martes, 24 de mayo de 2016

Pequeños detalles que no debemos olvidar


Cuantas lecciones de vida podemos darle a los hijos. Cuantos detalles pequeños podemos enseñar por el bien de nuestros niños.

Me gozaba escuchando a una madre que contaba con tanto gusto como había enseñado a sus hijos el valor del dinero. El valor y la alegría de compartir.  Nos decía, esta buena madre, que desde muy pequeños les enseñaba a preparar, ellos mismos, una alcancía para ir depositando de a poco a poquito las pequeñas monedas que recibían.

Los niños se lo gozaban, era como un juego. Pero esta madre muy sabia sabe evitar desarrollar en sus pequeños el defecto o vicio de la avaricia y egoísmo.  Se ahorraba, sí,  pero se le daba motivos o causa  para ese acto de ahorrar. No es ahorrar por ahorrar, para sentirse que se posee dinero.


Por ser muy pequeños se les daba ideas y ellos escogían cual iba a ser el motivo para ahorrar ese dinero.  Bien fuera para regalarles a los abuelos en el cumpleaños. O para donarlo a una causa justa, la enfermedad de algún amiguito o familiar, o simplemente en una extrema necesidad.  Para las futuras vacaciones, para comprar algo personal,  etc…etc…etc…  Siempre había un motivo justo para ahorrar.


Esta sabia madre iba guiando a sus pequeños por el camino de  una voluntad recia, evitando que se conviertan en  el futuro en un adicto a “comprar por comprar”; a consumir sin necesidad por el simple hecho de desear poseer lo que ve en el comercio.

A la vez, va enseñando a compartir, a ser justo y compasivo ante la necesidad de los demás.  A ser detallistas, pues nada más hermoso que recibir un regalo de un niño que ha ido ahorrando el dinero para comprar un detalle a la persona que ama o necesita.  Se les enseña a vivir desprendidos, a vivir la caridad y la misericordia. A buscar agradar, llevando una alegría a los demás.

El hogar vivido desde la perspectiva de Dios, siempre una madre, un padre tiene tiempo para educar a los hijos en miras de convertirlos en futuros adultos de bien y provecho para la sociedad. Hombres y mujeres que amando a Dios vivan la vida con libertad de corazón, con entusiasmo, dándole a las verdaderas prioridades su lugar. 

Que mucho hacen unos padres que aman seriamente a sus hijos,  y llevan a Dios en sus corazones… A vivir intensamente la vocación de padres... por el bien de los hijos para esta vida y para la eternidad. 

¡Bendito sea Dios!!


Desde la Soledad del Sagrario

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