martes, 3 de mayo de 2016

Pero, ¿por qué?, ¿por qué vuelves con él?


Me acabo de enterar. No puedo creerlo. Varios han sido los casos tan parecidos y de tanto dolor. ¿Qué sucede? Es inexplicable, aunque me viene a la mente un pensamiento: mujeres adictas al maltrato. Pienso que es una adicción sicológica, si es que esto tiene algún sentido. No le encuentro la lógica.

Una joven madre, casi una niña, con tres niños a sus pies, se libera del padre de sus hijos, maltratante. La ultima paliza le dejo casi inconsciente.  Largos meses de recuperación.

Viajo a otras tierras con el apoyo de su familia. Todo iba bien. Los niños en la escuela. Felices. Ella recuperando su salud, ganado unas libras que le venían muy bien, pues estaba esquelética, con grandes ojeras. La joven madre transformando su vida y la de sus hijos. Había logrado conseguir trabajo, sintiéndose independiente y capaz de sacar hacia adelante a sus hijos.

Un ambiente de paz donde los hijos gozaban inmensamente poder estar tranquilos y sin miedo. La pesadilla había quedado atrás. La familia contentísima de haberla recuperado. De verla así, de nuevo sonreía, de nuevo su rostro recobraba el color y la alegría, su mirada se liberaba de la tristeza. Podía reír y sentirse libre de las ataduras de una vida de desdicha y en peligro de muerte, ella y sus hijos. Hasta aquí todo bien.

Pasan los meses, pasa un año; llega el nuevo año y con el nuevo año, nuevos cambios. Cambios inesperados. Un viaje a la patria. Un viaje con sus hijos y sin la familia. Un viaje que decide dar para quedarse definitivamente.

La joven madre llega a su patria querida, dejando atrás toda su familia. Familia, quienes, dejándolo todo se habían mudado con ella a nuevas tierras, simplemente por no dejarla sola. Por estar a su lado ayudándola y apoyándola.

A  los pocos meses decide, esta joven madre regresar con el padre de sus hijos. ¿Qué paso? No sé sabe. Una decisión errónea.  Solo ver los frutos para saber que es una decisión errónea.  Prontamente pierde las libras de peso que había recuperado. Ya su rostro tiene huellas de sufrimiento y dolor. Ya su mirada es perdida y triste.

Lo triste es que no pensó en sus hijos. Niños pequeños viviendo en ese ambiente de dolor, de gritos, de peleas, de amenazas, de golpes y palizas, de romper las cosas. Un ambiente de miedo, de dolor, de incomprensión.

La joven madre volvió a vivir con el padre de sus hijos, un alcohólico, de los que beben diariamente. De los que no saben dar amor y seguridad a su familia. De  los que no saben cuál es el deber y responsabilidad de un padre. De los que no comprenden el regalo hermoso de formar una familia, un hogar.


Volvió sola sin su familia. ¿Qué puede esperar?  Solo podemos orar por ella y por los niños, pues no quiere escuchar ni se  deja ayudar.  Cuanto dolor para la familia. Ellos no saben si la volverán a ver con vida. Ni la suerte que puedan correr los niños.

Solo queda orar y confiar que Dios en su infinito amor misericordioso haga un milagro de amor con esta joven madre.  Le abra los ojos al padre de sus hijos de forma que descubra el mal que hace, y el bien que puede hacer a su familia. De tal forma que viva una verdadera conversión de vida. O le dé la fortaleza que ella necesita para regresar con sus hijos al lado de su familia.

Dios es Dios. Sabe que hacer en casos así. Si lo ha permitido es para un bien mayor. La familia ora intensamente, todos esperan la respuesta de Dios.

Cuantos hombres, cuántas mujeres que no pueden liberarse totalmente de sus parejas maltratantes. Cuantos hogares cimentados en la desgracia. Oremos. Oremos…Oremos… por estas familias que son adictas al maltrato doméstico.


Desde la Soledad del Sagrario

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