traer la paz y la unión, han traído la discordia, la desunión y la pelea.  Cuánto daño podemos hacer cuando sembramos cizaña en los corazones, cuando somos llamados a  sembrar amor, paz y fraternidad. 

Elegir esa persona que Dios ha pensado y quiere,  para compartir toda una vida en matrimonio, solo se puede lograr pidiendo a Dios conceda la gracia de conocerlo o conocerla. Si nos vamos solos a escoger con quien se va a compartir toda una vida sacramental en matrimonio, nos vamos con el peligro eminente de equivocarnos, eligiendo nuestra propia desgracia terrenal.

Estos padres siguen esperando la hora de Dios, saben que Dios está obrando y obrara portentosamente, aunque nada vean. La bandera de la esperanza esta izada esplendorosamente.  De rodillas con humildad, esperan por el Amigo divino que jamás defrauda a sus amigos  íntimos que conocen su divino corazón misericordioso. Nadie como Dios para amar y consolar los corazones afligidos por el dolor del desamor familiar.  Dios es Dios… Padre amoroso que vela y consuela a sus hijos.  Tarde o temprano el milagro se dará al gusto del Padre Celestial. Solo es cuestión de orar y esperar, aunque se riegue con un poco de lagrimas, no importa, el milagro se dará...porque Dios, es un Dios de palabra, de promesas. Omnipotente y Misericordioso... el milagro se dará para gloria divina, para consuelo de estos padres. 
                                                                
Desde la Soledad del Sagrario

No hay comentarios:

Publicar un comentario