Me acabo de enterar. No puedo creerlo. Varios han sido
los casos tan parecidos y de tanto dolor. ¿Qué sucede? Es inexplicable, aunque
me viene a la mente un pensamiento: mujeres adictas al maltrato. Pienso que es
una adicción sicológica, si es que esto tiene algún sentido. No le encuentro la
lógica.
Una joven madre, casi una niña, con tres niños a sus
pies, se libera del padre de sus hijos, maltratante. La ultima paliza le dejo
casi inconsciente. Largos meses de recuperación.
Viajo a otras tierras con el apoyo de su familia. Todo
iba bien. Los niños en la escuela. Felices. Ella recuperando su salud, ganado
unas libras que le venían muy bien, pues estaba esquelética, con grandes
ojeras. La joven madre transformando su vida y la de sus hijos. Había logrado
conseguir trabajo, sintiéndose independiente y capaz de sacar hacia adelante a
sus hijos.
Un ambiente de paz donde los hijos gozaban inmensamente
poder estar tranquilos y sin miedo. La pesadilla había quedado atrás. La
familia contentísima de haberla recuperado. De verla así, de nuevo sonreía, de
nuevo su rostro recobraba el color y la alegría, su mirada se liberaba de la
tristeza. Podía reír y sentirse libre de las ataduras de una vida de desdicha y
en peligro de muerte, ella y sus hijos. Hasta aquí todo bien.
Pasan los meses, pasa un año; llega el nuevo año y con el
nuevo año, nuevos cambios. Cambios inesperados. Un viaje a la patria. Un viaje
con sus hijos y sin la familia. Un viaje que decide dar para quedarse
definitivamente.
La joven madre llega a su patria querida, dejando atrás toda
su familia. Familia, quienes, dejándolo todo se habían mudado con ella a nuevas
tierras, simplemente por no dejarla sola. Por estar a su lado ayudándola y apoyándola.
A los pocos meses
decide, esta joven madre regresar con el padre de sus hijos. ¿Qué paso? No sé
sabe. Una decisión errónea. Solo ver los
frutos para saber que es una decisión errónea.
Prontamente pierde las libras de peso que había recuperado. Ya su rostro
tiene huellas de sufrimiento y dolor. Ya su mirada es perdida y triste.
Lo triste es que no pensó en sus hijos. Niños pequeños
viviendo en ese ambiente de dolor, de gritos, de peleas, de amenazas, de golpes
y palizas, de romper las cosas. Un ambiente de miedo, de dolor, de incomprensión.
La joven madre volvió a vivir con el padre de sus hijos,
un alcohólico, de los que beben diariamente. De los que no saben dar amor y
seguridad a su familia. De los que no
saben cuál es el deber y responsabilidad de un padre. De los que no comprenden
el regalo hermoso de formar una familia, un hogar.
Volvió sola sin su familia. ¿Qué puede esperar? Solo podemos orar por ella y por los niños,
pues no quiere escuchar ni se deja ayudar. Cuanto dolor para la familia. Ellos no saben
si la volverán a ver con vida. Ni la suerte que puedan correr los niños.
Solo queda orar y confiar que Dios en su infinito amor
misericordioso haga un milagro de amor con esta joven madre. Le abra los ojos al padre de sus hijos de
forma que descubra el mal que hace, y el bien que puede hacer a su familia. De
tal forma que viva una verdadera conversión de vida. O le dé la fortaleza que ella
necesita para regresar con sus hijos al lado de su familia.
Dios es Dios. Sabe que hacer en casos así. Si lo ha
permitido es para un bien mayor. La familia ora intensamente, todos esperan la
respuesta de Dios.
Cuantos hombres, cuántas mujeres que no pueden liberarse
totalmente de sus parejas maltratantes. Cuantos hogares cimentados en la
desgracia. Oremos. Oremos…Oremos… por estas familias que son adictas al maltrato doméstico.
Desde la Soledad del Sagrario
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