domingo, 15 de enero de 2017

Casados para siempre...




Cuanto tiempo olvidado. Cuanto tiempo ha pasado.  Y a la vez puedes recordarlo como si fuera ayer. Lo recuerdas como si lo estuvieras viviendo en este preciso momento. Recuerdas cuando se conocieron por vez primera. Recuerdas cuando se hicieron amigos.  Cuando por primera vez te hablo de amor. Cuando se hicieron novios.  El primer beso. El primer disgusto. Cuando conociste a su familia y cuando él conoció tu familia. Cuantos nervios, se salía el corazón de tu pecho. Cuando escuchaste de sus labios proponerte matrimonio.  Y llego el gran día. Con cuanta ilusión fuiste al altar. Cuanto amor y esperanza puestos en ese sí, que dijiste con tanto gozo y con tanto entusiasmo.  Un verdadero paraíso.  ¿Por cuantos años?

Con el correr de los años, las cosas cambian.  Ya no hay tanto dialogo. Ya no hay momentos para reír juntos. Comienzan a mirarse como extraños. No hay temas para hablar. La comunicación brilla por su ausencia.  La distancia entre ustedes es cada vez mayor. El ambiente se vuelve tenso. Por cualquier cosa estalla el mal humor, la incomprensión, el huracán de palabras, con la velocidad de los gritos, se hace sentir más frecuente.  Momentos donde ambos se hieren mutuamente. Momentos donde los niños comienzan a entristecerse y adivinar que algo muy malo se está desatado entre papá y mamá.  ¿Qué ha pasado?  ¿A dónde ha ido a parar aquellas miradas amorosas? ¿Aquel compartir lleno de felicidad?  La conversación amena y siempre dada. ¿Qué ha pasado?  Y si los celos entran en escena, las cosas se complican.

En compañía de la Mater, es bueno sentarse ante Jesús Sacramentado. Desahogarse con Él.  Orar un buen rato. Pedir al Espíritu Santo sabiduría, fortaleza,  discernimiento.  Luego hacer un verdadero y desnudo examen de conciencia.  Mirar vuestros pasos en el camino andado en el matrimonio.  ¿Qué cosas se han hecho que jamás se debieron hacer? ¿Qué cosas se dejaron de hacer, que jamás se debieron dejar de hacer? Con esas dos preguntas puedes hacer un buen examen de conciencia.  Ojo, no es fijarse en lo que el esposo hizo o dejo de hacer. No. No es eso. Es mirarte como esposa como te mira Dios. Así sin excusas. Sin defenderte. Al desnudo tus obras, tus palabras, tus pensamientos, tus actitudes y aptitudes; tus sentimientos, tus gestos, tus posturas, tu voluntad. 

Vamos a ver, quizás una ayudita venga bien.

Conocemos que en la Iglesia Domestica, Dios ha entregado al hombre un rol muy especial. Él es la Cabeza de la nueva familia, del hogar. Dios le va a pedir cuentas de cómo ha llevado ese hogar, esa familia hasta las playas eternas. El hombre tiene una responsabilidad y deber ante Dios, ante su esposa, ante su familia. Nadie le puede quitar el timón de las manos. Le toca a él, solo a él. Es el rol que Dios le dio.

l- La esposa que toma decisiones solas.

Si sola decides las cosas del hogar, tu familia en ti no podrán confiar, ni tu consejo buscar.  

Hay mujeres, hay esposas, que por conducta aprendida, o por su carácter, o por su trabajo, les encanta mandar. Si es por el trabajo que tienen en manos y es la jefa, el esposo está perdido. Mandara en el trabajo y en la casa. Mandara a todas horas, a tiempo y destiempo. Otras no trabajan fuera, o si trabajan no son “jefas”, pero también, les encanta mandar.  Ellas ven todo como debe ser. Ellas piensan que eso debe ser así y punto. Ellas no se equivocan, pero, ¿por que equivocarse?  

Miremos un buen y sencillo ejemplo;  Salió la familia a comer fuera. Todos miran el menú, deciden cada cual, lo que quiere comer. Viene el mozo y pregunta: ¿que van a comer. La esposa salta, sin darle tiempo al esposo y da toda la información, con un aire de superioridad increíble.  Mira... Alto... ¿No sabes lo que estas haciendo? Le estas quitando el lugar a tu esposo. Le toca a él, como cabeza de la familia, decir que va a comer cada miembro de su familia. No te toca a ti, mujer, no.  ¿Pero, por qué? Porque en algo tan sencillo vas imponiéndote,  dejando a tu esposo al margen. NO. El hombre es la Cabeza del hogar, quien lleva el timón  de la barca de su hogar. ¿Por que quieres invadir su momento, su rol, su tarea?

2- La mujer autoritaria 

Si el vestido del egoísmo y soberbia quieres usar, tu familia pronto perderás...

Hay que tomar decisiones importantes. Al abordar el tema, ya tienes una decisión tomada, nadie te va a quitar de la mente que es lo mejor…porque eso es lo que hay que hacer, esta decidido.   Al hablar vas a iniciar la conversación así: “Yo he decidido que lo que hay que hacer es esto… Yo me mudo…yo compro… yo, yo, yo… y siempre YO… ¿No sabias que al hablar, debes siempre decir “NOSOTROS”.  Si, la palabra correcta es “nosotros”, mi esposo y yo,  porque han hablado, juntos han  tomado la decisión que hay que tomar. No la tomas tu sola por mas acertada sea.  Que puede tomar varios días… pues bien… es necesario entonces orar para tomar la decisión correcta.  Por otro lado, me viene el recuerdo bíblico tan hermoso, cuando el Niño Jesús se perdió en Jerusalén. Cuando María lo encontró en el Templo, le dijo: Tu padre y yo te hemos buscado.  “Tu padre y yo”   Ella no dijo: “yo te he buscado”… y tenía todo el derecho a decirlo  porque,  el Niño Jesús, era solo su hijo, sin embargo ella no dijo eso…Cuanta caridad y sabiduría en ella. Le dio el lugar que Dios le había dado a San Jose, era la cabeza de esa familia santa.  

Debemos recordar, también,   que Dios dice: la mujer se someterá al hombre… ojo, Dios  no está hablando de machismo…porque también dice: el hombre amara a su esposa como así mismo. Simplemente está dando unas pautas. El hombre será cabeza de la familia. Sera quien lleve el timón de esa barca familiar a feliz puerto. Y la mujer debe aceptar el rol que Dios a concedido al hombre de familia. 

En toma de decisiones... recordemos, que debe darse  una conversación amable y caritativa, seria y de respeto mutuo. Si no se llega a un acuerdo,  la última palabra siempre descansa en el esposo, en el padre de familia, en el hombre, cabeza de esa Iglesia Domestica.  La esposa tiene que aprender a confiar en el esposo y a orar, orar  como nunca, para que Dios se manifieste a su gusto en ese hogar, en ese hombre que lleva el timón de la familia.

3- La manía de creerse “madre” del esposo.

Si a tu esposo quieres dominar, muy sola pronto te encontraras.

A ningún hombre le gusta una mujer a su lado, que esta todo el tiempo criticándolo, ridiculizándolo, llamándole la atención, como si fuera la madre, y ¿el esposo?, un hijo más, ¿Por qué se da este fenómeno? Porque no acepta a su esposo tal como es. Él tiene que actuar, hablar, caminar y sentir como ella piensa que debe ser. Una esposa así, se convierte en una verdadera cruz insoportable. Roba la felicidad al esposo. Lo convierte en su marioneta.   

Ejemplo sencillo…es sábado o domingo, el esposo no trabaja, el  hombre se levanta de la cama y ya la esposa le tiene la agenda del día.   Vas a hacer esto y esto y esto. No es lo mismo que la esposa le recuerde que hay cosas en el hogar, esperando por el. Hay esposas que se animan a ayudarle para motivarlo y les da muy buen resultado esta estrategia.  

Van de compras, el decide comprarse algo, quizás un juego, herramientas...algo que le agrada, quizás lo  necesite.  La esposa lo mira con una cara de espanto y de poco humor.  Pero, ¿tú crees que eres un niño?  Te estas comportando peor que nuestro hijo. No hay dinero para gastar. Y sigue toda clase de argumentos. ¿Crees en verdad que ese esposo es feliz a su lado? O simplemente calla, obedece para vivir con un poco de paz, porque si le lleva la contraria se enciende el fuego de la discordia. Entonces la situación es peor. Eso no es un hogar. 
 
4- La sabe-lo-todo

Si de todo quieres opinar y una cátedra dar, la familia vas a cansar, hijos y esposos de tu compañia  huirán. 

A ningún hombre de familia le gusta tener a una mujer que solo sabe estar todo el tiempo aconsejándolo. Ella lo sabe todo. Ella está enterada de todo.  No es así, fulano, y hay va, todo un discurso. Una clase gratis de como se hacen las cosas, o como ocurrieron los acontecimientos. Nadie sabe nada fuera de ella. 

Una mujer que no escucha y solo habla, comienza a destruir su matrimonio. Si el esposo habla de algún acontecimiento, viene inmediatamente la censura. Pero, chico, tu hiciste eso, yo no lo puedo creer. ¿Quien puede tener ganas de hablar si siempre hay algo que va a encontrar para criticar y hacerle sentir como un tonto?

5- La que no calienta el hogar.

Si aburrida huyes del hogar, recuerda que a otra le puede interesar tu familia y esposo conquistar. 

Si en la casa no puedes estar, difícilmente la familia puedas salvar. 
La esposa que no le gusta estar en casa. La esposa que trabaja 7 días, y 8-12 horas fuera de casa.  Llega a la casa de noche. Abandono de esposo e hijos.  Hay que trabajar, sí, pero la prioridad mayor es la familia. Tarde o temprano el esposo se cansa de estar casado y solo. Los hijos se cansan de estar huérfanos, terminan buscando atención en otro lugar… peligrosa situación.

Pero también esta la esposa que llega temprano a casa, pero llega a sentarse en la computadora a continuar el trabajo de la oficina, del salón de clase, de la universidad… Peligro para la familia… ella no se da cuenta… que va distanciándose del esposo y de los hijos… ¿Y que tal, la que esta todo el tiempo en las redes sociales, o buscando información, chismes o noticias en la internet? 


Hay otro grupo, son las mujeres que se quedan en casa, como amas de casa, pero nunca están en casa. Sale el esposo a trabajar y los hijos a la escuela. Ellas salen para la calle. Se van de compras, para casa de una amiga, para la iglesia, ayudar a alguien, en fin,  algún lado que no sea el hogar. No pueden estar en casa. La casa las deprime. Tristemente esta familia experimenta que el hogar no es hogar. No hay ambiente de hogar, es simplemente una casa sin calor y sin luz. Cuando mamá no está en casa, al llegar los hijos y el esposo, la casa se siente vacía, falta el corazón del hogar. Tristemente la mujer se pierde de las riquezas que conlleva administrar un hogar por amor a su familia... que diferente las esposas y madres santas que supieron y saben amar la vocación de amas de casa, llevando a la familia a desarrollarse en un ambiente de paz, armonía, de fe, solidaridad y fraternidad... porque son Iglesia Domestica. Mujeres con los pies en tierra y la mirada puesta en Dios. Mujeres que aceptaron el reto, el reto de ser profesionales, o obreras, y a la vez, amas de casa para gloria de Dios y el bienestar y felicidad de la familia. 

6- La esposa modelo

Si complejo de modelo sientes tener, recuerda una gran verdad, si de tu casa del demonio quieres librar, limpia y ordenada siempre debe estar.  
Donde hay sucio y desorden, la puerta del hogar abierta estará, y al  demonio invitaras. 

 Es la esposa que no sabe, no le gusta, no le interesa, no le provoca tampoco aprender a desempeñarse como “ama de casa”.   El hogar es como una fábrica… Todos los miembros tienen un deber y responsabilidad de tareas en el hogar. Eso es ineludible.  Pero la esposa y madre es el corazón del hogar. Echemos un  vistazo al hogar de la Sagrada Familia. Allí en ese hogar tan senicllo y humilde y de tanta felicidad y gozo. Miremos  como María, se desempeña como ama de casa. Estudiemosla. Las esposas y madres son llamadas a  elaborar esos exquisitos y sabrosos menús para la familia, día a día. Desde el desayuno hasta la cena, sin olvidar las meriendas. Que el esposo y los hijos pueden participar en la confección de los alimentos, claro que si… pero no tienen la obligación como la tienen la esposa y madre de esa familia. La confección de las comidas por sencillas que sean deben ser ricas en el amor que se derrama, en cada paso que se da, en su confección. Donde se pone el corazon todo sale de maravillas.

Pero, es que a mí, no me gusta cocinar… Pero es que le estas cocinando a Jesús niño y a San José, como la Mater lo hizo. ¿Que pensarías si la Mater hubiera dicho, lo mío no es la cocina? A mí no me gusta cocinar.  ¿Qué? Pero si le está cocinando a Dios hecho hombre.  Si le está cocinando a San José… imposible pensarlo siquiera. Nuestra Madre Celestial jamás, ni remotamente tomaría esas posturas… ella sabía que la voluntad de Dios para ella, era  cuidar del Niño Jesús y de San José con todo el corazón.  Ella sabía que era su vocación y su rol, el que Dios le concedía a ella y a todas las mujeres esposas y madres, porque ella es el modelo a seguir. En la Sagrada Familia, María era el corazón del hogar y San José la Cabeza de esa familia. Y asi debe ser en la Iglesia Domestica. 

Hijas, ser ama de casa es un privilegio inmenso.  Mantener la casa limpia, perfumada, ordenada y llena de flores del jardín, es un gozo inmenso que repercute en toda la familia.  Llegar el esposo a casa, al abrir la puerta, sentir el olor agradable de la comida acabada de hacer, deleita el corazón del esposo sintiéndose rey del hogar. Debe ser la alegria de cualquier esposa, procurar el bienestar, la felicidad, mimando a los suyos.  Pero eso es imposible de digerir en aquellas, que sin darse cuenta, no gustan de “sacrificarse” por amor a su familia. Así como se sacrificó la Mater en su humilde hogar de Nazaret.  Mantener su ropa limpia, sus cosas en orden. Ah no eso le toca a él… ¿le dirías a Jesús, eso te toca a ti, sino lo hace? Cuanto se logra con la palabra tierna y apropiada en el momento justo. Antes de casarse es el momento perfecto para hablar de todas estas cosas. De como quieres que sea el hogar, las pequeñeces del diario vivir de un hogar. Lo que no se habla en ese momento, luego es tarea muy ardua de conseguir ,aunque la oración y la caridad vienen al rescate. 

7- La esposa tímida y miedosa.

Si en el miedo te consuelas, la infelicidad conyugal cosechas, y los hijos de la seguridad se alejan

Hay HOMBRES y hay hombres. Claro, me refiero a hombres que no tienen enfermedades patológicas, ya en estos casos hay que huir de ellos.  Hace muchos años conocí una joven, compañera de clases.  Ella se casó muy  joven, quizás de 15 ó 16 años, con el hijo de un matrimonio amigo de la familia.  Él también muy joven.  

En una ocasión, me contaba una triste experiencia que tuvieron, a penas a los tres meses de casados, Damián  llego a la casa luego de un día largo de trabajo.  Ella se va a la cocina a servirle  la comida. Él se acerca a la mesa y cuando ve lo que ella le había preparado, se monta en cólera y le lanza el plato de comida al suelo.  Esta amiga mía,  se  mueve decidida, se enfrenta a su esposo y con un dominio total, (yo doy fe de que si poseía la virtud de la templanza), le dice sin gritos y mirándolo a los ojos: “Que sea la primera y la última vez que haces eso.  Ni tu padre ni el mío jamás hicieron cosa igual.  La comida es sagrada. Si no la quieres no te la comas. ¿Dónde has aprendido esto? Que sea la primera y la última vez que haces algo semejante. ¿Que dirían nuestros padres si se enteraran de algo así?”  El esposo la miro, desarmado por sus palabras, gestos y postura. Se alejó de ella… se quedó sin comer… pero jamás, jamás, volvió hacer cosa semejante.

Pasaron unos meses y mi amiga Elena vuelve a tener otra experiencia triste, aunque esta es sumamente  fuerte.  Un día, Damián,  llega a la casa, montó en cólera por alguna pequeñez, y le levanto la mano con ánimo de darle… Elena, se movió de sitio, mirándolo fijamente a los ojos, y con total dominio propio, sin gritar pero con voz muy firme y fuerte, sin coraje, pero si muy indignada, le dice: “anda golpéame… pero sabes que será la última vez que lo hagas. Yo no soy tu hija, soy tu esposa y eso jamás lo voy a permitir.  Recojo mis cosas y me voy para siempre… Puedo aceptar la pobreza, puedo aceptar sacrificios pero maltrato jamás.”   En la miro desarmado por la mirada y la postura de ella, se retiró al cuarto y jamás volvió a intentar levantar su mano para darle. 

Esta joven, Elena, no le permitía a su esposo,  ni malas palabras, ni maldiciones, ni chistes indecorosos,  ni conversaciones deshonestas. Ella hablo con Damián antes de casarse sobre esto y a los pocos meses de casados volvió a recordarle. Elena era una joven sumamente pura, humilde y de una fe intachable.  Elena era devota y muy amiga de la Virgen María. Tenía una asidua comunicación con ella. La Madre le había regalado la gracia de poder defenderse de  palabras en el acto, desarmando a quien se enfrentaba a ella para hacerle daño. Su matrimonio sigue victorioso. Sus hijos son la alegría de ella y su esposo. Su esposo Damián,  se convirtió y está muy comprometido con la Iglesia. Han pasado muchos años y ahora que están solos, con los hijos casados y los nietos que van y vienen al hogar, ellos se han unido más, diríamos que son como tortolitos, el uno para el otro. 

El hombre llega hasta donde la esposa le permite. Si le permite maltrato seguirán en aumento. Por otro lado, la oración es poderosa. La oración llega y obra portentosamente. Elena es un fiel testimonio de oración viva y perseverante.

Ella me contaba que era fácil guiar al esposo hacia decisiones correctas.  Ella siempre llevaba a la cama los temas que quería hablar con su esposo. En ese momento donde ambos están sin tensiones del día, ella podía con mucha caridad, sencillez y humildad ir desglosando los motivos y los peligros que ella creía ver en decisiones que habían que tomar.  Siempre utilizaba la frase: "Has pensado en…", "Crees que…", "Como ves tú…" En ningún momento le imponía… no… esa no era su estrategia a usar… la estrategia era… hacerle pensar  descubriéndole poco a poco el panorama de las situaciones, conflictos llegando a escoger decisiones en bien de la familia. Esta estrategia nunca le fallo.

8- La de carácter explosivo

Si de mal humor te llenas, tu familia de ti se aleja.

La esposa que esta todo el día peleando. Que por cualquier pequeñez explota como una demente. Como una niña malcriada que quiere someter por miedo al esposo y a los hijos. No se calla… todo es pelea y pelea. Grita desenfrenadamente… grita, no sabe hablar.  Se acostumbró a gritar.  Grita en casa, y en público.  Es un ambiente de penumbras ese hogar. El esposo no quiere llegar a casa. Los hijos no quieren estar en casa.  Todos a la calle...
Si por el casualidad, el esposo le levanta la voz, ella la levanta más alto… hay que dominar… no puede ser… el hogar se convierte en un infierno. Ambos quieren dominar… no es hogar… los hijos escapan del hogar… pero si son pequeños, su escape es  convertirse en rebeldes.

9- La esposa  exigente

Si la felicidad deseas, y de la envidia e inconformidad te alejas, tu familia de ti, jamas se aleja...

Es aquella que no se conforma con lo poco o mucho que gana el esposo. Hay que tener más…más…más… comprar…comprar …comprar… sin ton ni son… compradora impulsiva… todo lo gasta. No sabe ahorrar. Las prioridades están distorsionadas.  Nunca está conforme con nada.  Siempre la mirada puesta en  lo que otros tienen. Envidia y celos son las banderas que siempre están izadas en su vida.  Viven amargadas. Infelices. Tarde o temprano el esposo se ira del hogar. ¿Los hijos? Conducta aprendida... mañana serán  infelices; peligroso camino a seguir. 

He aquí un pequeño esbozo de varias esposas que suelen existir. Seria bueno, mirar el cuadro y aquella pinceladas que son parte del diario vivir como esposas, comenzar a trabajar para extirpar ,transformándose en esposas santas al gusto de Dios,  al gusto de vuestras amadas familias. Si alguna no encuentra nada en este espejo, puede decir de corazon: "Bendito sea Dios!"

Desde la Soledad del Sagrario.




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