El camino de la santidad se vuelve insípido para aquellas
almas que decididas comenzaron a dar sus primeros pasos por tan celestial camino.
Cuando sin pensar nos dejamos seducir por la sensualidad,
el dinero, la fama y el poder...hemos comenzado a alimentar nuestra alma con el
perfume venenoso del pecado.
Llega el momento que la delicadeza poseída se vuelve
vulgar y chabacana.
Que el vocabulario usado se vuelve mal sonante, atrevido
y de mal gusto.
Que las posturas y los gestos de un alma que buscaba a
Dios, ahora delata la corriente del paganismo, del egoísmo y de la soberbia más
refinada.
Es tan fácil desviarnos del camino de santidad, para
enlodarnos con el barro de la mediocridad y la vanidad.
Es tan fácil convertir las santas prioridades en falsas y
peligrosas prioridades que el mundo, la carne y el enemigo de las almas
sutilmente van apoderándose de la razón, del corazón y de la voluntad.
El hogar que era luz se vuelve tinieblas, porque el alma
a comenzado a gustar de las tinieblas.
Ah, pero se menciona a Dios, se habla de Dios, pero de un
Dios acomodado a nuestras nueva vida.
Un Dios que no tiene derecho a exigir, a amonestar y a
aconsejar.
La fe se ha vuelto licuada a nuestra conveniencia.
¿Los hijos??? ¿El
esposo??? Poco a poco van cediendo el lugar, en el corazón, que ha comenzado a
ceder a posturas, modas, diversiones amores, sueños e ilusiones que van
endureciendo la voluntad y cegando la razón.
El egoísmo comienza a reinar.
Si es muy fácil dejarnos seducir por el mundo, la carne y
el enemigo de las almas.
Descuidada la vida de oración, vamos dando pequeños pasos
hasta alejarnos de todo y de todos que sean noticia de Dios, porque nos estorba
en el camino que hemos elegido.
Cuando nos alejamos de Dios por caminos equivocados, Dios
nos deja tocar fondo. Pero que peligroso es esto cuando tenemos un hogar tan
bendecido... podemos perderlo todo.
Dios nos proteja de dejarnos seducir por el camino de las
tinieblas que se presenta tan sabroso, tan deslumbrante y de tantas promesas de
felicidad...felicidad que conlleva afear el alma.
Hoy nuestra oración sea meditar donde estamos paradas y el valor
eterno que conlleva caminar con pasos firmes y seguros por el camino de la
santidad.
He recibido una enorme sorpresa que me ha causado
un dolor inmenso. Solo Dios sabe el dolor que me ha causado esta pequeña hija
espiritual, que se ha salido del camino de santidad y de mis manos. Solo queda orar, orar, orar, y orar. Esperar en el tiempo de Dios y confiar en nuestra amada madre celestial...Ella es la gran intercesora... Ella ayudara a esta pequeña a regresar al redil divino, a los brazos de Dios...porque ella a nacido para el Cielo...
Desde la Soledad del Sagrario
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